El Vaticano


La teoría de "los dos Papas" inquieta a Bergoglio

Vaticano
El secretario general de Benedicto XVI lanzó la idea. Dijo que Ratzinger no abandonó "para nada" la misión de Pedro.


El arzobispo alemán George Gaenswein es el jefe de la Casa Pontificia, uno de los más estrechos colaboradores cotidianos del Papa Francisco, y también desde hace años el secretario personal del Papa emérito Benedicto XVI, Joseph Ratzinger. Este personaje clave de la situación excepcional que se vive en la Iglesia, con un pontífice que fue el primero en renunciar a su cargo en 700 años y vive en el mismo perímetro de los jardines del Vaticano, donde Gaenswein duerme todas las noches, ha tirado una bomba que puede traer consecuencias graves e imprevisibles. Al presentar un libro en la jesuitica Universidad Gregoriana de Roma, el jefe de la Casa Pontificia, confirmado en el cargo en 2013 por Jorge Bergoglio, afirmó que Benedicto XVI-Ratzinger “no ha abandonado para nada la misión de Pedro”.
La teoría, que hasta muchos conservadores consideran peregrina e inaceptable, es que según el arzobispo Gaenswein el Papa emérito ha convertido el pontificado en “un ministerio alargado, con un membro activo y un miembro contemplativo” en “una dimensión colegial y sinodal, casi un ministerio en común”.
Nadie duda de que las palabras de Gaenswein corresponden a lo que piensa Benedicto XVI y han sido autorizadas a su íntimo secretario personal por Joseph Ratzinger.
Sandro Magister, un vaticanista famoso que edita un sito de alto nivel en general hostil a Papa Francisco (lo considera por lo menos “confuso” y defiende posiciones más bien conservadoras) es un estimador de Ratzinger, pero en la “teoría de los dos papas” se muestra absolutamente contrario a la postura de Gaenswein y de su tutor, el papa emérito.
“Nadie hubiera esperado un gesto de tan inaudita rotura con la historia del papado, totalmente sin precedentes, una suerte de estado de excepción querido por el Cielo, como lo ha definido el mismo Gaenswein”, escribe Magister en su columna “Iglesia” en la edición on line del semanario L’Espresso.
“La novedad absoluta no es la renuncia sino el después”, señala Magister, sacudiendo la inquietud del mundo católico. Bergoglio no dio una respuesta polémica directa a su jefe de la Casa Pontificia, pero encajó el golpe y en dos oportunidades, ante preguntas de los periodistas aclaró en forma tajante: “el papa soy yo”.
No hay otro. No existe la ambivalencia “activo” y "contemplativo”. Además, Francisco defendió la absoluta lealtad del Papa emérito. Dijo que a veces algunos de los que van a ver a Ratzinger al convento en el que vive con su secretario íntimo Gaenswein, comienzan a decirle: “pero este nuevo papa…”. Benedicto XVI no los deja terminar. “¡Los echa!”, afirmó Bergoglio.
Si es así, no se explica como dejó o estimuló a Gaenswein para que expusiera la teoría de los dos papas. Este es un tema muy difícil. Un gran canonista católico, el jesuita Gianfranco Ghirlanda, señaló cuando Benedicto anunció la renuncia el 11 de febrero 2013, que Ratzinger permanecería siendo obispo, “obispo emérito de Roma”, porque el orden sacro es indeleble, pero perdería su “potestad” de primado de la Iglesia,que dependía de la “legítima elección”.
Magister escribe que “el real comportamiento de Ratzinger contradice este orden de cosas”. Otro canonista, Stefano Violi, hipotetizó que Ratzinger renunció al ejercicio de gobierno y de magisterio, pero mantuvo el ejercicio de la oración y la compasión”.
La teoría del doble papado, con un miembro activo y uno contemplativo, que hacen de Francisco y Benedicto “casi un ministerio en común”, como señala Magister, desató polémicas y opiniones encontradas entre un nutrido grupo de teólogos y canonistas.
La batalla sorda de muchos conservadores y la guerra civil de los tradicionalistas contra las reformas y el estilo del Papa Francisco, hace riesgoso para la unidad de la Iglesia que el análisis-propuesta del secretario de Ratzinger prospere.
Una excepcional respuesta a esta confusión provino del cardenal alemán Walter Brandmuller, de 87 años, fino historiador del cristianismo que entró en el campo de batalla con un artículo que en Italia reprodujo Sandro Magister en su blog. El cardenal conservador ha sido un estrecho sustento del pontificado de Ratzinger, que lo hizo cardenal en 2010.
Brandmueller contiende directamente a Benedicto XVI. Afirma que “la renuncia del Papa es posible (lo admite el derecho canónico), pero hay que esperar que no ocurra más”. El cardenal está convencido de que renuncias como la de Ratzinger no son moralmente lícitas porque se deben a razones personales y no al bien común de la Iglesia.
Además Brandmueller está contra la fórmula del Papa emérito, considera urgente la necesidad de una legislación que defina las reglas de un estatuto que regule la figura y la acción de quien ha sido Papa.
Auspicia el anciano cardenal que el Papa renunciante debe ser creado cardenal de inmediato, sin derechos electorales activos o pasivos. Se lo debe llamar por su nombre. O sea que Benedicto XVI hubiera pasado a ser otra vez el cardenal Ratzinger. Tampoco debe llevar el hábito blanco, asignándole un domicilio y un sustentamiento bien diferenciados del pontífice en ejercicio. Y cuando muere debe celebrarse un funeral que “no puede ser el que está previsto para un Papa”.
El cardenal Brandmueller concluye que “se debe respetar la dignidad personal” del renunciante, pero también excluirse “cualquier peligro para la unidad de la Iglesia”.

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