México. La
compañera Selena tiene 16 años. Con el encanto de una narración en
primera persona, comparte información política vital sobre la agresión
reciente al Caracol de la Realidad.
Ella es una jóvena, nació ya en el
zapatismo y se formó en y con la educación autónoma. No conoce
restricciones de género ni de edad. Fue nombrada para un puesto delicado
e indispensable para la supervivencia del colectivo: una autoridad
que logra registrar para luego compartir con las comunidades lo que
escuchó, descubrió y aprendió. Nadie duda de su veracidad, de su
entereza, de su fuerza ni de la fidelidad de los datos que comunica. Ya
fue entrenada para ello y por esas cualidades se la eligió en asamblea
colectiva para esta comisión.
¡Y es una niña de 16 años! Afuera se les
considera niñas a las menores de 18 años. Todavía no pueden votar y
cuando delinquen, son encerradas en cárceles para “menores”. Pero
Selena no es producto de esa sociedad de afuera, de esas leyes donde el
Estado es el que las viola primero. Ella no nació entre la gente que
tiene que comprar la justicia, como nosotras. No tiene que venderse,
apocarse ni apenarse, como las jóvenas que conozco afuera, y que
frecuentemente se restringen a sí mismas de tomar puestos protagónicos.
Además, las “niñas” de 16 años son ahora
el objeto preferido de la trata de mujeres. Se desaparecen en las
calles de las grandes ciudades mexicanas y a veces en el campo. Los
padres envían mensajes desesperados para recuperarlas. A veces, las
chicas de esa edad migran desde Centroamérica y, al pasar por México,
son secuestradas, abusadas, violadas y vendidas a las redes de
pornografía y prostitución. Son particularmente vulnerables por ser
niñas, mujeres y jóvenes. Para los criminales son la materia considerada
ideal por su vulnerabilidad social para la extorsión, la violación, el
abuso y el asesinato impune.
Pero Selena es zapatista y ahí, en el
Chiapas zapatista, nació y creció. Vivió toda su vida adentro del
territorio zapatista -que ya cumplió sus 20 años en lucha. Ahí tomo
conciencia, y no sólo de pertenecer a un pueblo indígena de México, de
ser una maya tojolabal probablemente por pertenecer a La Realidad. Ella
está no sólo orgullosa de su identidad, sino también de su ser mujer.
Mujer que es compañera en una lucha por la justicia hacia su pueblo.
Mujer que además es jóvena y no tiene que hacer esfuerzos para que la
respeten como jóvena y mujer.
Las jóvenas y jóvenes son
particularmente apreciados para una tarea imprescindible para la
supervivencia de la rebeldía zapatista. Son entrenados como comisión de
escucha. Esta tarea tan importante significa que las comunidades
aledañas dependen, para la información de lo que acontece en el
territorio, de estos escuchas; su defensa oportuna depende de conocer
lo que es peligroso para ellas a través de esta tarea que cumplen las
jóvenes escuchas.
Parece como de nada, y para nuestros
oídos, queda como una comisión que pudiera parecer secundaria. Para el
zapatismo, sus bases de apoyo y la requerida interconexión de todos al
unísono en sus justas luchas, es un quehacer sumamente importante.
Y para Selena y todos los que son
escuchas tampoco es tan difícil. No son sólo jóvenes con una memoria
fresca, son también herederos de las tradiciones milenarias de
transmisión oral. Los pueblos mesoamericanos logran hacer llegar al hoy,
aunque de manera refuncionalizada, creencias, ritos, curaciones,
símbolos y modos de ver el mundo pasándolos oralmente, tomando de los
labios de sus abuelas historias, mitos y tradiciones que llegan hasta el
hoy que viven.
No es difícil para ellos guardar detalle
por detalle una conversación como la que Selena tuvo con el asesino de
Galeano: un tipo que por decencia sólo se reporta como R. Una
conversación que le fue impuesta por ese asesino, un tomarla aparte y
espetarle “te haces (crees) mucho”, como le dicen los machos a las
mujeres jóvenes discretas en las calles hoy. La primera reacción de
Selena fue no contestar, pero el asesino insistió y le espetó: “Párate,
escúchalo lo que te voy a decir”.
Este asesino, indígena también,
seguramente conocido de ella pues lo pudo reconocer, es parte de los
paramilitares promovidos y financiados por los poderes locales (al igual
que hace unos años en la masacre de Acteal) para destruir el Caracol de
la Realidad.
Ella no le tuvo miedo; como jóvena, como
mujer, pudiera haberlo hecho por inmadurez, pero Selena es zapatista y
es vigorosa. Se detuvo, lo encaró de frente y reconoció la importancia
de lo que pudo descubrir en las palabras de ese traidor de su gente.
Selena reporta frase por frase toda la
conversación que escuchó. La podemos leer frase por frase ya que los
escuchas reproducen con fidelidad absolutamente todo, tonos, gestos y
palabra por palabra.
Ante la amenaza expresa de tomar el
Caracol –territorio zapatista corazón de una región – y de destruirlo y
apropiárselo, ella lo reta aún más. No retrocede con penas mujeriles,
sino que usa el lenguaje soez de los machos y lo enfrenta. Y no sólo
eso, sino que no se deja intimidar por la amenaza que el agresor expresa
de violarla, le responde con fuerza incrementada y le revierte la
amenaza a su propio campo.
¿Qué pasa con estas jóvenas? No se
agachan, no se dejan intimidar o asustar, no temen usar todo tipo de
lenguaje aun si tienen que reproducir el de los machos agresivos contra
las mujeres.
¿No lo hemos dicho tantas veces las
feministas que la mejor manera de reaccionar ante posibles agresiones
masculinas es hacer exactamente lo que hizo Selena y portarse como ella
se portó? ¿Porque las niñas zapatistas, me lo pregunto, no sólo lo
saben sino que lo pueden actuar?
¿Qué es lo que logró el tejido social de
lucha zapatista que vigoriza a estas chavas jóvenas y les permite
sobrevivir y defenderse con dignidad ante los asaltos a su integridad?
Selena reproduce su infortunado
encuentro con el asesino, da todos los detalles. Ella salió ilesa del
encuentro. No fue violada ni abusada y viene a traer la información
urgente y decisiva para la defensa de su pueblo, de los zapatistas. Esta
defensa ahora, aquí, en el Movimiento por Justicia del Barrio de Nueva
York y en muchas partes del mundo, se reproduce para evitar que ocurra
otra masacre como la de Acteal.
Porque la defensa pacífica es la
propuesta, propiciada, profundizada y vivida por los zapatistas. Es la
estrategia política de resistencia posible; es producto de hombres y
mujeres conscientes en todo el mundo que decimos ¡no! con ecos que
reverberan por doquier.
¡No a la destrucción de ese otro mundo que ya existe y que viven las zapatistas!
¡Sí a un mundo tan nuevo, que las niñas de 16 años como Selena lo viven y se defienden con su dignidad intocada como mujeres!
09 junio del 2014
Basado en reflexiones de una lectura del Comunicado: Fragmentos de la Realidad I de Subcomandante Insurgente Marcos, Mayo 2014
El 24 de mayo, cientos de
integrantes de Movimiento por Justicia del Barrio, organización de base
comunitaria compuesta mayoritariamente por mujeres migrantes que luchan
por dignidad y contra el desplazamiento neoliberal en Nueva York,
honraron a la vida y lucha del zapatista caído Votán Galeano. Para este
homenaje, la gran feminista, pensadora y activista mexicana Sylvia
Marcos envió reflexiones sobre “Ser Jóvena y Zapatista en La Realidad”.
Durante el homenaje y ante de cientos de mujeres, jóvenas, niñas y
ancianas luchadoras, este texto se compartió.
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