CUBA: la violencia machista está naturalizada en la población cubana
Las victmas de la violencia machista
Por Lirians Gordillo Piña
(liriansgp@gmail.com)
La Habana, abril
(Especial de SEMlac).- La denigración, los chantajes y amenazas
con separarlas de sus hijos e hijas son agresiones que con frecuencia
sufren cubanas víctimas de violencia de género.
"Los niños son un trofeo de guerra, lamentablemente. Constituyen uno de los mecanismos más efectivos que usan los hombres en el ejercicio de la violencia de género contra las mujeres", declara la investigadora Clotilde Proveyer a SEMlac.
Pero no solo ellas son las víctimas directas. La socióloga Iyamira Hernández Pita ha podido comprobar que el maltrato machista también agrede a niñas, niños y adolescentes.
"Desde mi experiencia profesional, he constatado que el ciclo de la violencia no solo afecta a la mujer, sino a hijas e hijos como personas vulnerables. Es típico, en las acciones violentas de los agresores, amenazar a las mujeres con golpear, llevarse de la casa o matar a los hijos, si ellas no ceden a sus peticiones e imposiciones", expone Hernández Pita.
Según la especialista, en el contexto cubano es más frecuente utilizar el chantaje emocional y afectivo, con múltiples vejaciones y la desvalorización del rol materno.
"Tú no sirves ni como madre, no eres capaz de cuidarte a ti misma, ¿cómo vas a ser capaz de cuidar de tus hijos"?, son expresiones que se repiten en los testimonios.
Por temor a la integridad de su descendencia, muchas mujeres perpetúan su condición de víctimas y el sufrimiento crece al sentirse culpables. Pero también algunas historias muestran que la amenaza contra sus infantes puede ser el catalizador de una respuesta más enérgica y para buscar ayuda. En casos extremos, ellas pueden llegar a convertirse en victimarias para defender a sus pequeños.
Cuba es un país reconocido por los avances y protección de la infancia. No obstante, la violencia machista también afecta a niñas, niños y adolescentes. La bibliografía especializada expone los costos para su desarrollo físico, emocional e intelectual.
"Cuando yo sentía a mi mamá llorar, yo lloraba. Era una niña de seis o siete años. Empezaba a llorar porque era mi pretexto para salvar a mi mamá, para atraerla y que se acostara conmigo. Cuando mi mamá se quería ir, yo comenzaba a llorar de nuevo porque, si ella volvía para su cuarto, él seguía peleando, peleando; y sí, alguna vez lo vi golpearla, tirarla al piso", recuerda la protagonista de "Espacio a la felicidad", una entrevista de la periodista Liliana Gómez que aparece en el volumen Sobrevivientes, realizado por SEMlac bajo el sello editorial del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
El libro reúne testimonios de cubanas que han sobrevivido a la violencia por motivos de género. Varias de sus historias muestran vidas marcadas por el maltrato machista desde la infancia.
"Es terrible el efecto que se produce en infantes. Pueden llegar a somatizar todo ese sufrimiento y expresarlo en enfermedades orgánicas", alerta Proveyer.
La protagonista de "Espacio a la felicidad" asocia el comienzo de la epilepsia que padeció durante años con el maltrato de su padre contra su madre.
" Era una niña súper tímida, muy nerviosa, todo eso afectó mi cuerpo. Ingresé en la secundaria y me orinaba en los blúmeres, tenía que pedirle permiso al profesor para salir del aula. Repetí el séptimo grado y yo creo que todo era porque en mi casa no había paz, ni tranquilidad", declara esta cubana residente en la provincia Las Tunas, a 658 kilómetros de La Habana.
Trastornos del sueño, problemas alimentarios, infecciones a repetición, agotamiento, cambios de estado de ánimo e incluso conductas suicidas y de riesgo son algunas de las secuelas en la salud de menores de edad que expone la doctora Ada Caridad Alfonso Rodríguez en su libro Violencia contra las Mujeres. Alerta para el personal de la salud, del año 2015.
Crecer siendo testigos y víctimas de la violencia de género también condiciona aprendizajes y actitudes en la adultez.
Especialistas e investigaciones realizadas en la isla llaman la atención sobre la naturalización de la violencia de género en la sociedad y la familia, y abogan por romper la transmisión de actitudes violentas y valores de sumisión que se pasan de una generación a otra.
Un estudio realizado en el municipio Moa, en la oriental provincia de Holguín, indagó sobre la influencia de la familia en la transmisión de la violencia contra la mujer a partir de estudios de caso.
Los resultados de la investigación, realizada por Yuliuva Hernández García, profesora del Instituto Superior Minero-Metalúrgico de Moa, fueron publicados en el volumen Familia, género y violencia doméstica de 2012.
"Estas mujeres, víctimas o no de la violencia, valoran que la influencia de la familia en ese sentido sigue siendo negativa, en la medida en que, desde ella, se reproduce, legitima y naturaliza en cada generación una cultura que asegura las relaciones de poder", comenta la autora en su artículo.
Proveyer llama a apoyar a las familias y convoca a las redes formales e informales, que tienen la responsabilidad y la posibilidad de brindar ayuda, acompañamiento y garantizar una respuesta efectiva.
"En mi experiencia de trabajo, he podido constatar que los casos más dramáticos suceden cuando las redes de apoyo formales e informales no actúan", opina.
Reconocer la violencia machista como un problema social, de salud y derechos humanos, que afecta el desarrollo humano sostenible, es un reclamo común en activistas, investigaciones y especialistas.
"Aún se trabaja de forma fragmentada, no existe disponibilidad ni accesibilidad a los servicios de atención para la ayuda y se perpetúa la victimización secundaria que prolonga y multiplica el daño", afirma Hernández Pita.
La especialista comparte el criterio de que son necesarias "estrategias de actuación integrada que faciliten la capacitación, para la detección, atención, el tratamiento del daño, sin obviar la atención al agresor, sobre todo lo referido a la impunidad de estos frente a los actos violentos".
Mientras llega la respuesta integral, nacional y efectiva, existen cubanas que logran salir de la violencia machista, se crecen y enseñan a sus hijas a no subyugarse en nombre del amor.
"La experiencia de mis padres me ha servido para hacerme muy fuerte y no perdono nada a las parejas. No es que no haya sufrido nunca violencia o maltrato, pero no lo perdono. A mis hijas las enseño a ser fuertes en ese sentido y mi hermana es así como yo, más independiente, y no perdonamos la violencia", sostiene la protagonista de "Espacio a la felicidad".
"Los niños son un trofeo de guerra, lamentablemente. Constituyen uno de los mecanismos más efectivos que usan los hombres en el ejercicio de la violencia de género contra las mujeres", declara la investigadora Clotilde Proveyer a SEMlac.
Pero no solo ellas son las víctimas directas. La socióloga Iyamira Hernández Pita ha podido comprobar que el maltrato machista también agrede a niñas, niños y adolescentes.
"Desde mi experiencia profesional, he constatado que el ciclo de la violencia no solo afecta a la mujer, sino a hijas e hijos como personas vulnerables. Es típico, en las acciones violentas de los agresores, amenazar a las mujeres con golpear, llevarse de la casa o matar a los hijos, si ellas no ceden a sus peticiones e imposiciones", expone Hernández Pita.
Según la especialista, en el contexto cubano es más frecuente utilizar el chantaje emocional y afectivo, con múltiples vejaciones y la desvalorización del rol materno.
"Tú no sirves ni como madre, no eres capaz de cuidarte a ti misma, ¿cómo vas a ser capaz de cuidar de tus hijos"?, son expresiones que se repiten en los testimonios.
Por temor a la integridad de su descendencia, muchas mujeres perpetúan su condición de víctimas y el sufrimiento crece al sentirse culpables. Pero también algunas historias muestran que la amenaza contra sus infantes puede ser el catalizador de una respuesta más enérgica y para buscar ayuda. En casos extremos, ellas pueden llegar a convertirse en victimarias para defender a sus pequeños.
Cuba es un país reconocido por los avances y protección de la infancia. No obstante, la violencia machista también afecta a niñas, niños y adolescentes. La bibliografía especializada expone los costos para su desarrollo físico, emocional e intelectual.
"Cuando yo sentía a mi mamá llorar, yo lloraba. Era una niña de seis o siete años. Empezaba a llorar porque era mi pretexto para salvar a mi mamá, para atraerla y que se acostara conmigo. Cuando mi mamá se quería ir, yo comenzaba a llorar de nuevo porque, si ella volvía para su cuarto, él seguía peleando, peleando; y sí, alguna vez lo vi golpearla, tirarla al piso", recuerda la protagonista de "Espacio a la felicidad", una entrevista de la periodista Liliana Gómez que aparece en el volumen Sobrevivientes, realizado por SEMlac bajo el sello editorial del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
El libro reúne testimonios de cubanas que han sobrevivido a la violencia por motivos de género. Varias de sus historias muestran vidas marcadas por el maltrato machista desde la infancia.
"Es terrible el efecto que se produce en infantes. Pueden llegar a somatizar todo ese sufrimiento y expresarlo en enfermedades orgánicas", alerta Proveyer.
La protagonista de "Espacio a la felicidad" asocia el comienzo de la epilepsia que padeció durante años con el maltrato de su padre contra su madre.
" Era una niña súper tímida, muy nerviosa, todo eso afectó mi cuerpo. Ingresé en la secundaria y me orinaba en los blúmeres, tenía que pedirle permiso al profesor para salir del aula. Repetí el séptimo grado y yo creo que todo era porque en mi casa no había paz, ni tranquilidad", declara esta cubana residente en la provincia Las Tunas, a 658 kilómetros de La Habana.
Trastornos del sueño, problemas alimentarios, infecciones a repetición, agotamiento, cambios de estado de ánimo e incluso conductas suicidas y de riesgo son algunas de las secuelas en la salud de menores de edad que expone la doctora Ada Caridad Alfonso Rodríguez en su libro Violencia contra las Mujeres. Alerta para el personal de la salud, del año 2015.
Crecer siendo testigos y víctimas de la violencia de género también condiciona aprendizajes y actitudes en la adultez.
Especialistas e investigaciones realizadas en la isla llaman la atención sobre la naturalización de la violencia de género en la sociedad y la familia, y abogan por romper la transmisión de actitudes violentas y valores de sumisión que se pasan de una generación a otra.
Un estudio realizado en el municipio Moa, en la oriental provincia de Holguín, indagó sobre la influencia de la familia en la transmisión de la violencia contra la mujer a partir de estudios de caso.
Los resultados de la investigación, realizada por Yuliuva Hernández García, profesora del Instituto Superior Minero-Metalúrgico de Moa, fueron publicados en el volumen Familia, género y violencia doméstica de 2012.
"Estas mujeres, víctimas o no de la violencia, valoran que la influencia de la familia en ese sentido sigue siendo negativa, en la medida en que, desde ella, se reproduce, legitima y naturaliza en cada generación una cultura que asegura las relaciones de poder", comenta la autora en su artículo.
Proveyer llama a apoyar a las familias y convoca a las redes formales e informales, que tienen la responsabilidad y la posibilidad de brindar ayuda, acompañamiento y garantizar una respuesta efectiva.
"En mi experiencia de trabajo, he podido constatar que los casos más dramáticos suceden cuando las redes de apoyo formales e informales no actúan", opina.
Reconocer la violencia machista como un problema social, de salud y derechos humanos, que afecta el desarrollo humano sostenible, es un reclamo común en activistas, investigaciones y especialistas.
"Aún se trabaja de forma fragmentada, no existe disponibilidad ni accesibilidad a los servicios de atención para la ayuda y se perpetúa la victimización secundaria que prolonga y multiplica el daño", afirma Hernández Pita.
La especialista comparte el criterio de que son necesarias "estrategias de actuación integrada que faciliten la capacitación, para la detección, atención, el tratamiento del daño, sin obviar la atención al agresor, sobre todo lo referido a la impunidad de estos frente a los actos violentos".
Mientras llega la respuesta integral, nacional y efectiva, existen cubanas que logran salir de la violencia machista, se crecen y enseñan a sus hijas a no subyugarse en nombre del amor.
"La experiencia de mis padres me ha servido para hacerme muy fuerte y no perdono nada a las parejas. No es que no haya sufrido nunca violencia o maltrato, pero no lo perdono. A mis hijas las enseño a ser fuertes en ese sentido y mi hermana es así como yo, más independiente, y no perdonamos la violencia", sostiene la protagonista de "Espacio a la felicidad".
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