UNCUT GIRLS CLUB
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En la zona de Kembatta la ablación ha pasado en 15 años de practicarse en el 100% de los casos al 3%.
Rosa M. Bosch Según un informe publicado por UNICEF aproximadamente 30 millones de niñas corren actualmente el riesgo de ser sometidas a una ablación genital.El informe ha sido elaborado a partir de los datos de los últimos 20 años accesibles en los 29 países donde esta práctica es más frecuente, concentrados en África y Oriente Medio.
Adunia y Barakat se escaparon de casa para ser mutiladas, pero no lo consiguieron. En la foto, las dos con la hija de la primera, en la cafetería de Marta.Foto Rosa M. Bosch
Marta no para. Tuesta los granos de café y de maíz, limpia las mesas, prepara el incienso, atiende sonriente a la clientela... Está satisfecha. Hace menos de un año abrió una modesta cafetería con bancos y paredes de bambú y suelo de tierra, a pie de carretera, en Adilo, en Southern Nations, Nationalities and People’s Region (SNNPR), y ya le salen las cuentas. Además, es una de las autoproclamadas "Las 50 afortunadas", las jóvenes que enfrentándose a sentimientos contrapuestos y a la incomprensión de algunos familiares y amigos han plantado cara y han dicho basta. Son las integrantes del Uncut Girls Club, una primera generación de chicas que se ha negado a someterse a la ablación del clítoris. Y lo más importante, lo han hecho público superando todo tipo de tabúes.
Detrás de esta iniciativa está Bogaletch Gebre, nacida en Kembatta-Tembaro, una de las nueve zonas administrativas de SNNPR y la más poblada (más de 683.000 habitantes), hace cerca de 60 años y víctima como sus cuatro hermanas de la mutilación genital femenina (MGF). Bogaletch, una excelente estudiante, cambió el destino que le había preparado su familia, ser una analfabeta y casarse con un granjero. Boga utilizó la excusa de ir a buscar agua al río para asistir a la escuela y ya no paró. Se marchó del pueblo y una beca tras otra la llevaron a estudiar Microbiología y Fisiología en Jerusalén y a doctorarse en Epidemiología en EE.UU. En los noventa regresó a Etiopía fundando en 1997, junto con su hermana Fikrete, ya fallecida, KMG, una oenegé volcada en abolir todas las formas de violencia contra el sexo femenino. Paso a paso KMG ha ido derribando tradiciones intocables y Bogaletch, una triunfadora, se ha erigido en el modelo a seguir.
"En Kembatta, donde creció Bogaletch, las adolescentes ya no se dejan mutilar y son ellas las que eligen a su marido. En esta zona, la ablación del clítoris ha pasado en 15 años de practicarse en el 100% de los casos a solo el 3%. El rapto de jóvenes para forzarlas a un matrimonio indeseado, la violación y las bodas de niñas prácticamente se han erradicado aquí, ahora como mucho se producen tres secuestros al año", explica Getachew Sugamo, el director del centro de la localidad de Durame de KMG. Una de las claves ha sido la creación de las denominadas "conversaciones de la comunidad", grupos de 25 hombres y 25 mujeres que analizan el impacto de la MGF en la salud femenina. El objetivo no es prohibir sino dar argumentos para convencer a la gente de la necesidad de eliminar una práctica tan dañina. Una hermana de Boga, como tantas otras jóvenes, murió de parto a causa de las secuelas de la ablación. Y todas las acciones van acompañadas de programas de empoderamiento de la mujer. "Las mejoras socioeconómicas están relacionadas con la reducción de los delitos contra las muchachas", subraya Sugamo, que reconoce y lamenta que su esposa también fuera mutilada.
"El objetivo es hacer que la mujer sea dócil, que no disfrute del sexo, que sólo sea una máquina reproductora. Sufren con las relaciones sexuales", añade Sugamo. Dependiendo de la zona varía el tipo de mutilación y la edad a la que se realiza. "Aquí, en SNNPR, consiste en el corte de la parte baja del clítoris a las adolescentes; en otras regiones, como Oromía, extirpan la totalidad del clítoris y a una edad más temprana, hacia los cinco años, y en la región Somalí sacan también todo el clítoris y cierran la vaginal mediante sutura dejando sólo una pequeña abertura. Cuando se casan les arrancan el hilo", describe Sugamo.
La importante reducción de las víctimas de la MGF es una victoria muy celebrada en Kembatta. Otra gran noticia se produjo en el 2000 con la primera condena, a cinco años de cárcel, de un hombre que raptó y violó a una chica de 16 años, cuando iba al colegio. Ella se había negado reiteradamente a las peticiones de matrimonio del sujeto, de 25 años, ante lo que este optó por secuestrarla. La menor permaneció tres semanas retenida en casa de la familia de su agresor. Afortunadamente no quedó embarazada y Bogaletch, alertada de lo sucedido, promovió su liberación. Ante estos casos, las niñas son obligadas a casarse con su violador para preservar el honor familiar, pero ella se negó: "Antes muerta". Sus padres la apoyaron, acabó sus estudios y ahora lleva la vida que quiere con la pareja que ha elegido.
Las pioneras del Uncut Girls Club son el rostro del progreso de una sociedad aferrada todavía a tradiciones injustificables que siguen tanto musulmanes como cristianos ortodoxos o protestantes. "Queremos ser un espejo, un modelo para el resto de niñas; organizamos charlas, a las que también vienen chicos, para explicar que la MGF no es buena. Y cada sábado convocamos un partido de fútbol para hablar también del tema", relata Mhirate Mangestu, la secretaria del club, de 16 años.
El Uncut Girls Club también funciona como banco para que las socias puedan montar pequeños negocios, como la boyante cafetería de Marta, que tras la muerte de su padre es la que mantiene a la familia. "Sirvo una treintena de tazas al día, a 2,5 birrs (1 euro equivale a 26 birrs) cada una. Ya tengo beneficios y he podido abrir una cuenta a mi nombre en el banco", afirma.
¿Y los chicos son receptivos?
"Es más fácil convencerlos a ellos que a las niñas. Se horrorizan cuando les explicas las consecuencias que puede tener el corte, que podemos morir desangradas, coger el sida... Pero hay una gran expectación social: cuando llega el momento de la ablación hay muchas expectativas y nosotras nos sentimos presionadas", reflexiona otra integrante del grupo, Zenebech Asfow.
Si no que se lo pregunten a las hermanas Adunia y Barakat Makbo, de 20 y 22 años. "Nuestra hermana mayor sufrió de fístula al dar a a luz a causa de la MGF y nuestra madre decidió que nosotras no pasaríamos por lo mismo. Pero en el pueblo todo el mundo lo hacía y nosotras no queríamos ser diferentes. Así que contratamos a una mujer para que nos cortara y una madrugada nos escapamos de casa". Entonces tenían 14 y 16 años, respectivamente.
¿Qué sucedió?
Los policías, avisados por nuestra madre, nos detuvieron. Estuvimos un día en la comisaría hasta que entre todos nos convencieron de que no lo hiciésemos. Al final nos convertimos en activistas de KMG contra la ablación.
Barakat destaca que se siente muy afortunada de no haber seguido adelante: "He evitado el riesgo de contagiarme de sida y de otros virus, las mujeres mutiladoras usan las misma cuchilla con todas, luego sellan la herida con mantequilla y aquí ponen tetraciclina". Mientras Barakat y Adunia explican su aventura, la hija de esta última, ya blindada contra la ablación, no para quieta. Cuando su madre se despista se engulle el contundente café etíope. Y relame la tacita.
La ablación genital es una práctica que ya han sufrido más de 125 millones de mujeres en 29 países. Según porcentajes, algunos de los países donde esta práctica es más frecuente es en Somalia (98%), Guinea (96%) o Egipto (91%). En términos absolutos Egipto, con 27’7 millones y Etiopía, con 23 tienen el dudoso honor de liderar esta clasificación.
La mayoría de las niñas son mutiladas antes de los 15 años, y el lugar donde se práctica la ablación es en su propia casa. Se suele utilizar la navaja y a un 25% no se les administra ningún tipo de anestesia. Normalmente se les suele cortar los genitales y remover algo de carne. Aun así, existen importantes diferencias tanto en la extensión de la práctica como en los métodos utilizados entre aquellas provenientes de familias pobres y las que provienen de familias ricas.
La ablación genital femenina es una práctica condenada por la ONU y que ha sido ya prohibida en la legislación de varios países. De hecho, el estudio revela que buena parte de los habitantes de los países donde esta práctica está más extendida se oponen de manera individual a ella. Sin embargo, las costumbres sociales, vinculadas también a la tradición étnica, permiten que esta práctica siga extendiéndose todavía.(http://www.cadenaser.com/internacional/articulo/ablacion-clitoris-amenaza-millones-ninas-mundo/csrcsrpor/20130723csrcsrint_1/Tes
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