EXCELENTE ANALISIS de la MILITANCIA DE LAS MUJERES ARGENTINAS


DOS VECES TRANSGRESORAS



El análisis de la participación de las mujeres en la militancia de los años
70, y específicamente de su participación en las organizaciones político-
militares, ocupa un espacio muy reducido en la ya abundante producción
referida a esa época. Los materiales existentes son mayormente testimoniales
(1). Los estudios que trascienden el nivel de la denuncia y el testimonio,
omiten toda referencia a la especificidad de la condición femenina .
No hay en Argentina nada que se parezca a un proceso como el vivido
por ejemplo por las Dignas, de El Salvador (Asociación de Mujeres por la
Dignidad y la Vida), mujeres procedentes del Frente Farabundo Martí de
Liberación Nacional que después de los llamados Acuerdos de Paz en 1992 se
organizaron en tareas civiles y sociales, y desde su asumida condición de
feministas evaluaron su participación en la guerrilla. Por una parte reconocen la
persistencia del machismo en la asignación de tareas de las mujeres que
funcionaron como “apoyo” de los insurgentes, fundamentalmente como
cuidadoras; dentro de la estructura militar, especialmente en la dificultad de las
mujeres, cualesquiera fueran sus méritos, en obtener rangos altos; la
anticoncepción era responsabilidad exclusiva de las mujeres; las militantes que
parían debían dejar sus hijos al cuidado de otras mujeres, familiares o no, pero
fuera del escenario del enfrentamiento armado, y había nula comprensión del
dolor y los conflictos que eso significaba para ellas. El haber dejado a sus hijos
al cuidado de otras se convirtió en un factor de rechazo familiar y social cuando
regresaron a la vida civil, rechazo protagonizado por los mismos que
celebraban el heroísmo de los varones revolucionarios, padres de esos mismos
niños. Esta descripción de las peripecias de la participación femenina en la
guerrilla tiene muchos rasgos en común con lo que ha trascendido de las
mujeres que participaron o participan de situaciones análogas en otros países
de América Central, en Colombia, Perú, o Bolivia.
Pero junto a estas constataciones está la admisión de que la militancia
cambió drásticamente la percepción que esas mujeres tenían de sus propias
capacidades, sus roles y su vida. En muchos casos esos cambios fueron
transitorios y coyunturales: duraron mientras duró la actividad guerrillera.
Muchas ex militantes se acomodaron a los roles más tradicionales posibles
omo condición para volver a ser aceptadas en sus comunidades. En otros,
como el de las militantes de Dignas, se transformó en un replanteo de su
situación en la sociedad a futuro, y en una evaluación de su pasado militante
que no es complaciente, pero que reconoce en aquella experiencia la raíz de
su evolución posterior.

*Versión ampliada, inédita, de lo que originalmente fue la ponencia
“Militancia y transgresión”, leída en las Jornadas de reflexión Historia, género y
política en los 70, 10,11 y 12 de agosto de 2006, organizadas por el Instituto
Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE) de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires; publicada en Andrea Andújar y otros
(comp.)

De minifaldas, militancias y revoluciones
, Buenos Aires, Ed.Luxemburg, 2009.



Feministas vs militantes

Trato de interpretar la diferencia con Argentina: el feminismo y el
movimiento de mujeres cobró en el país cierta fuerza y se hizo visible a partir
de 1984, en una década caracterizada por la valorización de la democracia
institucional, una valorización marcada por el sello alfonsinista. La teoría de los
dos demonios no era el mejor marco para volverse a los años 70, confundidos
en la noche de un horror único. Simplificando, las principales vertientes del
feminismo en Argentina en su desarrollo de los últimos 25 años están
representadas por las denominadas “autónomas” y las denominadas
institucionales”, corrientes opuestas que confluyen por muy diferentes razones
en el rechazo de ese pasado. Las autónomas, de posiciones radicales,
lideraron en los años 90 la oposición a un funcionariado feminista incorporado a
grandes entidades internacionales, desde la ONU, o la OEA, al Banco Mundial;
oposición que extendieron prácticamente a todas las ONGs; en su repudio a las
prácticas conocidas de la política patriarcal englobaron a todos los sectores
políticos y sus metodologías, incluidas las de las organizaciones político-
militares de los 70.
Las “institucionales”, que partieron de las estructuras de la Unión Cívica
Radical, se implantaron en las estructuras de una democracia representativa
fundada en el repudio del pasado reciente, fuera golpista o insurgente, con una
inspiración fuertemente antiperonista.
En cuanto al peronismo, su relación con la militancia femenina está
marcado por la proverbial ambigüedad de la figura de Eva Perón. Su culto, por
momentos idolátrico, pudo servir como fuente de promoción social de la mujer
– el sufragio femenino, la participación política, la inserción en el mundo laboral
y sus derechos - o como una manera de consagrar la unicidad, el carácter
irrepetible de Eva Duarte, salteando por consiguiente el protagonismo de las
mujeres. Se ha señalado cómo ese culto impidió un análisis del fenómeno de la
participación crucial de las mujeres trabajadoras en la formación del
movimiento peronista, e impidió la transmisión más sostenida de esa
experiencia en el desarrollo ulterior del peronismo
(2). Convocadas desde su
condición de esposas y madres, antes a la participación en las Unidades
Básicas y a la lealtad al presidente Perón que a la autonomía económica y al
mundo laboral y profesional, las mujeres se vieron social y políticamente
promovidas. Por otra parte, la misma Eva Perón que exaltaba el hogar no
presentaba ella misma un modelo de vida hogareña. Había salido de su casa
materna a los 15 años y había peleado un lugar como actriz antes de ser la
mujer de Perón y de casarse con él. Su figura fue siempre resistida desde
instituciones como la Iglesia y las Fuerzas Armadas, y todo el antiperonismo,
desde la izquierda a la oligarquía, la calificó sistemáticamente de prostituta.
Cabe preguntarse: ¿Qué escuchaban las obreras, las empleadas
domésticas, las amas de casa de hogares proletarios, en los discursos de Eva
Perón? ¿El mensaje literal, o el aliento de la mujer osada, que sin mayor
consideración por la opinión ajena perseguía sus propios objetivos en un
mundo hostil?
Marta Zabaleta, en una tesis doctoral donde argumenta contra la noción
del conservadurismo de las mujeres latinoamericanas, que estaría ilustrado en
su adhesión al peronismo, ha desarrollado el proceso de adhesión e
identificación de las amas de casa de las clases bajas, de las empleadas
domésticas y de las obreras a la voz de Evita, que escuchaban por radio en sus
discursos, y que era la misma voz que las había cautivado pocos años antes en
las radionovelas que escuchaban desde sus hogares y trabajos. “Para la mayor
parte de esas mujeres [amas de casas pobres, empleadas domésticas] Eva
Duarte había entrado en sus vidas como una voz”(3).

En los años 80, a través de la denominada renovación, el peronismo,
derrotado en las elecciones, para competir dentro de las pautas de una
democracia liberal que nunca había cultivado, se plegó tardíamente al
aprendizaje de las prácticas de organización política propias del partido que
siempre se había negado a ser dada su condición de movimiento. La revista
Unidos es una muestra del repudio de la renovación peronista a la opción de la
lucha armada asumida por sectores peronistas en la década anterior por una
parte, y por otra de su resolución de ignorar la cuestión femenina en su
autocrítica del pasado. Un grupo de mujeres que saco la publicación
Unidas en 1987 tuvo que hacerlo aparte, y la iniciativa duró muy poco (tres números).
Hay que destacar también que si bien en el feminismo hay muchas
mujeres que tuvieron militancia política en aquellos años, esas dos etapas de
sus vidas quedaron separadas, no ha habido un intento, al menos explícito, de
vincular sus móviles para una y otra militancia. Las expresiones que se han
hecho oír son de repudio a ese pasado. En las que no se plegaron a ese
repudio explícito de algún modo entraron en conflicto su lealtad a su pasado
militante con la lealtad a las agrupaciones feministas. Por otra parte, una
cantidad de mujeres que militaron conservaron la misma negativa a la
consideración de una especificidad de la lucha femenina que sostenían durante
su militancia.

los militantes varones, y su práctica de proletarización, que favorecía la
asimilación a la vida cotidiana de los proletarios para no desentonar con ella,
entre otras cosas por razones de seguridad, para no ser señalados como
“raros” en los barrios. De paso, se confundía con una idealización del proletario
en virtud de la cual, salvo en la generación de una conciencia de clase que
vendría de las vanguardias, su mentalidad y hábitos se convertían en modelo.

Militar en pareja

Una característica de la militancia argentina de los 70 fue la militancia en
pareja. En ese punto se diferenció de las características de los orígenes del
foquismo guevarista tal como las describe Gabriel Rot en su estudio sobre
Jorge Masetti y el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP): “Sosteniéndose en una
concepción machista y biologista del guerrillero las capacidades físicas
constituirán la plataforma por la cual un aspirante se promovía a combatiente.


Para seguir leyendo, siga leyendo el artiuloc de 17 pagins mediante el enlace

https://studylib.es/doc/6104531/vassallo--marta.-dos-veces-transgresoras#


Más muestras de la tremenda capacidad intelectual y política de Marta Vasallo,
ex presa política de la última dictadura cívico-militar de Argentina Videla, en
los sigueintes enlaces:

https://martazabaleta.blogspot.com/2015/04/la-terrible-esperanza-de-marta-vasallo.html

//llamadafeministahonduras.blogspot.com/2012/06/honduras-alerta-por-nuestras-vidas-por.html

//martazabaleta.blogspot.com/2015/05/marta-vasallo-firma-libros-en-la-feria.html


etc.
 https://www.enperspectiva.com.ar/por/marta/

Comentarios

  1. Gracias Marta por recordar este artículo
    Se avanzó bastante en el tema de la violncia sexual en la represión ilegal, ahora habría que volver a escribir

    ResponderBorrar
  2. Escri a Adriana Goñi en el muroRed de Historiadoras de Facebook:
    Mi respetada, querida y brillante compañera, amiga y colega Marta Vasallo: por fin una voz que se abre espacio en la sordera creciente que aturde con este vacío. Vamos por más! Quien lo vivióo como nosotras dos, no lo supone ni lo invneta: etano lo pracatica.enta!....GRACIAS, Marta Vasallo.

    ResponderBorrar
  3. Gracias Adriana Goñi Godoy, por ayudar un poco a aclarar este tema tan postergado como tantas veces distorsionado en las discusiones sobre el rol de las muejres en la politica chilena, mostrando la voz de una militante e intelectual intachabable, y compañera ex pp de conciencia critica y conducta ejemplar en materias solidarias. Un verdadero rol model para mi, al menos. Un abrazo,y hasta la victoria de la verdad, y de la vida sobre la muerte,siempre, Marta

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  4. Adriana Goni me contestó lo siguiente, desde SantiagO: Marta Vasallo me aclaró, al menos a mí, un tema fundamental en este trabajo, cual es el papel de las mujeres militantes y las feministas en los 70, que es la realidad que viví yo. Cuando señala "Las organizaciones de pertenencia de estas militantes no implementaron
    medios para garantizar la proclamada igualdad, porque la discriminación sexual no figuraba en su campo visual, y si figuraba era en el mejor de los casos como uno de los tantos aspectos "secundarios" de la vida que se resolverían solos una vez lograda la revolución. Ellas mismas compartían en muchos casos esa lógica, se resistieron a abordar su condición de mujeres como cuestión específica, o bien, conscientes de su discriminación, no tuvieron espacio para plantearla como cuestión política."

    ResponderBorrar
  5. Y yo le contesté asi:Adriana Goñi Godoy No sabes cuanto me alegra que vuelvas sobre este tema que he tratado de mostrarte varias veces; me refiero a que una inmensa mayoría de las mujeres militantes y/o miembras de partidos, por la razon que fuera - que hasta ahora tu solo más bien lo atribuiste a la falta del MIR con respecto a la juventud e inmadurez de sus militantes muy jovenes -, no asumieron en Chile ni en los 60 ni en los 70,su condición en cuanto mujeres que lucharian por su liberación social. Creo que sabrás que arrastramos esa pesada herencia machista en la izquierda si has leido con snetido critico feminista El Capital de Carlos Marx, por ejamplo, y/o has seguido los vaivenes de los congresoso de las Internacionales; leido a Clara Zetskin, Maxine Molineux, Margaita Diaz, Lourdes Uranga, etc., y hasta mis modesto escritos sobre el papel subalterno que se le asigno a las mujeres.Desde Lenin y Trostky, hasta en los proyectos revolucionarios de Viertnam, China, Cuba y Nicaragaua, y a la FED de las Mujeres Cubanas o al AMLAE en Nicaragua. Los ejemplos son incontables, amiga. pero nos ahoga el peso de la dominación machista de hombres y con frecuencias mujeres también, en los partidos, en la academia, y las religiones, etc, etc., y por supuesto, de ello el caso Chileno no es una excepción ni mucho menos,desgraciaidamnte, aun ahora. Cariños. y a luchar con renovadas energias. La vida es más bella si se sabe vivirla en plenitud, cualquiera sea el respectivo género...me parece.
    1

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  6. Sí; agradezco estar vieja y serena y así poder reflexionar acerca de lo vivido. Continúo con mi plan de lecturas, a las que agregaré las referencias que me das.Es doloroso y necesario.
    Contestó Adriana en Facefook, y yo le respondí.

    ResponderBorrar
  7. Adriana Goñi Godoy Respeto tu atracción por la verdad. Abrazos

    ResponderBorrar
  8. Ahora que estamos más viejas y ya hemos vivido lo que en esos años no imaginábamos que sucedería, hay muchas cosas que yo haría diferente ! Pero hay que recordar también que las verdaderas historias aún no han sido contadas! escribio en FB Maragarita Diaz, otra ex mirista.

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