CUBA: ideas en torno a la violencia machista

Cuba: Especialistas abogan por políticas públicas contra violencia machista
Por Sara Más, SEMIAC
(farias@enet.cu)

La Habana, diciembre (Especial de SEMlac).- La sociedad cubana necesita de políticas públicas que se enfoquen a la prevención y atención integral de la violencia contra las mujeres y las niñas, señalaron profesionales, activistas y especialistas de diversos espacios y disciplinas durante el coloquio "Eres más que obedecer", el pasado 9 de diciembre, en La Habana.
"Las políticas son necesarias para que la justicia social y la atención a la violencia dejen de estar solo en el plano de lo formal y pasen al real", consideró la socióloga Iyamira Hernández Rodríguez, al intervenir en la sesión de trabajo convocada por el Centro Oscar Arnulfo Romero y la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes).
Hernández reconoció que hay un camino recorrido, fundamentalmente, desde varias organizaciones no gubernamentales, pero insistió en que este problema social necesita de programas y políticas del Estado y sus instituciones para poderlo atender eficazmente.
Esa no fue la única propuesta derivada del encuentro, que dedicó uno de sus paneles al tema de las identidades no heteronormativas y la violencia hacia mujeres y niñas.
"Casi siempre, cuando se habla de esta violencia, en el imaginario, la representación y las políticas se piensa en mujeres homosexuales, casi nunca en las lesbianas y trans", dijo la psiquiatra Ada Alfonso, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y coordinadora del panel.
A juicio de la psicóloga Carolina Díaz Bravo, parte de las respuestas hay que buscarlas en las representaciones de mujeres y hombres del imaginario social compartido y la construcción de identidad nacional.
Estudios recientes entre jóvenes universitarios citados por Díaz evidencian que, más allá de algunos cambios y rupturas, la imagen masculina prevaleciente sigue siendo la del hombre macho a todo, que justifica la violencia hacia las mujeres y la agresividad frente a otros hombres.
¿Las relaciones que se están generando, entonces, son enriquecedoras? ¿Propician o no la violencia?, se preguntó la experta.
Para el médico Alberto Roque, integrante de la Socumes, la conformación de la identidad y los sujetos está determinada por esa relación y asimilación del poder.
"Está marcada por una matriz heterosexual, a partir de la cual se construyen todas las demás identidades; por una madeja de relaciones culturales, institucionales y estructurales donde se impone el poder de la heterosexualidad", sostuvo el activista por los derechos de las personas LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales).
Roque considera que, en el contexto cubano, las identidades trans y lésbicas están sujetas a la construcción de una masculinidad hegemónica.
"Son las identidades que más precariedad sufren en sus vidas", recalcó. "Las trans son las más sufridas, las que más tienen que establecer mecanismos de supervivencia y lo hacen mediante la asimilación, tratando de ser aceptadas por un mundo heterosexual que no se pretende cambiar".
Se pide, por ejemplo, que se reconozca una cirugía de reasignación sexual como único modo de ser sujeto de derecho y ser una persona aceptada en la familia y la sociedad, detalló. Pero no se construyen los mecanismos de poder y el derecho al goce de una identidad
En el caso de las mujeres lesbianas, dijo, mientras sean más masculinas y radicalmente desafiantes del poder heteronormativo, serán más excluidas. Mientras más bellas y hegemónicas luzcan, mejor aceptadas serán.
Roque contrapuso a ello la teoría queer, la cual reconoce la fluidez del deseo sexual y de los géneros, aboga por el derecho a autonombrarse y por la despatologización y despenalización de los cuerpos, dijo.
Lo queer lucha por la utopía de hacer del mundo un lugar habitable sin distingos en relación con las sexualidades y los géneros, concluyó.
Las discriminaciones y violencias adoptan otras aristas cuando se cruzan otras condiciones a la construcción de género, como el color de la piel, las creencias religiosas o las capacidades especiales, alertaron participantes en la sesión de trabajo.
"Las personas cristianas sufrimos doble violencia porque sufrimos la violencia por los conceptos culturales de la sociedad, pero también por los conceptos teológicos, que veces son mucho más fuertes", señaló Elaine Saralegui, teóloga y pastora de la Iglesia Metropolitana en Cuba.
Con solo un año de creada, su iglesia da la bienvenida a todas las personas, independiente de su orientación sexual y su identidad de género.
"Profesamos un ministerio radicalmente inclusivo no solo con estas cuestiones sino con otras, como las diferentes espiritualidades", aclaró. Ello incluye a personas de espiritualidades afro.
"Hemos bendecido a parejas con personas trans y hemos bautizado a una trans, ya que a estas personas les cierran las puertas de las iglesias".
La literatura es otro espacio que, durante siglos, ha validado la violencia hacia las mujeres y las niñas con un enfoque misógino por excelencia.
"Hay una construcción de la mujer en la literatura como ser negativo, peligroso, que crea destrucción y caos; un ser que el hombre no conoce y del cual debe dudar", explicó la filóloga Tersa de Jesús, al intervenir en el segundo panel de debate: Violencias hacia las mujeres. Perspectivas desde las artes.
"Resultado de una construcción del patriarcado, hay toda una literatura que justifica y privilegia como mejores las relaciones y el parecer de los hombres, que naturaliza la violencia y hace que no la notemos en nuestras casas, calles, centros laborales y escuelas", reconoció la especialista del Cenesex.
Silencios, tabúes y estereotipos se reproducen en los medios de comunicación y las industrias culturales a la hora de representar conflictos y escenas de violencia hacia las mujeres y las niñas, incluidas lesbianas y trans.
Para la periodista Mildred Obourke, se impone transgredir las barreras que hay en los medios, aprovechar aún más las redes sociales, humanizar las historias y profundizar en el conocimiento de estos temas, para poder abrirle paso a un nuevo discurso al respecto.
"Todavía hay mucha reticencia hacia los temas de género en las academias", sostuvo Karina Paz, profesora de género y audiovisual en las facultades universitarias de Letras y Medios Audiovisuales.
Los conocimientos y herramientas relativos a la teoría de género se mantienen como asignaturas optativas en la mayoría de las carreras de la enseñanza superior. Solo en Sociología se contempla como parte del currículo de formación regular de pregrado.
De ahí que se insistiera en la necesidad de superación y aprendizaje por parte de profesionales de la comunicación y equipos de realización de audiovisuales, para poder representar eficazmente la violencia de género en sus obras y mensajes.
Haber participado en espacios de debate sobre este problema le permitió a Lenna Pérez Cruzata, realizadora de televisión, acercarse a este tema con una apreciación concreta.
Pérez Cruzata es una de las realizadoras de la serie "Rompiendo el silencio", que se estrena este fin de año en la televisión cubana de alcance nacional para tratar en nueve capítulos diferentes expresiones de violencia hacia las mujeres y las niñas.
"La visión de la serie fue cambiando según fuimos transitando por estos espacios de aprendizaje, desde el trabajo de guion, durante el rodaje y el intercambio con los actores", reconoció en entrevista con SEMlac.
La asesoría especializada cobra mayor valor porque la presencia de estos problemas en los medios no responde a una estrategia ni a una política específica.
"Las personas que decidimos abordar el tema lo hacemos por compromiso puramente personal y en el camino logramos sensibilizar a personas que se percatan de la importancia del tema", comentó Marisel Pestana, asesora de la serie.
Propuestas de este tipo, que aúnan a creadores, creadoras y especialistas, es lo que nos va a permitir avanzar, expuso a SEMlac, como ejemplo, Mareelén Díaz Tenorio, subdirectora de OAR. "Ninguno de nosotros, trabajando solos, podemos lograrlo".
"Tenemos una misma meta frente al problema de la violencia hacia las mujeres y las niñas: una política pública mediante la cual el Estado centralice la atención, prevención y rehabilitación, en términos de salud, justicia, educación, protección y atención social", concluyó.

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