Manuel “Mamo” Contreras: El sanguinario jefe de la represión y brazo derecho de Pinochet

El “Mamo”, el general del Ejército que creó la DINA y que estuvo al mando hasta 1977 del organismo represor que asesinó y torturó a miles de chilenos, falleció hoy con 86 años y un prontuario terrorífico. Sus condenas por violaciones a los derechos humanos suman más de 500 años. Nunca pidió perdón ni admitió remordimiento alguno. “El respeto por la vida humana se ve truncado en tiempos de guerra, donde el hombre pasa a tomar el poder de Dios y en muchas oportunidades, ante la disyuntiva de matar o morir, opta por lo que más le conviene y simplemente mata”, dijo en 1979 a la Revista Ercilla.
MANUEL CONTRERAS
Su madre, que murió cuando él tenía seis años, fue quien le puso el apodo con el que pasó a la historia como uno de los más infames y sangrientos personajes de la dictadura chilena: El “Mamo”, el general del Ejército que creó la Dirección Nacional de Inteligencia, que estuvo al mando del organismo represor que asesinó y torturó a miles de chilenos, que hasta el final mantuvo la mentira de que en el país no hubo ni violaciones a los derechos humanos ni detenidos desaparecidos y que hoy falleció, con 86 años, y un prontuario terrorífico de decenas de sentencias por más de 500 años.
En su historial figuran la Operación Cóndor y Colombo, el asesinato del canciller Orlando Letelier y del ex general Carlos Prats; la muerte y desaparición del sacerdote español Antonio Llidó Mengual, del líder socialista Víctor Olea Alegría y del mirista Miguel Ángel Sandoval, entre otras causas en que su nombre fue una condena fatal.
De la época en que era un niño, de los años en que en sus manos aún no había sangre, por allá por los ’30, poco se sabe. Se conoce que Juan Manuel Guillermo Contreras Sepulveda era el mayor de tres hermanos, que su padre era oficial de Ejército, que lo criaron sus tías y abuelas, que a los 14 ya estaba en la institución uniformada y a los 24 el joven huérfano ya estaba casado.
No hay antecedentes que den cuenta de si Contreras tuvo desde siempre una tendencia al sadismo o si fue el poder el que alimentó en él ese derrotero. Sí se sabe que el informe sicológico presentencial que le hizo Gendarmería en 1995, en el marco de la investigación por homicidio y uso de pasaporte falsificado en el crimen de Orlando Letelier (perpetrado en Washington, en septiembre de 1976), da cuenta -según la investigación de Francisco Martorell sobre la operación Condor- que se trataba de alguien con tendencia a la “frialdad afectiva”.
“La afectividad impresiona coartada por un sobrecontrol racional de los impulsos, emociones y sentimientos, apareciendo una capacidad empática disminuida y una tendencia al egocentrismo; de esta forma, pone sus propios intereses por sobre los de los demás. Concordante con el sobrecontrol de las emociones, se percibe represión de ansiedad y sentimiento de culpa, los que no son asumidos conscientemente traspasando la responsabilidad a otros (…) No se aprecia conciencia del delito”, dice el documento.
“EL HOMBRE PASA A TOMAR EL PODER DE DIOS”
MANUEL CONTRERAS 02
Hubo un tiempo en que el hombre disociado, el que era incapaz de ponerse en el lugar del prójimo, se creía Dios. En Tejas Verdes, la cuna de la Dina, fue eso: un todopoderoso perverso que enseñó a sus pares a torturar. Él mismo se había especializado en esta área.
En 1967 participó de un curso de Posgrado de Oficial de Estado Mayor en la Escuela de las Américas, Fort Benning, Estados Unidos. Su especialidad en represión la enseñó desde 1969, como Mayor, en clases de Inteligencia en la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes.
Desde aquel tiempo ya vislumbraba un posible triunfo de Salvador Allende y trabajaba clandestinamente en derrocarlo: tenía contactos con Patria y Libertad y la CIA, y exportaba manuales represivos desde Irán y Brasil. Su obsesión era el MIR.
Según establece el Informe de Verdad y Reconciliación, al mando de la DINA, creada por decreto ley Nº 521 de la Junta Militar de Chile, de fecha 14 de junio de 1974, Contreras llegó oficialmente con el rango de coronel el 6 de agosto de ese mismo año con el cargo de Director Ejecutivo Nacional. No obstante, la misma publicación destaca que el organismo estaba operativo ya en noviembre de 1973 o incluso antes y que desde entonces, hasta su disolución en 1977, tras el cerco por el crimen de Letelier, la entidad fue responsable de al menos 1500 muertes y miles de torturas.
Por estos crímenes Contreras nunca pidió perdón. Es más, en su imaginario, no existieron. O sí, pero en una supuesta guerra. Así lo explicó en una entrevista en 1979 a la revista Ercilla.
“El respeto por la vida humana se ve truncado en tiempos de guerra, donde el hombre pasa a tomar el poder de Dios y en muchas oportunidades, ante la disyuntiva de matar o morir, opta por lo que más le conviene y simplemente mata por la necesidad de sobrevivir (…) Hasta dónde llega el cumplimiento del deber es impuesto por los vencedores y ¡ay de los vencidos!”, afirmó.
La vejez, los achaques, el escarnio y la pérdida del poder, no lo hizo cambiar esta visión. Veintiseis años después de la declaración en Ercilla dio una entrevista a The Clinic donde aseveró que “el informe Rettig fue una sola falsedad. Ahí simplemente el que quiso fue y dijo yo tengo un desaparecido y listo. Y lo pusieron. Y el informe Valech más falsedad todavía, porque necesitan dinero”. El mismo discurso lo mantuvo en 2013, cuando, en el marco de la conmemoración de los 40 años del Golpe de Estado comentó que “estaba prohibido hacer todo tipo de torturas” e insistió en que no existen los detenidos desaparecidos.
La justicia dijo otra cosa: Contreras fue condenado por el atentado contra Letelier y el general Carlos Prats, la operación Cóndor, la operación Colombo y la desaparición de militantes de izquierda.
PUNTA PEUCO
Su soberbia le significó además otra sentencia: su conversación con CNN eN 2013 sobre sus privilegios en el Penal Cordillera implicaron el cierre de este recinto y su traslado a Punta Peuco, reducto del que siempre renegó. En 2005, antes de recibir una nueva condena y volver a estar preso, dijo “yo no estuve en la cárcel. Estuve en un recinto militar donde no vi nunca un gendarme. Nunca. No como los oficiales y suboficiales que están en Punta Peuco ahora: en forma humillante”.
AMOR Y ODIO CON PINOCHET
MAMO CONTRERAS
En el libro “Doña Lucía”, la periodista Alejandra Matus relata la devoción que la esposa de Pinochet, Lucía Hiriart, sentía por Manuel Contreras.
Según la investigación, Lucía lo consideraba una “amigo eficaz a la hora de cuidar, poner en regla o incluso sacar de Chile a sus hijos cuando se involucraban en problemas que podrían dañar el prestigio de la familia (…) Lo único que no hacía Contreras por ella era delatar las infidelidades de Pinochet. Esa era el arma que el hábil militar usaba para mantener al general de su lado. Ella no aceptó la decisión de su marido de destituir a Contreras del mando de la DINA. El mismo día que se anunciaba públicamente la medida, la cónyuge del gobernante se presentaba en la casa del oficial acompañada por su hija mayor, para expresarle su solidaridad. La ausencia de Lucía en Presidente Errázuriz duró ‘un par de semanas’ comentan ex funcionarios de gobierno”.
En ese entonces, Lucía dijo “le soy absolutamente leal al general Contreras”.
A diferencia de la devoción mutua con Lucía, con Pinochet la relación siempre fue más compleja. Se conocieron en 1960 cuando, con él, con grado de Teniente, entró a la Academia de Guerra para realizar el curso de Oficial del Estado Mayor y lo recibe, como profesor, el entonces Capitán Augusto Pinochet, Sub-director de la Academia y profesor de clases de Estrategia, donde el futuro dictador se obsesionó con el triunfo de la Revolución cubana en 1959.
Contreras fue alumno destacado, el primero de su promoción y se tituló de profesor de academia en las asignaturas de Inteligencia y Logística. Su vínculo con Pinochet continuó en aquellos años y se intensificó durante la dictadura. En la entrevista con The Clinic lo relata así:
¿Usted le informaba de todo lo que hacía?
-Si. Yo lo iba a buscar todos los días a las 7 de la mañana y le daba cuenta de lo que era de interés desde el punto de vista de inteligencia. Después él me daba instrucciones sobre lo que había que hacer. De ahí me volvía a mi cuartel y cuando él tenía alguna duda nos comunicábamos por teléfono o por televisión.
La relación comenzó a resquebrajarse cuando Pinochet, ante la evidente vinculación de Contreras en el crimen de Letelier, lo sacó del círculo de poder y terminó de quebrarse ya en democracia, cuando Contreras enfrentó una y otra vez la justicia, altivo e indolente, por crímenes de lesa humanidad, y Pinochet se escudó en el supuesto desconocimiento. “Hace mucho tiempo que el general Pinochet debió haber dicho ‘yo asumo la responsabilidad de todo lo ocurrido en mi gobierno’. Lo bueno y lo malo, porque él era el hombre a cargo de todo”, declaró Contreras.
Desde las múltiples entrevistas de 2013, el Mamo no había aparecido en público. El 26 de agosto quedó internado en el Hospital Militar, donde asistía semanalmente a realizarse la correspondiente diálisis a causa de su diabetes. Se dijo que sufrió una descompensación general, riesgosa ya que aparte de sus problemas renales, estaba con una infección en el sistema que utiliza desde que le extirparon el colon, producto de un cáncer, para permitir la evacuación de sus residuos. Así estuvo estos últimos meses el hombre que una vez tomó el poder de Dios, el más odiado y temido, el peor de todos.

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