CUBA se han acentuado todas las formas de desigualdades sociales.
Los retos de la equidad
[Dixie Edith] [20-09-2016]SEMIAC
Uno de los actuales desafíos está en
el acceso de las mujeres al trabajo por cuenta propia, sector donde
ellas se aproximan al 26 por ciento. Foto SEMlac.
Tras la crisis económica de la pasada década de los noventa en
Cuba, el actual proceso de actualización del modelo económico ha
generado nuevos escenarios de inequidad que urge atender, coinciden
especialistas en el país. Una mirada a la vida cotidiana de Verónica
Jústiz, ingeniera capitalina de 46 años, podría muy bien ilustrar esta
preocupación.
Graduada de informática en 1993, uno de los años más duros del
llamado período especial, Jústiz, una mujer negra residente en el
municipio del Cerro, en la capital cubana, comenzó a trabajar en una
empresa vinculada al transporte.
En casa todo el mundo tenía empleo, el padre era médico; la madre, farmacéutica y su muy reciente esposo, ingeniero civil.
"Salí embarazada en 1995 y, antes de que naciera Brenda, mi papá murió por causa de un infarto que nadie esperaba. Cuando la niña tenía apenas un año y yo me preparaba para empezar a trabajar de nuevo, mi esposo salió a Europa en un viaje de trabajo y no regresó", recordó con SEMlac.
Jústiz reinició su trabajo como ingeniera y, a la par, por las noches, mecanografiaba tesis de grado en una computadora que le habían asignado en su trabajo, para obtener más ingresos. Así pasaron los años.
Cuando Brenda estaba a punto de terminar la escuela secundaria básica, a la abuela de la pequeña le diagnosticaron una esclerosis múltiple y la vida de esta mujer se convirtió en un caos.
"Tuve que dejar mi trabajo y empecé a limpiar algunas casas por el barrio para poder cuidar a mami. Ella tampoco trabajó más y nos quedamos con un salario menos. A Brenda, que soñaba con irse a estudiar interna a la escuela vocacional de ciencias exactas, le tuve que pedir que optara por un técnico medio en informática para que pudiera empezar a trabajar rápido", contó Jústiz a este servicio.
Desigualdad localizada
A juicio de la socióloga Mayra Espina, con muchos años de experiencia en el análisis de las desigualdades y la heterogeneidad social, las brechas de equidad más importantes en Cuba se concentran en cuatro ámbitos: el del género, el generacional, el vinculado a las desigualdades por el color de la piel y el territorial, explicó a SEMlac.
Con ella coinciden otros expertos como Juan Valdés Paz, Premio Nacional de Ciencias Sociales, quien afirma que en la isla "se han incrementado las relaciones sociales no socialistas y se han elevado las tensiones intergeneracionales, raciales y de género", apunta en su prólogo al libro Miradas a la economía cubana: análisis del sector no estatal, editado en 2015.
Para Espina, si bien en los años ochenta los indicadores de los ingresos familiares y de los subsidios mostraban una satisfacción de las necesidades elementales de la población, luego del período especial se comenzaron a notar más las brechas de desigualdad.
En ese sentido, se identifican, sobre todo en las zonas urbanas, la existencia de familias con tamaño superior al promedio nacional y mayor presencia de ancianos y niños, con una sobrerrepresentación de negros, mestizos y mujeres, lo que complica las estrategias de vida cotidiana.
Igualmente, aunque la tendencia al aumento de las mujeres jefas de hogares podría parecer un indicativo de avance, en muchos casos, como el de Jústiz, implica una mayor sobrecarga doméstica y financiera sobre los hombros de muchas de estas cubanas.
En el caso de las brechas de género, los estudios también indican "mecanismos de segregación ocupacional, violencia sobre la mujer y preservación de los roles tradicionales", alertó Espina, quien actualmente es parte del equipo de trabajo de la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (COSUDE).
En línea con la socióloga, la doctora Norma Vasallo, presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, ha identificado como un desafío la desigualdad en el acceso a las nuevas opciones del trabajo por cuenta propia, con mayores afectaciones en la población femenina.
Cifras oficiales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social publicadas en 2014 daban cuenta de que dentro de los trabajadores por cuenta propia en el país solo 26 por ciento eran mujeres.
La mayoría de ellas, 67 por ciento, no se contaba entre las propietarias de negocios o trabajadoras independientes, sino como asalariadas o contratadas, con ingresos promedio menores que los de los hombres.
En el caso del espacio rural, menos de 15 por ciento de las mujeres en edad laboral en estas zonas se dedican al trabajo remunerado.
Pero a nivel generacional también existen desafíos. Solo 30 por ciento de los trabajadores por cuenta propia son jóvenes y la mayoría están también en condición de trabajadores contratados.
Según investigaciones sistematizadas por Espina, más de 35 por ciento de las personas jóvenes tienen empleos por debajo de su calificación, lo cual provoca no pocas insatisfacciones laborales.
"Los jóvenes consideran escasas las ofertas laborales que satisfagan sus expectativas en cuanto a ingresos y calificación, y esta es una causa de migración interna y externa", aseveró la experta.
En una encuesta entre 419 cuentapropistas de 57 actividades, la socióloga Geydis Fundora Nevot encontró "cambios en la estructura socioclasista de la sociedad cubana con riesgos para la profundización de las inequidades sociales por género, edad, raza, clase, grupo o estrato socieconómico".
En su trabajo "Estrategia de potenciación del trabajo por cuenta propia y la equidad social", publicado en Miradas…Fundora Nevot distingue entre aquellos que disponen de mayor capital inicial previo, ya sea por la acumulación de dinero a través de su ejercicio como trabajador por cuenta propia, por la remesa familiar, o por la inversión extranjera encubierta, y aquellos que no cuentan con esa ventaja inicial y están en peores condiciones para tener éxito.
Entre las brechas generacionales, Espina también identifica "los bajos ingresos y servicios deficitarios que afectan a la tercera edad".
La situación del envejecimiento demográfico trae asociada una profundización de la desigualdad en el caso de las mujeres, "pues ellas son la mayoría de las cuidadoras en el país y a menudo pierden sus vidas, sus trabajos, sus ingresos, cuando tienen que cuidar a un familiar de edad avanzada", explicó la socióloga.
"Hay una comprensión de este tema en el país, el asunto está en la agenda política y se están explorando soluciones diversas, pero es necesario que se comiencen a implementar con prontitud", alertó Espina.
La brecha territorial y de desigualdades raciales, por su parte, se expresa en una presencia superior de blancos en el sector emergente de la economía y en los cargos de dirección, así como una sobrerrepresentación de la población negra y mestiza en las peores condiciones habitacionales.
"Efectivamente, las políticas sociales universales que se implementaron desde el inicio de la Revolución repercutieron en mejores condiciones de vida para toda la población, pero a la hora evaluar las desigualdades territoriales y raciales hay que tener en cuenta las condiciones de partida de muchos territorios y de las personas no blancas", reflexionó Espina.
Por su parte, la doctora Luisa Íñiguez, geógrafa especializada en los análisis demográficos, defiende desde hace varios años su tesis de la existencia de zonas "opacas" o "luminosas" para describir las diferencias de desarrollo entre los distintos territorios en Cuba.
Así, asocia las "zonas luminosas" a espacios donde se concentran "las más fuertes inversiones en el sector turístico, la exploración y explotación de recursos minerales y energéticos, y en el sector agropecuario industrial", explicó a este servicio en 2012.
Según Espina, la política de equidad cubana tiene una expresión evidente en los Lineamentos de la Política Económica y Social y los documentos de la I Conferencia del Partido Comunista de Cuba, aprobados desde 2011.
Igualmente, encuentran espacio en los documentos que conceptualizan el modelo económico y social cubano y el nuevo plan de desarrollo hasta 2030, derivados del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril de este año.
Sin embargo, en su opinión se requieren instrumentos afirmativos hacia las desventajas, mejores mecanismos para promover la participación social y la atención diferenciada al desarrollo local a partir de estrategias de descentralización.
"Necesitamos fortalecer las políticas universales con acciones afirmativas de base territorial, pero sin dejar de pensar en políticas sociales específicas, focalizadas, en los casos en que sean necesarias".
En casa todo el mundo tenía empleo, el padre era médico; la madre, farmacéutica y su muy reciente esposo, ingeniero civil.
"Salí embarazada en 1995 y, antes de que naciera Brenda, mi papá murió por causa de un infarto que nadie esperaba. Cuando la niña tenía apenas un año y yo me preparaba para empezar a trabajar de nuevo, mi esposo salió a Europa en un viaje de trabajo y no regresó", recordó con SEMlac.
Jústiz reinició su trabajo como ingeniera y, a la par, por las noches, mecanografiaba tesis de grado en una computadora que le habían asignado en su trabajo, para obtener más ingresos. Así pasaron los años.
Cuando Brenda estaba a punto de terminar la escuela secundaria básica, a la abuela de la pequeña le diagnosticaron una esclerosis múltiple y la vida de esta mujer se convirtió en un caos.
"Tuve que dejar mi trabajo y empecé a limpiar algunas casas por el barrio para poder cuidar a mami. Ella tampoco trabajó más y nos quedamos con un salario menos. A Brenda, que soñaba con irse a estudiar interna a la escuela vocacional de ciencias exactas, le tuve que pedir que optara por un técnico medio en informática para que pudiera empezar a trabajar rápido", contó Jústiz a este servicio.
Desigualdad localizada
A juicio de la socióloga Mayra Espina, con muchos años de experiencia en el análisis de las desigualdades y la heterogeneidad social, las brechas de equidad más importantes en Cuba se concentran en cuatro ámbitos: el del género, el generacional, el vinculado a las desigualdades por el color de la piel y el territorial, explicó a SEMlac.
Con ella coinciden otros expertos como Juan Valdés Paz, Premio Nacional de Ciencias Sociales, quien afirma que en la isla "se han incrementado las relaciones sociales no socialistas y se han elevado las tensiones intergeneracionales, raciales y de género", apunta en su prólogo al libro Miradas a la economía cubana: análisis del sector no estatal, editado en 2015.
Para Espina, si bien en los años ochenta los indicadores de los ingresos familiares y de los subsidios mostraban una satisfacción de las necesidades elementales de la población, luego del período especial se comenzaron a notar más las brechas de desigualdad.
En ese sentido, se identifican, sobre todo en las zonas urbanas, la existencia de familias con tamaño superior al promedio nacional y mayor presencia de ancianos y niños, con una sobrerrepresentación de negros, mestizos y mujeres, lo que complica las estrategias de vida cotidiana.
Igualmente, aunque la tendencia al aumento de las mujeres jefas de hogares podría parecer un indicativo de avance, en muchos casos, como el de Jústiz, implica una mayor sobrecarga doméstica y financiera sobre los hombros de muchas de estas cubanas.
En el caso de las brechas de género, los estudios también indican "mecanismos de segregación ocupacional, violencia sobre la mujer y preservación de los roles tradicionales", alertó Espina, quien actualmente es parte del equipo de trabajo de la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (COSUDE).
En línea con la socióloga, la doctora Norma Vasallo, presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, ha identificado como un desafío la desigualdad en el acceso a las nuevas opciones del trabajo por cuenta propia, con mayores afectaciones en la población femenina.
Cifras oficiales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social publicadas en 2014 daban cuenta de que dentro de los trabajadores por cuenta propia en el país solo 26 por ciento eran mujeres.
La mayoría de ellas, 67 por ciento, no se contaba entre las propietarias de negocios o trabajadoras independientes, sino como asalariadas o contratadas, con ingresos promedio menores que los de los hombres.
En el caso del espacio rural, menos de 15 por ciento de las mujeres en edad laboral en estas zonas se dedican al trabajo remunerado.
Pero a nivel generacional también existen desafíos. Solo 30 por ciento de los trabajadores por cuenta propia son jóvenes y la mayoría están también en condición de trabajadores contratados.
Según investigaciones sistematizadas por Espina, más de 35 por ciento de las personas jóvenes tienen empleos por debajo de su calificación, lo cual provoca no pocas insatisfacciones laborales.
"Los jóvenes consideran escasas las ofertas laborales que satisfagan sus expectativas en cuanto a ingresos y calificación, y esta es una causa de migración interna y externa", aseveró la experta.
En una encuesta entre 419 cuentapropistas de 57 actividades, la socióloga Geydis Fundora Nevot encontró "cambios en la estructura socioclasista de la sociedad cubana con riesgos para la profundización de las inequidades sociales por género, edad, raza, clase, grupo o estrato socieconómico".
En su trabajo "Estrategia de potenciación del trabajo por cuenta propia y la equidad social", publicado en Miradas…Fundora Nevot distingue entre aquellos que disponen de mayor capital inicial previo, ya sea por la acumulación de dinero a través de su ejercicio como trabajador por cuenta propia, por la remesa familiar, o por la inversión extranjera encubierta, y aquellos que no cuentan con esa ventaja inicial y están en peores condiciones para tener éxito.
Entre las brechas generacionales, Espina también identifica "los bajos ingresos y servicios deficitarios que afectan a la tercera edad".
La situación del envejecimiento demográfico trae asociada una profundización de la desigualdad en el caso de las mujeres, "pues ellas son la mayoría de las cuidadoras en el país y a menudo pierden sus vidas, sus trabajos, sus ingresos, cuando tienen que cuidar a un familiar de edad avanzada", explicó la socióloga.
"Hay una comprensión de este tema en el país, el asunto está en la agenda política y se están explorando soluciones diversas, pero es necesario que se comiencen a implementar con prontitud", alertó Espina.
La brecha territorial y de desigualdades raciales, por su parte, se expresa en una presencia superior de blancos en el sector emergente de la economía y en los cargos de dirección, así como una sobrerrepresentación de la población negra y mestiza en las peores condiciones habitacionales.
"Efectivamente, las políticas sociales universales que se implementaron desde el inicio de la Revolución repercutieron en mejores condiciones de vida para toda la población, pero a la hora evaluar las desigualdades territoriales y raciales hay que tener en cuenta las condiciones de partida de muchos territorios y de las personas no blancas", reflexionó Espina.
Por su parte, la doctora Luisa Íñiguez, geógrafa especializada en los análisis demográficos, defiende desde hace varios años su tesis de la existencia de zonas "opacas" o "luminosas" para describir las diferencias de desarrollo entre los distintos territorios en Cuba.
Así, asocia las "zonas luminosas" a espacios donde se concentran "las más fuertes inversiones en el sector turístico, la exploración y explotación de recursos minerales y energéticos, y en el sector agropecuario industrial", explicó a este servicio en 2012.
Según Espina, la política de equidad cubana tiene una expresión evidente en los Lineamentos de la Política Económica y Social y los documentos de la I Conferencia del Partido Comunista de Cuba, aprobados desde 2011.
Igualmente, encuentran espacio en los documentos que conceptualizan el modelo económico y social cubano y el nuevo plan de desarrollo hasta 2030, derivados del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril de este año.
Sin embargo, en su opinión se requieren instrumentos afirmativos hacia las desventajas, mejores mecanismos para promover la participación social y la atención diferenciada al desarrollo local a partir de estrategias de descentralización.
"Necesitamos fortalecer las políticas universales con acciones afirmativas de base territorial, pero sin dejar de pensar en políticas sociales específicas, focalizadas, en los casos en que sean necesarias".
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