Entre escraches, su radio online y tweets a tempo, una nueva generación se suma a HIJOS
Entre escraches, su radio online y tweets a tempo, una nueva generación se suma a HIJOS
La historia de todxs
A casi 23 años de surgida, la agrupación se engrosa con jóvenes que se acercan a militar más allá de historias personales.
HIJOS participa como querellante en diversas causas y también administra la radio online "La Imposible".
Imagen: Cecilia Salas
Imagen: Cecilia Salas
Como
muchas historias de adolescentes, ésta también comenzó en un
campamento. Fue en abril de 1995, en Córdoba, y el contingente no estaba
compuesto por egresados llevados por una empresa privada sino por
jóvenes movilizados en base a un dolor difícil de cicatrizar y a la
necesidad de reconstruir una memoria adulterada. Eran hijos de
desaparecidos por la última dictadura militar, un colectivo que tomó
forma de tal en aquella expedición serrana. Hasta entonces habían sido
una diáspora dispersa entre la inhibición cultural y la impunidad
judicial empujada por el gobierno de Carlos Menem, que indultaba a los
militares condenados y consagraba como jefe castrense a Martín Balza,
quien confesaba abiertamente los vejámenes cometidos por su casta entre
1976 y 1983.
“El país debe asumir su propia historia”,
concluía la carta inicial de la flamante agrupación Hijos por la
Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, publicada en
Página/12. Esa proclama era precisamente la contracara de lo que el
actual gobierno estimula entre su afán de marketing y slogans confusos
tipo “mirar para adelante sin reparar en el pasado”.
Asumir la propia historia implicaba hacerse
cargo y pasar a lo ejecutivo para que la lucha no evanesciera en lo
testimonial. Así surgió la acción característica de HIJOS, el escrache.
Un exitoso dispositivo que no sólo cumplió con su objetivo inicial de
generar condena social allí donde faltaba la judicial, sino que también
hizo ancho un relato que se volvió inclusivo al arrimar voluntades más
allá de la sangre y de los vínculos filiales con las víctimas del
terrorismo de Estado.
Giselle Tepper es una de la exponentes de este
fenómeno que se dinamizó con el tiempo: la incorporación a HIJOS de
personas que, justamente, no eran hijos. “Muchos dejaron de pensarse
como hijos de militantes para verse, directamente, como militantes en
sí”, define. “HIJOS se formó en un momento de plena impunidad, cuando
los genocidas caminaban por la calle y hablaban en televisión. Creo que
eso generó el acercamiento de quienes sentimos que los delitos de lesa
humanidad afectaban a toda la sociedad. Cuando la agrupación empezó a
pensarse más fuertemente con una idea que usamos como frase, y que dice
que
‘somos todos hijos e hijas de la misma historia’, abrió una mirada
que antes no teníamos tan incorporada quienes no somos familiares de
víctimas directas del terrorismo de Estado. Se comenzó a pensar que
somos parte de la misma lucha.”
A partir de 2006 se reabrieron los juicios,
tras la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, pero
los escraches continuaron enfocados en la sombra que se mantenía
oculta: la de los responsables civiles de la última dictadura. Y la
mecánica volvió a imponerse en los últimos meses “para denunciar
retrocesos, como los de los genocidas excarcelados o con el beneficio de
la domiciliaria”, enfatiza Giselle, que es encargada de la comunicación
de HIJOS Capital. Y la autora de los tweets de la agrupación, entre
ellos el viralizado sobre la muerte del recordman en condenas a perpetua
por delitos de lesa humanidad Luciano Benjamín Menéndez.
Aunque el más recordado fue
el escrache al represor Jorge Rafael Videla, en 2006, en su
departamento de Avenida Cabildo (que decoraron con bombuchas llenas de
pintura roja arrojadas desde una grúa), el primero se lo habían hecho
nueve años antes a Jorge Magnacco, obstetra de la ESMA quien arrebató
del vientre materno y entregó a apropiadores a varios de los hijos de
HIJOS. Fue a él a quien justamente escracharon el fin de semana pasado
después de una serie de acciones que incluyeron evidenciar cómo había
vulnerado la prisión domiciliaria mientras era sometido a juicio de una
manera ridícula para alguien tan siniestro: después de declarar en los
tribunales de Comodoro Py, volvía caminando a su casa en la zona coqueta
de Retiro para ir a comprar facturas a una panadería que, encima, se
llamaba “Los nenes”.
A 23 años de su fundación, hoy los hijos de
HIJOS y sus herederos en la lucha siguen empujando el carro y
participando también de otras acciones que van desde ser querellantes en
diversas causas hasta administrar la radio online La Imposible
en La Casa de la Militancia, su edificio en la ex ESMA, donde opera la
regional Capital, la más voluminosa de las 35 de esta organización, diez
de las cuales están en el exterior.
“Mantenemos muchos de los objetivos con los que
se empezó, como la restitución de la identidad de los hermanos
apropiados, el juicio y castigo a todos los genocidas y partícipes
civiles y la reivindicación de los 30 mil detenidos-desaparecidos”,
repasa Tepper. “Hace dos años, además, se retomó una consigna que había
dejado de usarse: el reclamo por la libertad de presos políticos. La
lucha contra la impunidad y el respeto por los derechos humanos son dos
de los ejes principales.”
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