Si mis palabras pudieran tener alguna relevancia, creo que seria básicamente porque existen otras personas que se unen o unieron en los caminos de sus vidas con la mía.
CHUBUT: Campos floridos en la cordillera
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CHUBUT: Campos floridos en la cordillera
Colores para el alma
Veintisiete
variedades de tulipanes pueblan poco más de tres hectáreas de una
chacra de Trevelin, cerca de Esquel, vistiendo de todos los matices el
pie de la cordillera. Octubre es la cita de su floración, que refuerza
el destino turístico de la comarca: después de la rosa y el crisantemo,
el tulipán es tercera flor más vendida del mundo.
Como en Holanda, pero en la Patagonia, gracias a la plantación chubutense sobre tres hectáreas. Imagen: Bruno Carimán/Trevelin
Dicen
que de tanto color se llega a sentir música. Dicen que es un arco iris
sobre la tierra y dicen que la alegría y la paz de contemplar un campo
de flores renueva el alma. Por eso, cada octubre, la chacra de tulipanes
Plantas del Sur, de Juan Carlos Ledesma –a 12 kilómetros de Trevelin,
cerca de la cordillera chubutense– es el lugar donde la gente se
reencuentra con su espíritu.
Son
veintisiete variedades de colores que forman hileras de hasta 400
metros extendiéndose hacia el horizonte. Negros, violetas, rosados,
blancos, rojos, amarillos, lilas, jaspeados, dobles, simples: los hay de
todas las formas y tonalidades. Son las flores de tulipán que se
producen para comercializar los bulbos en esta chacra que, además, está
cerquita del área natural Cascadas de Nant y Fall.
Al fondo la cordillera y, al frente, los tulipanes, una postal que se vive en Trevelin cada octubre.
(Imagen: Bruno Carimán/Trevelin)
SOLO EN OCTUBRE
Mate, caminata o simplemente mirar son parte del abanico naïf que
ofrece el campo de tulipanes y parece mentira que solamente sea un mes,
octubre, el momento especial para su contemplación. Este año además
viene con una novedad: desde el centro de Trevelin se organizan salidas
nocturnas, porque tanto para quienes viven aquí como para los visitantes
el cielo diáfano y despejado, las estrellas y la cordillera nevada de
noche conforman un ambiente tan especial como único y una invitación que
subyuga a fotógrafos de todas partes. Y ahora, agendado.
Juan Carlos, que empezó con este métier en 1996, cada
octubre siente en las primeras flores la misma alegría que percibe la
gente que lo visita. Es un arco iris que se destaca del horizonte con
las montañas nevadas, que “aquí tienen ese color azulado con los picos
nevados, el cielo turquesa. Te lo describo así porque es lo que veo en
este momento”, le dice a TurismoI12 mientras le cuenta su sensación por
teléfono.
La maravilla del paisaje florido es tal que al director de
Turismo de Trevelin, Victor Yáñez, no le alcanzan las palabras, el
tiempo, los brazos y los mensajes para decirle al mundo entero que se
acerque porque el espectáculo floral dura un mes (aunque después durante
noviembre se viene la floración de la peonías en un campo pequeño del
INTA que se cubre con sus flores hasta la primera semana de diciembre).
Pero no puede más. Quiere que todos vengan a descansar y solo vean
belleza. Claro.
De las veintisiete variedades de tulipanes, Juan Carlos
distingue unas enormes, de color amarillo, tan grande la flor como la de
una rosa, que tienen perfume: “Son la variedad Montecarlo”, acota.
Cuando uno camina por entre las hileras de tulipanes puede sentir el
aroma a medida que se acerca a ese color. Por el contrario, las más
pequeña es la Angélique, de color rosa suave con vetas blancas, y de
doble pétalo. Es muy delicada, de allí su nombre.
Sin embargo, de todos estos colores imaginables son los
tulipanes negros y los violetas los que atrapan los suspiros de los
visitantes. Será por lo exótico, lo raro, lo distinto.
Tulipanes negros, tal vez por lo raros los favoritos de los visitantes junto a los de color violeta.TAMBIÉN TODO EL AÑO
Son cuatro integrantes de la familia Ledesma los que se dedican a la
producción de bulbos, para lo cual es especial el clima templado de la
región. Pero además fue necesario trabajar para que las dimensiones de
los bulbos sean las que pide el mercado. Y eso supera en mucho al mes de
octubre: el trabajo en el campo es todo el año, por la preparación de
la tierra, porque se planta en mayo y abril y luego de la floración,
cuando se cortan las “copitas” solamente y a fin del verano se cosechan
los bulbos, que es la producción a la que se dedica la finca.
“Ahora tenemos una máquina que es como una cortadora de
césped pero gigante, que corta las tulipas, los pétalos. Antes lo
hacíamos a mano”, revela a TurismoI12 Juan Carlos y claro, hay
diferencia teniendo en cuenta que producen 3,5 millones de bulbos, y lo
mismo significa en flores.
Entonces quedan solamente los tallos, que según la especie
pueden medir entre 20 y 70 centímetros. Luego desentierran los bulbos,
de los cuales –como tardan tres años en alcanzar el tamaño ideal para su
comercialización– un porcentaje queda en guarda hasta ser plantados
para el año siguiente y volver a comenzar el ciclo. Lo que se vende,
claro está, son los bulbos, que se comercializan en la zona en Buenos
Aires. En algún momento llegaron hasta Holanda, pero no por ahora.
La máquina no es la única inversión que han realizado en el
campo. También se pensó en compartir por más tiempo este paisaje y para
eso se está terminando una cabaña top a solo 30 metros de las flores. Y
con balcón a las cascadas Nant y Fall. Un lujo.
Mientras tanto Juan Carlos se sonríe cuando recuerda que
desde un principio la gente pedía acercarse a los cuadros plantados.
Antes de la erupción de cenizas del volcán Chaitén tenían seis
hectáreas, pero ahora lograron mantener tres y se repite la atracción.
“Hay gente que llega y simplemente contempla el paisaje;
otros caminan por el sendero, sacan fotos y hasta pintan cuadros.
También hay personas que caminan junto a cada hilera, toda la tarde y de
vez en cuando acarician las flores”.
“Una vez –recordó a TurismoI12– vino una chica temprano por
la mañana. Descendió de un taxi y ni me miraba. Se quedó parada
observando los tulipanes. Todo el día lo pasó así, observando,
contemplando. Después del atardecer, cuando se retiró el último
empleado, llegó el taxi a buscarla y me dijo: ‘No me quiero ir. Me
quiero quedar acá con los tulipanes’. Estaba como tildada. Me sorprendió
mucho”.
También hay fanáticos, dice el dueño del campo, que cuando
el trabajo se lo permite se toma un respiro -una forma de decir- y sale
con su moto o a hacer travesías de trekking, como hace pocos días,
todavía con raquetas de nieve.
Este año la novedad de la finca son las visitas nocturnas especiales para fotógrafos.LA FLOR SÍMBOLO
Los tulipanes se han convertido en un atractivo pero también en un
símbolo de Trevelin, si se quiere. Para la Feria Internacional de
Turismo (FIT2017), que se realiza a fin de octubre en La Rural de
Palermo, en Buenos Aires, el propio secretario de Turismo de Trevelin,
Víctor Yáñez, tiene previsto traer –como hizo el año pasado– unos
cajoncitos primorosos repletos de tulipanes, el detalle que lo
distinguió en plena selva de cemento y que regalaba alegría.
Hay una perla histórica en la vida de Juan Carlos y su
familia. Son la quinta generación de galeses en suelo chubutense. Y
piensa que quizás su entereza, determinación y empuje los heredó de sus
bisabuelos. Porque fue Cadfan Hughes, su abuelo materno, uno de los
galeses que arribó en el Mimosa en 1865 a las costas de Puerto Madryn:
“Dicen que al ver la costa y mientras acomodaban los botes, él se arrojó
al mar y llegó nadando. Uno de los primeros en tocar tierra”. Se ríe.
Todo el mundo relaciona a los tulipanes con Holanda, en los
Países Bajos. Y claro que ellos lograron un boom económico tan resonante
que pasó a la historia como la “tulipomanía”. Fue allá por 1593, cuando
el botánico Carolus Clusius ingresó al territorio los tulipanes para
estudiarlos y adornar los jardines del emperador Maximiliano. En una
década se impusieron como una moda en jardines, ornamentación y parques.
Se cuenta que varios años antes el embajador austríaco había visto una
flor extraña en el turbante de un extranjero y a consultarle su nombre
el hombre se confundió, pensando que se refería a la prenda, y le
contestó “turbante”: de allí el nombre tulipán.
Con el tiempo, los precios en alza coparon el mercado y se
generó especulación. Se vendían y compraban los derechos a un bulbo.
Llegaron a costar 1000 florines las cuatro decenas de bulbos, cuando el
salario anual en promedio de un artesano era de 200 florines; incluso
algunos nunca veían el bulbo. De manera que cuando se registró una mala
cosecha por factores climáticos, se rompió la cadena de cumplimientos,
estalló la burbuja y en 1637 se registró una crisis económica
considerada la primera de la época moderna. Este hecho se describe en el
libro de Charles Mackay Delirios multitudinarios: la manía del tulipán y
otros mercados enloquecidos. De todas formas, los Países Bajos
concentran hoy el 87 por ciento del área cultivada de tulipanes a nivel
mundial y la flor es un símbolo allí tanto como en Irán y Turquía, desde
donde se llevó la planta a Europa.
Plantas del Sur cultiva 27 variedades de esta flor.
(Imagen: Bruno Carimán/Trevelin)
ESTRELLA GLOBAL
En el mercado mundial de flores, el tulipán es la tercera flor más
venida luego de la rosa y el crisantemo, y guarda para algunos
naturalistas, estudiosos y apasionados su simbología de acuerdo con el
color de sus pétalos: como el rojo, excelencia en el amor; el blanco, la
pureza; el amarillo relacionado con la alegría y el buen ánimo; y el
rosado, con el afecto sincero y la amistad. Por su parte las variedades
de diferentes tonalidades se asocian con la juventud.
En la chacra de Trevelin donde está Juan Carlos Ledesma es
posible advertir quizás alguna otra especie bella, como narcisos y
jacintos: hay que estar atentos y percibir su perfume. E incluso pispear
bien, porque también puede descubrirse alguna hilera de “alium”, que se
distingue por su flor en forma de un enorme pompón de color azul.
En cuanto al viajero que no hay logrado organizarse para
octubre, o por otros motivos se pierda la floración de los tulipanes,
que no desista de su itinerario: porque en noviembre en la misma zona
comienzan a florecer las peonías, hermosas flores que tienen 2000 años
de historia y son muy apreciadas en China y Japón; y hasta diciembre hay
en la zona flores de todos los colores. En sus formas y matices, y en
los campos que ellas cubren, muchos encuentran la manera de recuperar el
alma y para la gran mayoría es la energía de las flores la que
revitaliza a quienes pueden admirarlas, sentirlas y regalarlas.
Estelas en la mar 7 · Estoy hecha de retazo S Estoy hecha de retazos, pedacitos coloridos de cada vida que pasa por la mía y que voy cosiendo en el alma. No siempre son bonitos, ni siempre felices, pero me agregan y me hacen ser quien soy. En cada encuentro, en cada contacto, voy quedando mayor. En cada retazo una vida, una lección, un cariño, una nostalgia... Que me hacen más persona, más humana, más completa. Y pienso que es así como la vida se hace: de pedazos de otras gentes que se van convirtiendo en parte de uno también. Y la mejor parte es que nunca estaremos listos, finalizados. Siempre habrá un retazo para añadir al alma. Por lo tanto, gracias a cada uno de ustedes, que forman parte de mi vida y que me permiten engrandecer mi historia con los retazos dejados en mí. Que yo también pueda dejar pedacitos de mí por los caminos y que puedan ser parte de sus historias. Y que así, de retazo en...
http://www.archivohistoricoconcepcion.cl/biblioteca-digital/autores/rolando-saavedra/ He leido con no pocas emociones este magnífico recuento de la historia de la querida familia de la cual heredé dos hijxs maravillosos, Yanina Andrea Hinrichsen Zabaleta, nacida en Concepción, y Tomás Alejo Hinrichsen Zabaleta, nacido durante nuestro exilio con Ricardo Alberto Hinrichsen Ramírez en Glasgow, Escocia. Como casi todo ya está dicho por el autor, no me faltaría tal vez más que agregar algunas fotos de las decenas que atesoro. Mientras decido cual/es, saludo al autor, Don Rolando, y le reitero mi agradecimiento por su esmerado y logrado esfuerzo de investigación para llevar a su conclusión a este valioso nuevo libro suyo que, con su acostumbrada g enerosidad, nos ha compartido. Foto de la fiesta de nuestro matrimonio el 17 de julio de 1969, en la casa de mi marido, de izquierda a derecha, Tomás Benjamín Hinrichsen Ramírez, Cristián, Juan Carlos, Sra. María Victoria Ramírez de Hin...
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