Libro Rojo y Negro de Editorial ESCAPARATE
Junto con saludarlo/a , tenemos el agrado de invitarlo/a al lanzamiento de un nuevo libro de la Colección ROJO y NEGRO .
Atentamente
Miguel Soto
Para un analisis del poder popular y los comandos populares impulsados por el MIR, ver
el interesante articulo de Leiva:
http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D12517%2526ISID%253D494,00.html
Comenta Franck Gaudichaud,Le Monde Diplomatique (2003)
«Suena casi raro hablar hoy de todo esto, a veces me parece como si se tratara de un sueño…» En 1972-1973, Mario Olivares era un joven obrero metalúrgico y delegado del cordón industrial Vicuña Mackenna. Efectivamente, vivió un sueño, un sueño despierto, compartido por miles de hombres y mujeres, trabajadores y militantes de la izquierda chilena. En esa época, Hernán Ortega, presidente de la Coordinadora de los cordones industriales de Santiago -nuevas organizaciones de base surgidas en reacción a la gran huelga patronal de octubre de 1972 (1)-, milita en el Partido Socialista. «Para mí, dice, así como para todos los chilenos, la Unidad Popular significaba la aspiración a una sociedad distinta, más democrática, más igualitaria, que permitiera a los trabajadores alcanzar un crecimiento pleno y cabal, no sólo desde el punto de vista económico sino también del desarrollo integral del ser humano».
Una coalición llevó al poder al presidente Salvador Allende. La «vía chilena hacia el socialismo», fortalecida por la dinámica de la lucha obrera, campesina y de los «pobladores» (2) no está, por supuesto, exenta de contradicciones. Así, este movimiento presiona a la dirigencia de la Central Única de los Trabajadores (CUT) (3), dominada por el Partido Comunista, primer partido obrero del país y fuerza que representa el ala más moderada dentro del gobierno. La central se afianza como la correa de trasmisión del ejecutivo, en especial haciéndose cargo del «sistema de participación de los trabajadores» dentro de las empresas nacionalizadas, «el Área social de producción».
Sin embargo, la gran mayoría de los trabajadores se encuentra fuera de esa influencia directa, por no tener derecho a sindicalizarse ni perspectiva de integración al sistema de participación allendista (4). La fracción más radicalizada del movimiento obrero, opuesta a la pasividad y amenazada por el desarrollo del mercado negro y los boicots patronales, se organiza en forma independiente del gobierno. Esta dinámica se traduce en un número creciente de empresas ocupadas con vistas a su nacionalización, un aumento de la cantidad de huelgas y, en el campo, en la extensión de las tierras expropiadas, mucho más allá de las reformas anunciadas por Salvador Allende.
Tengo tu blog en mis favoritos y siempre que entro en internet lo leo!
ResponderBorrarme da verguenza dejar comentarios y por eso nunca los deje, pero leerlo lo leo ;)
un beso
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