CANADA: NUEVO CUENTO CORTO DE NELA RIO y FOTO de YANINA HINRICHSEN
Press on the picture to enlarge it, please
Foto de Yanina Hinrichsen (c) London 2010
EROS Y EL ALMA
Vuela, crespos cabellos, desbaratando la tarde pálida de redondos deleites. Las alas apenas se le mueven. Sin su flecha parece casi un niño jugando con el viento. Atento, levanta la cabeza. Erguidas en sus cuerpos livianos, las hojas murmuran secretos de los dioses: hay un monte que el oráculo señala y en él, Alma, que tiembla como espuma. El viento del oeste, leve, la levanta y la deposita sobre piedras calladas en la sombra que huele a deseo. Eros, alado y poderoso, ardiendo con una mirada que engarza la noche, ávidamente ingresa al recinto que quiere oscuro, completamente oscuro, y ocultando sus alas, todo deseo y sombra, la busca. A Alma le llega la voz dulce, tierna, misteriosa, la que ella reconocerá todas las noches cuando sienta el peso de un cuerpo sobre el suyo. Siempre en las sombras, el aliento inclinándose, lengua leve, centellea en su vientre y la seduce. Un eco de la mar en el vaivén. Lo ama sin nunca ver su rostro.
Luego, la noche del delirio. La lámpara y el aceite penetrante. El cuerpo expuesto, la voz quebrantada. El grito araña la noche cuando Eros la abandona. Ella, relámpago de luz oscurecida, se lanza al vacío y desaparece casi sin un latido. Pero el tiempo se arrastra sin aquella pasión que los unía. Eros, sin descanso, vueltas las flechas sobre su propio cuerpo, fatigará el espacio buscándola, delirante. Revolverá abismos, la adivinará en los ríos, en el monte que el oráculo dijera. La ausencia de su amada, deseo espiral, barco a la deriva. Y una tarde cualquiera, Alma, sabiduría misteriosa, retornará y se posará en Eros en las horas nupciales del Olimpo. La armonía acallará el caos.
Largo vuelo al otro lado de la vida donde en mí conviven.
© Nela Rio
Comentarios
Publicar un comentario