Ecuador: "Macho, varón, masculino machista": CORREA DELGADO?
Ecuador:
"Macho, varón, masculino
machista"
Por Karina Escalona
(karina.escalona83@gmail.com)
Por Karina Escalona
(karina.escalona83@gmail.com)
Quito, octubre
(SEMlac).- Más allá de los más comunes indicadores
que con frecuencia muestran la situación del país,
el machismo que permanece en Ecuador marca sin dudas los más
disímiles escenarios sociales, económicos, culturales
y políticos.
Una reciente afirmación del presidente de la República, Rafael Correa Delgado, evidencia un tema que subyace en la realidad nacional y que con frecuencia suscita debates.
El pasado martes 4 de octubre, durante un conversatorio con medios de comunicación, respecto a las propuestas de la candidata presidencial, comentó: "Yo de asesor de Cynthia Viteri le recomendaría que no hable de economía, que hable de cualquier cosa de maquillaje, no de economía".
Las palabras del mandatario provocaron inmediatamente reacciones en las redes sociales y otros espacios. Sin embargo, más allá de un primer análisis de la frase, que devela estereotipos y sesgos discriminatorios, queda la evidencia de la cultura patriarcal y machista de la que es reflejo.
Si desde la máxima figura de gobierno se usa esta estrategia para descalificar, es posible imaginarse un grupo numeroso de indicadores que reflejan la situación de las mujeres.
En el país donde Correa Delgado recomienda que Viteri mejor hable de maquillaje que de economía, llama la atención la situación del sexo femenino. Para ilustrar, algunos datos.
Uno de esos indicadores que refleja la desigualdad que persiste en Ecuador es el acceso al empleo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la tasa de desempleo para los hombres es 3,1 por ciento menor que para las mujeres, y más significativa aún la brecha en el acceso al empleo adecuado o pleno, donde la diferencia entre el sexo femenino y masculino es de 16,4 puntos porcentuales en detrimento de las mujeres.
Según la propia página web del INEC, esas cifras sí son "estadísticamente significativas", lo que reafirma la notable desventaja; que también se encuentra en el ingreso laboral promedio, donde la diferencia es de 93,34 USD, a tenor de información actualizada hasta junio de este año.
Temas como este son solo una muestra de lo que sucede en otros sectores, como el acceso a puestos de dirección o cargos de representación política en los que, a pesar de existir una política de cuotas, no se alcanzan las deseadas cifras de representatividad.
Pero aún más dolorosas son las estadísticas en cuestiones de mayor sensibilidad, como la educación sexual, las violencias y el aborto.
De manera general, aunque existen políticas aisladas desde algunas instituciones, y la presión de organizaciones sociales y activistas, predomina una mentalidad conservadora y moralista, en la que se penaliza el aborto, con excepción de las situaciones en las que la vida o salud de la mujer corran peligro y cuando el embarazo es producto de una violación a una mujer que padezca discapacidad mental.
Ante la prohibición de decidir libremente sobre sus cuerpos, se producen abortos de manera ilegal que, en ocasiones, conllevan la muerte, considerada ya la quinta causa de muerte en el país, de acuerdo con datos del diario El País.
Solo hasta el año pasado, 74 casos fueron juzgados por aborto consentido, según el Consejo de la Judicatura; sin embargo, organizaciones sociales por los derechos de las mujeres indican el doble de esa cifra.
La penalización del aborto, a la par de una estigmatización de las mujeres que recurren a esta práctica, trae asociados una serie de problemas económicos y sociales que siguen sobre los hombros femeninos, en los que descansan los mayores índices de pobreza, menor acceso a la educación y trabajo, además de convertirse en la mayoría de los casos en el principal sostén de sus familias.
En Ecuador, seis de cada 10 representantes del sexo femenino han sido víctimas de alguna forma de violencia, siendo la sicológica la que mayor impacto tiene, y de las muertes violentas de mujeres, alrededor de 50 por ciento son feminicidios.
Según la propia Fiscalía del Estado, del total de sentencias por violación durante 2014, el 98 por ciento ocurrió en el entorno familiar, y en ese mismo año, se registraron casi 300 violaciones a niñas en centros escolares.
Ante este panorama, resalta además el dato de que en ese mismo período se registraran 2.966 partos de menores de edad y el Ministerio de Salud Pública destaca que se ha incrementado la fecundidad en niñas y adolescentes entre los 15 y 19 años.
Una investigación presentada por la Fundación Desafío, con cerca de 16 años dedicada al activismo y la orientación en defensa de los derechos sexuales y reproductivos, muestra el panorama de los embarazos antes de los 14 años, fruto de violaciones, y que condena a miles de niñas en el país a la maternidad forzada.
Solo este breve acercamiento puede ser la muestra de un escenario que entre más se ahonda, mejor refleja la situación real de las mujeres en el Ecuador, donde a pesar de normativas como el reconocimiento del feminicidio como delito, la existencia de instrumentos jurídicos contra la violencia y otros, se mantiene un marcado sesgo discriminatorio y machista que limita sus derechos.
Una reciente afirmación del presidente de la República, Rafael Correa Delgado, evidencia un tema que subyace en la realidad nacional y que con frecuencia suscita debates.
El pasado martes 4 de octubre, durante un conversatorio con medios de comunicación, respecto a las propuestas de la candidata presidencial, comentó: "Yo de asesor de Cynthia Viteri le recomendaría que no hable de economía, que hable de cualquier cosa de maquillaje, no de economía".
Las palabras del mandatario provocaron inmediatamente reacciones en las redes sociales y otros espacios. Sin embargo, más allá de un primer análisis de la frase, que devela estereotipos y sesgos discriminatorios, queda la evidencia de la cultura patriarcal y machista de la que es reflejo.
Si desde la máxima figura de gobierno se usa esta estrategia para descalificar, es posible imaginarse un grupo numeroso de indicadores que reflejan la situación de las mujeres.
En el país donde Correa Delgado recomienda que Viteri mejor hable de maquillaje que de economía, llama la atención la situación del sexo femenino. Para ilustrar, algunos datos.
Uno de esos indicadores que refleja la desigualdad que persiste en Ecuador es el acceso al empleo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la tasa de desempleo para los hombres es 3,1 por ciento menor que para las mujeres, y más significativa aún la brecha en el acceso al empleo adecuado o pleno, donde la diferencia entre el sexo femenino y masculino es de 16,4 puntos porcentuales en detrimento de las mujeres.
Según la propia página web del INEC, esas cifras sí son "estadísticamente significativas", lo que reafirma la notable desventaja; que también se encuentra en el ingreso laboral promedio, donde la diferencia es de 93,34 USD, a tenor de información actualizada hasta junio de este año.
Temas como este son solo una muestra de lo que sucede en otros sectores, como el acceso a puestos de dirección o cargos de representación política en los que, a pesar de existir una política de cuotas, no se alcanzan las deseadas cifras de representatividad.
Pero aún más dolorosas son las estadísticas en cuestiones de mayor sensibilidad, como la educación sexual, las violencias y el aborto.
De manera general, aunque existen políticas aisladas desde algunas instituciones, y la presión de organizaciones sociales y activistas, predomina una mentalidad conservadora y moralista, en la que se penaliza el aborto, con excepción de las situaciones en las que la vida o salud de la mujer corran peligro y cuando el embarazo es producto de una violación a una mujer que padezca discapacidad mental.
Ante la prohibición de decidir libremente sobre sus cuerpos, se producen abortos de manera ilegal que, en ocasiones, conllevan la muerte, considerada ya la quinta causa de muerte en el país, de acuerdo con datos del diario El País.
Solo hasta el año pasado, 74 casos fueron juzgados por aborto consentido, según el Consejo de la Judicatura; sin embargo, organizaciones sociales por los derechos de las mujeres indican el doble de esa cifra.
La penalización del aborto, a la par de una estigmatización de las mujeres que recurren a esta práctica, trae asociados una serie de problemas económicos y sociales que siguen sobre los hombros femeninos, en los que descansan los mayores índices de pobreza, menor acceso a la educación y trabajo, además de convertirse en la mayoría de los casos en el principal sostén de sus familias.
En Ecuador, seis de cada 10 representantes del sexo femenino han sido víctimas de alguna forma de violencia, siendo la sicológica la que mayor impacto tiene, y de las muertes violentas de mujeres, alrededor de 50 por ciento son feminicidios.
Según la propia Fiscalía del Estado, del total de sentencias por violación durante 2014, el 98 por ciento ocurrió en el entorno familiar, y en ese mismo año, se registraron casi 300 violaciones a niñas en centros escolares.
Ante este panorama, resalta además el dato de que en ese mismo período se registraran 2.966 partos de menores de edad y el Ministerio de Salud Pública destaca que se ha incrementado la fecundidad en niñas y adolescentes entre los 15 y 19 años.
Una investigación presentada por la Fundación Desafío, con cerca de 16 años dedicada al activismo y la orientación en defensa de los derechos sexuales y reproductivos, muestra el panorama de los embarazos antes de los 14 años, fruto de violaciones, y que condena a miles de niñas en el país a la maternidad forzada.
Solo este breve acercamiento puede ser la muestra de un escenario que entre más se ahonda, mejor refleja la situación real de las mujeres en el Ecuador, donde a pesar de normativas como el reconocimiento del feminicidio como delito, la existencia de instrumentos jurídicos contra la violencia y otros, se mantiene un marcado sesgo discriminatorio y machista que limita sus derechos.
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