NAHIR GALARZA y el patriarcado
Desde el 29 de diciembre de 2017 nunca estuvo en duda que había sido la autora: ella confesó que le disparó por la espalda con el arma reglamentaria de su padre Marcelo Galarza. Está detenida desde entonces. El tribunal de Gualeguaychú la condenó por el delito de homicidio agravado por el vínculo y el uso de arma de fuego. Unas 300 personas se acercaron hasta la entrada de la sede judicial para aplaudir la resolución del Tribunal.
Nahir Galarza como objeto de consumo
El caso de Nahir llamó la atención porque es una mujer joven de clase media. Rubia, flaca, bonita: nada en el sentido común que encaje en el lugar de victimaria. Algunos medios la construyeron como un personaje para ser consumido: “podía ser un ángel, un demonio y para la mayoría sería atractiva”, dijo Clarín desde uno de sus titulares. La nota sigue allí, pero el título cambió pronto: quizás recordaba demasiado al escándalo que desató cuando titularon “perfil de una adolescente sin rumbo” para hablar del femicidio de Melina Romero.
Durante el juicio, el fiscal Sergio Rondoni Caffa anunció que había un vídeo de ella teniendo sexo con Pastorizzo que probaría el vínculo. Ella le dijo al fiscal que si mostraba las imágenes sería el culpable de su suicidio. Todos estos hechos fueron títulos de noticia. El video no apareció en el juicio, pero hubo miles de búsquedas en Google. El fogoneo sobre su aspecto físico significó que su imagen e intimidad no le pertenecían: podían ser usadas para el morbo ajeno.
En las redes sociales propusieron un ejercicio: intentar recordar los nombres de los asesinos de Melina Romero, Erica Soriano, Ángeles Rawson, María Soledad Morales, Candela Sol Rodríguez, Natalia Melmann. Casi ninguno está en nuestra memoria colectiva. Así funciona la lógica de los medios, recordamos a las víctimas porque se habla de ellas. Se las construye como buenas o malas. ¿Pero qué pasa con los victimarios? De ellos no se habla.
El “caso Nahir Galarza” rompe está lógica: poco interesan los detalles de la vida de Fernando porque no es él quien está bajo la lupa. Un cambio necesario: que las víctimas no sean sometidas a una autopsia mediática. Pero ¿dejarán los medios de poner el foco inquisidor contra las víctimas? ¿O sólo hablan hoy de Nahir porque pueden juzgarla con la misma mirada machista que a una mujer víctima?
Una relación violenta es una relación patriarcal
Cuando se conoció el caso, muchos referentes machistas lo utilizaron como un argumento contra el Ni Una Menos. Las redes se llenaron del hashtag #NadieMenos y en Cosecha Roja nos preguntamos si efectivamente era así o si nos tenía que ayudar a pensar en cómo se construyen las parejas. ¿Estamos educando a nuestras jóvenes para que sean sanas y libres, o enseñando que la única forma de vivir es al lado de un varón?
El “te amo para siempre” que ella escribió en las redes sociales y que los medios leyeron como un acto de psicopatía puede entenderse como un ejemplo de cómo el machismo atraviesa toda las relaciones. El crimen cometido por Nahir está dentro de la lógica del patriarcado. La lógica de la simbiosis, de no poder ser unx mismx sin otro que me sostenga, del ‘juntxs para toda la vida’, es el reverso del “te amo y por eso te mato”.
Nahir entró en la historia criminal argentina. Los medios la ubicaron junto al Petiso Orejudo, Robledo Puch, la familia Puccio. Un diario, incluso, la definió como una de las asesinas “más peligrosas”. ¿Cómo llega una chica de 19 años a la vitrina del salón de la fama criminal junto a asesinos seriales? ¿Por qué en un país en el que se cometen casi 300 femicidios por año, el caso de una chica que asesina a su pareja ocupa horas en los noticieros y se convierte en tema principal de los principales portales?
Por el perfil de la asesina y la construcción que hacen los medios del personaje: es mujer, rubia, flaca, linda, adolescente, de clase media.
El juicio oral y público comenzó el 4 de junio Nahir fue condenada a prisión perpetua el 3 de julio. La celeridad tiene relación con la mediatización del caso pero también con otros factores: la confesión de la asesina, la simpleza del caso, los tiempos procesales de la justicia entrerriana. La condena se condice con el crimen por el que fue imputada. Pero ¿cuántos años hay que esperar para una condena a un femicida? ¿En cuántos casos la figura se corresponde? ¿En cuántos hay penas tan altas?
Cosecha Roja
Cosecha Roja es la Red Latinoamericana de Periodistas Judiciales
Comentarios
Publicar un comentario