CUBA:NARA ARAÚJO, UNA GRAN DAMA DE LA CULTURA
Marta y Nara, foto de Nela Rio, Arcata, California, 2001
Apenas iniciado este año, la cultura cubana sufrió una
pérdida relevante, con el fallecimiento de la profesora,
investigadora y ensayista Nara Araújo Carruana.
Nacida en La Habana en 1945, nadie, aunque mucho la
conociera, podía suponer que tenía másde seis décadas
de existencia. Su disponibilidad, su afán perpetuo de
actualización en el terreno intelectual, el desenfado de
su trato con discípulos, académicos, escritores, daban
la impresión de una juventud perpetua.
Hablar de Nara significa referirse, en primer término, a
una pedagoga, a alguien que sentó cátedra, siempre a
partir de la más alta exigencia de calidad. No sólo era
un placer escuchar sus conferencias, sino que contribuyó
a la renovación de los estudios teóricos en la Escuela de
Letras de la Universidad habanera con su selección de
Textos de teoríay crítica literaria. No hay que olvidar que
recibió las codiciadas Palmas Académicas en Francia,
así como otras distinciones que ella sabía llevar con esa
naturalidad que sólo tienen los/as grandes de espíritu.
Fue también una de las impulsoras de los estudios
“de género” en el país. Su agudísima mirada se detuvo
en la escritura femenina de diversas épocas y latitudes.
El libro Viajeras al Caribe, publicado en 1983 es ya un
volumen imprescindible sobre esta materia, sin que por
eso tengamos en menos la calidad de sus recopilaciones
de ensayos más breves, El alfiler y la mariposa y
Diálogos en el umbral.
Fui uno de los privilegiados testigos de su discurso de
ingreso a la Academia Cubana de la Lengua. Versaba
sobre la imagen que de nuestra Isla habían ido fijando un
grupo de viajeros. Era descubrirnos desde la mirada del
otro, desde la alteridad, y aunque su exposición estaba
marcada por el más riguroso análisis teórico, la gentileza
y amenidad de su estilo hacían que mantuviera la atención
del auditorio en vilo. Muy poco tiempo pudo ella ocupar
su sillón académico, pero desde él tuvo una labor utilísima
como Secretaria, a la que importaban no sólo el orden y
puntualidad de los documentos sino el trato humano,
ecuménico y congregante que limaba muchas asperezas
y facilitaba el trabajo de la institución.
Entre los días que quedarán definitivamente impresos
en mi memoria, estará esa mañana invernal en que un
lloroso cortejo acompañó la urna con sus cenizas hasta
el jardín del antiguo convento de San Francisco, para ser
depositadas junto a las de su esposo, el narrador y perio
dista Lisandro Otero, fallecido hacía apenas un año. El
que derramaran lágrimas por ella tanto figuras notables
del mundo académico, como estudiantes sencillos era
la expresión más elocuente de una grandeza humana que
iba más allá del currículo intelectual.Con Nara no sólo
perdimos a una escritora de valor, sino sobre todo, a una
Nara Araújo Carruana (La Habana 1945-2009), reconocida
investigadora, ensayista y crítica de arte, ingresó en la
Academia Cubana de la Lengua el 18 de abril de 2008
como académica de número para ocupar el sillón de la
letra Ñ.
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