ESPANA / EEUU::Sofía Novoa y la Generación del 27
Nacida en 1902, la pianista viguesa pasó por la Residencia de Señoritas, sufrió el exilio republicano y terminó de catedrática en Nueva York
Una viguesa convivió con la Generación del 27 a través de la música. Sofía Novoa, nacida en Vigo en 1902, tuvo una vida apasionante en la que se integró en la intelectualidad de Madrid y, tras padecer el exilio republicano, se consagró como catedrática en Nueva York.
El padre de Sofía, Joaquín Novoa Barros, era gerente de una consignataria viguesa y un activo político de izquierdas. Fue colaborador del periódico La Lucha, amigo personal de Pablo Iglesias y presidente de la Conjunción Republicano-Socialista de Vigo. Entre las amistades de don Joaquín estaba también el hijo de la jurista Concepción Arenal, Fernando García Arenal, ingeniero de Caminos y profesor que fue un gran renovador de la Escuela de Artes y Oficios. Era, a su vez, amigo del fundador de la Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, quien pasaba sus vacaciones de verano en Vigo. El resultado de esta ensalada de amistades fue que Sofía Novoa, ya desde niña, estuvo relacionada con lo más granado y avanzado en educación.
Sus hermanos obtuvieron plaza en Madrid en la Residencia de Estudiantes. Y ella misma, después, podría ingresar en su homóloga femenina, la Residencia de Señoritas, el primer centro oficial dedicado en España a promover la educación universitaria de las mujeres.
En 1925, Sofía Novoa se titula en solfeo, armonía y piano en Madrid, con premio extraordinario. Luego, ampliará estudios en Lisboa y obtendrá una beca JAE en París-Fontainebleau que no podrá disfrutar por el estallido de la Guerra Civil.
La viguesa pasa largas temporadas en la Residencia de Señoritas, relacionándose también con los ilustres vecinos de la Residencia de Estudiantes, como Dalí, Buñuel o Lorca. A algunos miembros de la Generación del 27 se los encontrará posteriormente, en el exilio americano.
Sofía Novoa aboga por incorporar la música a todos los estudios. Elvira Meilán recoge en una monografía una carta de la musicóloga viguesa en la que defiende el valor transversal de la música: «Sí, es importante el estudio de la música aun para los no profesionales pues al estudiarla se capacita a la persona para recibir un deleite espiritual más hondo, que le está vedado a quien no tiene estos conocimientos aun cuando tenga sensibilidad».
En 1937, Novoa se ve obligada a exiliarse. Así que zarpa de Lisboa rumbo a Estados Unidos, donde se matricula a su llegada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Columbia. Aquí mantendría relación con exiliados como Jorge Guillén, Pedro Salinas o Pilar Madariaga. En 1949 logró regresar a Madrid para defender su tesis doctoral en la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense.
Pero su lugar en el mundo ya estaba al otro lado del océano. Sus convicciones democráticas, en una familia netamente republicana, sin duda le impedían residir en la dictadura franquista. Donde, además, sus opciones académicas habrían sido casi nulas.
El historiador Ricardo Gurriarán relata que en Estados Unidos tuvo el éxito que le fue hurtado en España: tras dar clases de español en la Universidad de Columbia «se asentó definitivamente en el Vassar (Poughhkeepsie, estado de New York), donde alcanzó el grado de Professor (catedrática) y directora del Departamento de Español, hasta su jubilación, en 1967. (...) También impartió cursos de verano en la Universidad de Middlebury (Estado de Vermont)».
Tras su retiro, Sofía Novoa volvió a España y se instaló en Madrid, aunque pasaba los veranos en Vigo. Falleció en 1987 y sus cenizas reposan en el cementerio de Cangas, como fue su voluntad.
La que fue la música de la Generación del 27 sin duda merecería un homenaje de la ciudad que la vio nacer.
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