CUBA: el trabajo que no se ve, no se paga
Prof. Magela Romero Almodóvar
El trabajo que no se ve ni se paga
Por Sara Más / saramas_2000@yahoo.com
El trabajo que se produce en los hogares sigue subvalorado social y económicamente, no se le llama trabajo, pocas veces se paga, abarca muchas facetas imprescindibles de la vida y sigue recayendo, sobre todo, en las mujeres.
"Si yo tuviera que pagarle a una persona por lavar y planchar, a otra por limpiar y a una tercera por hacer la comida, los dos salarios que entran a esta casa no alcanzarían para pagarles lo que ahora yo hago, sin cobrar un centavo", asegura Carmen Suárez, residente en la capital cubana.
Suárez está consciente de que contratar esos servicios es un lujo que su familia no puede darse, aunque ella y su esposo trabajan como profesionales. "Pero igual hay que alimentarse, vestirse y tener salud para vivir", señala.
También reconoce que a veces recibe la ayuda de su compañero y su hijo en algunas labores, como compra de comida, mandados, tareas de mantenimiento y otras; pero el peso y organización de la vida doméstica, el día a día, recae en ella.
Cuando a pedido de SEMlac hace la lista de sus ocupaciones -por las que cobra y las que no-, este es el resumen: auxiliar de contabilidad asalariada y lavandera, cocinera, limpiadora, planchadora, educadora escolar, costurera, repostera, administradora de recursos y cuidadora de enfermos totalmente gratuita en casa.
"Parezco una mujer orquesta", concluye asombrada mientras enumera y va marcando cada oficio con los dedos de sus manos. "Y puede que olvide algo", acota finalmente.
No incluido aún en las cuentas nacionales del país y subvalorado socialmente en comparación con el trabajo aplicado a la producción para el mercado, el trabajo doméstico no remunerado llama la atención de especialistas de diversas disciplinas en la isla.
Los análisis casi siempre aluden al trabajo visto como empleo remunerado y obvian los aportes y reservas de productividad del trabajo no remunerado, en su mayoría protagonizado por mujeres, advierten la economista Teresa Lara y la socióloga Dayma Echeverría.
"Las mujeres con su trabajo doméstico y de cuidado garantizan que su familia se integre al desarrollo socio económico, que los hijos estudien, que el esposo trabaje, que la familia se alimente, la limpieza, administración y organización del hogar", suscriben ambas en "Las mujeres: reservas potenciales e invisibles de productividad", ponencia presentada en junio pasado en un seminario del Centro de Estudios de la Economía Cubana.
La socióloga Magela Romero Almodóvar, profesora de la Universidad de La Habana, entrevistó en 2009 a un grupo de 39 trabajadoras domésticas a tiempo completo, no remuneradas, entre 17 y 60 años de edad y con pareja, en el reparto Alamar, en las afueras de la ciudad de La Habana.
Entre otros aspectos, Romero Almodóvar comprobó que más de la mitad manifestó tener situaciones familiares complejas, por lo cual la decisión de quedarse en casa como trabajadora doméstica era garantía para que otros familiares pudieran estudiar o ejercer sus profesione
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