Muchachas trans: una red para andar

Una red para andar
Por Lirians Gordillo Piña / Foto: SEMlac

Yuris Enriques Delgado es una joven ingeniera informática graduada de la Universidad de Camagüey, en el oriente del país. Actualmente trabaja como programadora en la Dirección Provincial de Cultura. Su historia ejemplifica la importancia de las redes de apoyo para enfrentar la violencia y la discriminación.
“Quiero crecer cada día como profesional y como persona, aportar mi granito de arena para cambiar lo que debe ser cambiado. Tener mi propio espacio y vivir con mi pareja”, afirma Yuris.
¿Qué apoyos han sido fundamentales en tu vida?
Fui una persona afeminada toda mi vida y la sociedad se esfuerza en excluirte. Yo, que no sabía lo que era en aquel momento, me vi etiquetada desde que era un niño.
Desde el principio mi familia se dio cuenta de que me gustaban cosas diferentes, que caminaba diferente, jugaba de manera diferente. Y cuando digo diferente me estoy refiriendo a que me atraía lo que usualmente se le asigna al sexo femenino.
Entonces mi familia se preparó con tiempo, para cuando yo fuera mayor; me familia me apoyó bastante desde el inicio porque no me discriminaba ni sacaba a relucir el tema de mi identidad y orientación sexual, simplemente me dejaban que viviera mi vida y que fuera decidiendo.
Mis amistades fueron muy importantes, sobre todo, en la adolescencia, porque eran las personas con quienes yo compartía mis visiones, mis criterios y quienes dialogaban conmigo. Es muy bueno conversar con otras personas que te ayuden a ver otros puntos de vista, porque a veces estás tan concentrado en los problemas que no encuentras la solución.
Comencé a vestirme de mujer por una casualidad, para una fiesta de disfraces en tercer año de la carrera. Una amiga lo sugirió y lo hice. En la fiesta fui una sensación. Ahí comenzó el proceso. Otras amistades trans me ayudaron mucho y me instruyeron.
Yo les agradezco mucho a mi familia y a mis amistades. Gracias a ellos soy quien soy y he llegado hasta aquí.


¿Cuáles obstáculos tuviste que enfrentar en este camino?
Yo creo que los obstáculos se los pone una misma, pero hay que reconocer que otras personas te hacen difícil el camino. Quizá me demoré un poco en llegar a vestirme de mujer porque la sociedad no lo ve bien.
En las escuelas, el bullying (acoso) es evidente y las personas te rechazan. Pero en las universidades los reglamentos no restringen mucho. Al menos, desde mi experiencia.
Es muy importante educar al profesorado de todos los niveles de enseñanza. Pero en las universidades es fundamental porque de allí salen los futuros profesionales, dirigentes del país, padres y madres. Y si el profesorado no está sensibilizado, tampoco lo estarán las personas que luego, en el espacio laboral, a partir de su desconocimiento, van a generar rechazo y bullying en los centros de trabajo.

¿Qué recomendaciones darías a otras muchachas trans?
Yo les diría: ¡sé tú misma!, porque al final vas a vivir una vida ajena que no te pertenece. Y siempre van a existir dificultades, vistiéndote de hombre o de mujer. Hay otras personas que lo hacen, siguen adelante y tienen una vida. Hay que dar el primer paso porque, si no, no vas a saber si lo que viene es bueno o malo.
Una tiene que trazarse objetivos y reconocer los obstáculos para avanzar, porque una vez superados, la meta está más cerca. La educación es lo más básico, porque en este país necesitas estudiar. El nivel medio es lo mínimo que te exigen para trabajar. Si no estudiaste, ¿cómo vas a buscar un empleo?
En las escuelas es muy complejo, porque son muchos adolescentes y jóvenes reunidos en un mismo lugar, con personalidades y pensamientos muy diferentes. Pero no puedes enfrentar con violencia a alguien que te está violentando, porque generas más violencia y, probablemente, el más perjudicado seas tú mismo. Mi consejo es tener oídos sordos a ciertos comentarios, pues muchas veces la gente no piensa lo que está diciendo y haciendo. También hay que apoyarse en las amistades para la comunicación con otras personas a quienes no tiene que gustarle tu forma de vestir o de ser, pero sí tienen que respetarte.



Por Lirians Gordillo Piña / Foto: SEMlac

Yuris Enriques Delgado es una joven ingeniera informática graduada de la Universidad de Camagüey, en el oriente del país. Actualmente trabaja como programadora en la Dirección Provincial de Cultura. Su historia ejemplifica la importancia de las redes de apoyo para enfrentar la violencia y la discriminación.
“Quiero crecer cada día como profesional y como persona, aportar mi granito de arena para cambiar lo que debe ser cambiado. Tener mi propio espacio y vivir con mi pareja”, afirma Yuris.
¿Qué apoyos han sido fundamentales en tu vida?
Fui una persona afeminada toda mi vida y la sociedad se esfuerza en excluirte. Yo, que no sabía lo que era en aquel momento, me vi etiquetada desde que era un niño.
Desde el principio mi familia se dio cuenta de que me gustaban cosas diferentes, que caminaba diferente, jugaba de manera diferente. Y cuando digo diferente me estoy refiriendo a que me atraía lo que usualmente se le asigna al sexo femenino.
Entonces mi familia se preparó con tiempo, para cuando yo fuera mayor; me familia me apoyó bastante desde el inicio porque no me discriminaba ni sacaba a relucir el tema de mi identidad y orientación sexual, simplemente me dejaban que viviera mi vida y que fuera decidiendo.
Mis amistades fueron muy importantes, sobre todo, en la adolescencia, porque eran las personas con quienes yo compartía mis visiones, mis criterios y quienes dialogaban conmigo. Es muy bueno conversar con otras personas que te ayuden a ver otros puntos de vista, porque a veces estás tan concentrado en los problemas que no encuentras la solución.
Comencé a vestirme de mujer por una casualidad, para una fiesta de disfraces en tercer año de la carrera. Una amiga lo sugirió y lo hice. En la fiesta fui una sensación. Ahí comenzó el proceso. Otras amistades trans me ayudaron mucho y me instruyeron.
Yo les agradezco mucho a mi familia y a mis amistades. Gracias a ellos soy quien soy y he llegado hasta aquí.


¿Cuáles obstáculos tuviste que enfrentar en este camino?
Yo creo que los obstáculos se los pone una misma, pero hay que reconocer que otras personas te hacen difícil el camino. Quizá me demoré un poco en llegar a vestirme de mujer porque la sociedad no lo ve bien.
En las escuelas, el bullying (acoso) es evidente y las personas te rechazan. Pero en las universidades los reglamentos no restringen mucho. Al menos, desde mi experiencia.
Es muy importante educar al profesorado de todos los niveles de enseñanza. Pero en las universidades es fundamental porque de allí salen los futuros profesionales, dirigentes del país, padres y madres. Y si el profesorado no está sensibilizado, tampoco lo estarán las personas que luego, en el espacio laboral, a partir de su desconocimiento, van a generar rechazo y bullying en los centros de trabajo.

¿Qué recomendaciones darías a otras muchachas trans?
Yo les diría: ¡sé tú misma!, porque al final vas a vivir una vida ajena que no te pertenece. Y siempre van a existir dificultades, vistiéndote de hombre o de mujer. Hay otras personas que lo hacen, siguen adelante y tienen una vida. Hay que dar el primer paso porque, si no, no vas a saber si lo que viene es bueno o malo.
Una tiene que trazarse objetivos y reconocer los obstáculos para avanzar, porque una vez superados, la meta está más cerca. La educación es lo más básico, porque en este país necesitas estudiar. El nivel medio es lo mínimo que te exigen para trabajar. Si no estudiaste, ¿cómo vas a buscar un empleo?
En las escuelas es muy complejo, porque son muchos adolescentes y jóvenes reunidos en un mismo lugar, con personalidades y pensamientos muy diferentes. Pero no puedes enfrentar con violencia a alguien que te está violentando, porque generas más violencia y, probablemente, el más perjudicado seas tú mismo. Mi consejo es tener oídos sordos a ciertos comentarios, pues muchas veces la gente no piensa lo que está diciendo y haciendo. También hay que apoyarse en las amistades para la comunicación con otras personas a quienes no tiene que gustarle tu forma de vestir o de ser, pero sí tienen que respetarte.

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