GUATEMALA: tortura y muerte infantil en Guatemala








Guatemala: Niñez sufrió tortura antes de morir durante el conflicto armado

Escrito por Alba Trejo   
FOTO :Fredy Pecerelli, de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG)
Guatemala, enero (Especial de SEMlac).- Así se inició la masacre. Los niños fueron ejecutados a golpes en la cabeza con un mazo de hierro. Otros pequeños agonizaron al ser arrojados vivos a fosas comunes o pozos secos, y sobre sus cuerpos delgados y pequeños dejaron caer la humanidad sangrante, moribunda o sin vida de los adultos, provocándoles la muerte por asfixia.
Niñas y niños fueron atados de pies para luego estrellarlos contra los muros o los árboles y causarles una muerte dolorosa. Algunos más, sin siquiera haber sido destetados, fueron atados unos a otros como manojos y quemados vivos ante la mirada impotente de sus padres.
Fueron atrocidades como estas las que motivaron a Fredy Pecerelli, director de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), a presentar ante el juez de la Audiencia Nacional española, Santiago Pedraz, un documento en el que señala que al menos 25 por ciento de las víctimas de la guerra en este país del área fueron menores.
Pedraz es quien conoce del proceso promovido en 1999 por la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, por crímenes de lesa humanidad y genocidio, contra los generales militares de alto rango.

Un proceso que se desprende del conflicto armado interno que vivió este país centroamericano por cerca de 36 años, entre 1960 y 1996 y dejó 200.000 muertes, la gran mayoría pertenecientes a las 21 etnias de este territorio, personas asesinadas en sus propias comunidades.
Los golpes secos en las cabezas de los pequeños indígenas de apenas tres años de edad predominaron como la forma más fácil de acallar sus gritos, su llanto y su miedo ante lo que acontecía en las comunidades.
En el resto de edades, el trauma por proyectil de arma de fuego cegó la vida de forma más rápida para quienes se resistían a las violaciones sexuales, o intentaban defender a sus padres de la muerte inminente.

Nery Rodenas, de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA), es más explícito al señalar a SEMlac que por cada 100 muertos en la guerra, 18 fueron niños y niñas.
Por ejemplo, en la masacre ocurrida en una población denominada Dos Erres, durante la guerra, fueron asesinadas 178 personas en una noche; las osamentas recuperadas dentro del pozo demuestran que 67 de ellas (41,35 %) corresponden a niños menores de 12 años, con una edad promedio de siete años, y en 74 casos el sexo es indeterminado, ya que por tratarse de infantes los rasgos de dimorfismo sexual no se manifiestan, explicó Pecerreli.
Las atrocidades que le tocó vivir a la infancia guatemalteca en aquel fuego cruzado, cuando las órdenes militares buscaban acabar con la "semilla", tenían como componente golpear hasta destrozar los cráneos, disparar un tiro atravesando la nuca o la muerte premeditada con un lazo presionado hasta desangrar las pequeñas gargantas, destaca Rodenas.
Fueron escenas grotescas también para aquellos adultos que lograron salvarse y que, al recordar, no pueden detener las lágrimas de impotencia ante tanta brutalidad, tal como lo describe Jesús Tecú, una víctima de la guerra.
Este hombre de 40 años de edad tenía 10 cuando le tocó ver cómo a su hermano de año y medio le colocaron un lazo para ahorcarlo, y luego lo agarraron de los pies estrellándole contra las piedras.
El testimonio de Tecú se ha convertido en uno de los 29 solicitados a funcionarios judiciales de Guatemala por las autoridades españolas, como parte de las investigaciones del delito de genocidio y la muerte de las niñas y niños, cuyas osamentas son ahora desenterradas por médicos forenses.
Los cuerpecitos examinados por los antropólogos revelan un historial de sufrimiento ocasionado con un palo de madera o metal, una piedra, una patada fuerte o golpes contra una pared, piedra o árbol.
La FAFG ha documentado 669 masacres cometidas durante el período que abarcó el enfrentamiento armado y, en sus conclusiones, señala que los niños mayas fueron el blanco del terror del genocidio.
El recuento lo resume así: de 1632 osamentas recuperadas, 34 corresponden a menores de 0 años (no-natos), 297 a niños de 0-3 años, 401 a niños de 3-12 años, y 341 de niños de 13-17 años, es decir el 23,25 por ciento del total de las osamentas recuperadas.
El 93 por ciento de estos crímenes fueron perpetrados por agentes del Estado guatemalteco. El 83 por ciento de las víctimas eran descendientes mayas, mientras el 17 restante correspondió a ladinos (no indígenas), según un reporte de la Comisión del Esclarecimiento Histórico.
En este país, 60 por ciento de la población de 14 millones pertenece a la población autóctona.
A sangre fría, así describe a SEMlac Aura Elena Farfan, representante de "Familiares de Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA)" las acciones del ejército contra la niñez durante la guerra. FAMDEGUA es una entidad que denunció la tortura de niñas y niños que fueron quemados vivos o sus cuerpos fueron partidos a machetazos.


Hasta el momento se han podido precisar:
  • 1.300 casos documentados.
  • 246 reencuentros familiares.
  • 108 casos de exhumaciones.
  • 60 casos localizados fuera del país.
  • 1.000 casos recibiendo algún acompañamiento psicosocial.
  • 25 presentaciones de habeas corpus a favor de la niñez desaparecida durante el conflicto armado interno. En 13 ya se inició alguna investigación por parte del Organismo Judicial.
  • En 513 casos se han tipificado las acciones delictivas correspondientes al ordenamiento jurídico del país.
  • En total hubo más de 250.000 víctimas que, antes de morir, fueron previamente torturadas. Más de 45.000 siguen desaparecidas, 20 por ciento de ellas son infantes.



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