Cuba: Mujeres admiten que viven violencia

Cuba: Mujeres admiten que viven violencia
Por Sara Más
(farias@enet.cu)

La Habana, diciembre (Especial de SEMlac).- Unas 10 mujeres de cada 30 declararon haber recibido algún tipo de violencia física, psicológica, sexual o económica durante 12 meses, según devela un estudio que también arroja baja percepción sobre este problema en la sociedad cubana.
Algunos resultados aún preliminares de la "Encuesta sobre igualdad de género", levantada en 2016 por el Centro de Estudios de la Mujer (CEM) de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), fueron socializados en el coloquio de cierre de la XI Jornada por la No Violencia a las mujeres y las niñas organizado por el Centro Oscar Arnulfo Romero (CEOAR) y la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes), el 15 de diciembre.
La investigación abarcó una muestra representativa de 19.189 mujeres y hombres de 15 a 74 años y exploró, entre otros temas, sus concepciones generales acerca de la igualdad de género, la familia y las relaciones de pareja, así como la percepción sobre la violencia hacia la mujer y sus expresiones en Cuba.
Marisol Iglesias, investigadora del CEM, expuso que 27, 9 por ciento de las mujeres entrevistadas declaró haber recibido algún tipo de maltrato físico, psicológico, sexual o económico en los 12 meses previos a la entrevista, proporción que se eleva a 40, 5 por ciento cuando el periodo se abre a "algún momento de su vida".
La forma de agresión más declarada es la psicológica, incluidos el silencio, la ignorancia, el grito, la ofensa, estrategias diversas de control, limitar el contacto con amistades y familiares y las amenazas con matarla, suicidarse o ambas, mencionó Iglesias.
En menor medida se relacionan actos de agresión física y sexual, así como de violencia económica, como gastar el dinero para la casa, no dejarlas trabajar, negarles dinero, privarlas de objetos y bienes, controlarles o quitarles el dinero.
Aunque 81,4 por ciento de la población encuestada admitió que existe violencia hacia las mujeres y las niñas, lo que denota un reconocimiento del problema, 51,8 por ciento cree que es poca; 29,7 por ciento dice que es mucha; para 9,6 por ciento no existe y 7,9 por ciento no sabe.

Persisten mitos
Al explorar los soportes de estos hechos, el estudio constató que aún perviven mitos, desconocimiento y falsas creencias que naturalizan, justifican y reproducen la violencia patriarcal.
Entre los mitos y opiniones más arraigados están: considerar como causa del problema el consumo de alcohol (67 %) y no el desequilibrio de poder patriarcal, creer que la mujer soporta el maltrato porque le gusta (60,6 %), cuando en realidad tiene miedo o necesita ayuda, o acuñar que los hombres también son víctimas de violencia en las relaciones de pareja (73, 7 %), cuando el número de mujeres víctimas es mucho mayor.
Por otra parte, 27 por ciento repite el patrón de que los abusos sexuales son realizados por desconocidos, lo que denota desconocimiento, apuntó la experta, "pues se sabe que estos actos son ejecutados por personas cercanas a la víctima y no necesariamente desconocidos".
La mayoría, afortunadamente, dice estar en desacuerdo con el pensamiento de que los hombres son violentos por naturaleza, aunque es mayor el número de mujeres que justifica estos actos así, por una causa biológica.
Igualmente, la mayor parte de la muestra se opone a considerar la violencia hacia las mujeres en la pareja como un asunto privado, pero 39,6 por ciento de mujeres y 43 por ciento de hombres, cifras nada despreciables, lo siguen valorando como un asunto que debe resolverse entre dos, sin intervención de terceras personas o instituciones públicas.

¿Por qué justificar la violencia?
Aunque la mayoría de las personas entrevistadas contestó que nunca debe justificarse la violencia hacia las mujeres ni los hombres, quienes sí lo hacen se basan en criterios diferenciados por sexo.
Iglesias precisó que del grupo que justifica la violencia hacia ellas, 77,6 por ciento de los hombres y 80,1 por ciento de las mujeres la explican por motivos que van desde que la mujer sea infiel --como el primero--, hasta incumplir con las labores del hogar, como última y menos señalada de las razones.
En cambio, cuando la mira se enfoca hacia los varones, los motivos van desde el hecho de que tengan relaciones sexuales con otro hombre --como el primero de los argumentos seleccionados--, hasta otros como no traer suficiente dinero a la casa, no saber hacer reparaciones, tener rasgos afeminados o no cumplir con las exigencias sexuales.
"Hombres y mujeres justifican más la violencia hacia una mujer que hacia un hombre", precisó Iglesias.
Otro de los datos preliminares del estudio, cuyo informe final se dará a cocer en 2018, apunta a que es poca la cantidad de mujeres que acuden en busca de ayuda a instituciones o servicios.
De las que declararon ser víctima de violencia, solamente 3,1 por ciento buscó ayuda para sí y 0,9 por ciento lo hizo para otra.
Los espacios a los que acuden son, primero, los relacionados con la justicia, como policía y tribunales; luego a la FMC y trabajadores sociales. A donde menos se dirigen es a instituciones religiosas.
Al comentar sobre las concepciones generales acerca de la igualdad de género exploradas en el estudio, Mayda Álvarez, directora del CEM, dijo que entre las violencias fue más identificada la que se ejerce hacia las mujeres y la señalaron más ellas que los hombres.
No obstante, la investigadora reconoció avances en una serie de estereotipos y prejuicios, como la igualdad de mujeres y hombres para tomar decisiones, que una mujer puede sentirse bien aunque no haya tenido hijos, que ellas consideren que los hombres no son mejores que ellas para negociar, ni para tomar decisiones y que las mujeres no siempre tienen que complacer sexualmente a su pareja aunque no es despreciable la proporción que aun piensa así (40 %).
"Los hombres siguen pensando que son mejores para negociar y que las mujeres deben complacerlos sexualmente", acotó.
Las concepciones más arraigadas en mujeres y hombres son el no designar a ellas actividades que impliquen esfuerzo físico, que los bebés necesitan más cercanía de la mamá que del papá, que un hombre no puede cuidar a un niño como lo hace una mujer y que ellas son más cariñosas que los varones, agregó Álvarez.
Al referirse específicamente a la violencia hacia las mujeres en la pareja, el director del CEOAR, Gabriel Coderch, reconoció que el número de personas con conocimientos sobre el tema ha aumentado, gracias a una labor sistemática que se viene desarrollando en la población cubana por varias organizaciones e instituciones.
No obstante, dijo, la percepción de violencia en las mujeres sigue siendo baja y muchas de las que son víctimas manifiestan no conocer las leyes que las protegen.
"Los datos con que contamos resultan significativos, ya que dan cuenta de la manera en que gran parte de la población ha naturalizado el maltrato hacia la mujer y es evidente que los factores históricos y culturales favorecen y justifican la violencia, haciendo énfasis en las actitudes, percepciones y prácticas individuales y sociales", sostuvo Coderch.
Agregó que esa violencia no se presenta como una serie de hechos aislados, sino como forma de intimidación, y que se registran varios eventos en contra de una misma persona, no solo en agresiones físicas, sino también sexuales, psicológicas y patrimoniales.
"Cada uno de esos casos los tenemos que trabajar", precisó Yanira Cooper, del Secretariado Nacional de la FMC. "La violencia escondida detrás de las paredes es un gran desafío", dijo y llamó a seguir diseñando acciones que contrarresten esas manifestaciones.

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