Vanessa Redgrave: "Nunca olvido que el fascismo puede volver"
Vanessa Redgrave: "Nunca olvido que el fascismo puede volver"
Vanessa Redgrave ha esperado hasta los 80 años para debutar como directora y grabar Sea Sorrow, un documental que denuncia el drama de los refugiados y se proyecta en la clausura del Atlántida Film Fest.
La actriz británica arma su propuesta desde un punto de vista histórico y legislativo. Recuerda al espectador los compromisos que Europa contrajo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. «He hecho esta película por razones legales y humanitarias. Todos los países son codiciosos. Han firmado una convención de los Derechos Humanos, unas leyes obligatorias que, en lugar de cumplir, esconden y no las respetan. Son muy precisas», denuncia antes de recordar que «el fascismo fue derrotado en Italia, en Alemania, en Japón y en España; esos son los hechos históricos».
La cinta, que se proyecta a las 21.30 horas en Ses Voltes presentada por Isabel Coixet, «quiere explicar de manera tranquila hechos para que la gente reflexione sobre estas leyes, sobre cómo afectan a los refugiados en conflictos de todo el mundo».
Sea Sorrow no analiza la situación de los refugiados con profundidad informativa sino desde el asombro de la Redgrave activista, que se enfrentó a abandonar su ciudad natal siendo apenas una niña por culpa de la guerra. «Vi Londres en mi infancia destrozado y es algo que no he podido olvidar. Me refugié en el norte con mi familia y pensaba que los nazis iban a ocupar Inglaterra. No pasó», relata quien no lo vivió «con ojos de cineasta» sino desde la «protección» de sus progenitores. «Ellos, sin embargo, no pudieron impedir que viera el cielo en llamas», proveniente de un fuego a más de 60 kilómetros de distancia. «Me dejó en shock durante años», confiesa sobre una imagen que ha marcado su compromiso político y social con quienes se ven forzados a abandonar su hogar por culpa de los conflictos.
«Después del final de la guerra, la gente bailaba y celebraba que el fascismo había sido derrotado y los marines y los soldados incluso gente de mi familia volvía a sus lugares de origen. Eso quizá ayuda a entender por qué he hecho esta película», prosigue antes de recordar que «la victoria costó millones de vida». Eso y que el peligro sigue existiendo. «Nunca olvido que el fascismo puede volver. Tengo miedo y por eso denuncio la situación. Quiero proteger a la gente de la guerra, de la persecución, de la violencia», asegura.
¿Cómo puede condicionar el compromiso del Reino Unido con los refugiados si el país abandona la Unión Europea? Redgrave no termina de considerar una realidad el resultado del referéndum ni se adentra en la raíz xenófoba y de cierre de fronteras presente durante la campaña. «No sabes qué significa el Brexit. Yo tampoco», espeta al periodista. «No puedes hablar del Brexit como si fuera inamovible porque no lo es. No lo ha dicho siquiera la primera ministra aunque tiende a hablar de la Unión Europea como un enemigo que quiere destruir el Reino Unido, algo que es, por supuesto, absurdo. Deja el Brexit a un lado, eso es solo lenguaje de periódicos. Y no es que quiera decir nada sobre el periodismo porque no sería una buena periodista, pero soy una buena investigadora», ataja sin ahondar más en la cuestión, aunque todavía queda un reproche a los informadores. «Ningún periódico habla del gran factor ahora mismo en la política: cómo los jóvenes están influyendo en los mayores a la hora de votar. Los conservadores no han llegado al resultado que esperaban porque los jóvenes habían influido en las elecciones por su voto y en los mayores», explica en referencia a las recientes elecciones, que precisan un análisis distinto al del referéndum sobre el Brexit.
Sea Sorrow cuenta con la colaboración de Emma Thompson y de Ralph Fiennes, que interpreta un fragmento de La tempestad de Shakespeare. Redgrave conecta el texto del dramaturgo británico con el problema de los refugiados una vez que ha mostrado imágenes sobre la jungla de Calais en el norte de Francia o ha denunciado que hay 95.000 niños solos en Europa. La actriz admira «la lección de humanidad» que ha ofrecido Grecia frente a, por ejemplo, Hungría, que no ha acogido a ningún refugiado en esta crisis con especial protagonismo de Siria a pesar de que 200.000 de sus ciudadanos fueron recibidos por otros países europeos durante la Segunda Guerra Mundial. Redgrave recuerda la importancia de cualquier gesto por pequeño que sea: «Hay una cita hebrea que dice: 'Quien salva una vida, salva la humanidad'. Todo el mundo puede ayudar. Yo me preguntó cada día cómo hacerlo y cómo no dejarme corromper por el sistema».
La actriz británica arma su propuesta desde un punto de vista histórico y legislativo. Recuerda al espectador los compromisos que Europa contrajo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. «He hecho esta película por razones legales y humanitarias. Todos los países son codiciosos. Han firmado una convención de los Derechos Humanos, unas leyes obligatorias que, en lugar de cumplir, esconden y no las respetan. Son muy precisas», denuncia antes de recordar que «el fascismo fue derrotado en Italia, en Alemania, en Japón y en España; esos son los hechos históricos».
La cinta, que se proyecta a las 21.30 horas en Ses Voltes presentada por Isabel Coixet, «quiere explicar de manera tranquila hechos para que la gente reflexione sobre estas leyes, sobre cómo afectan a los refugiados en conflictos de todo el mundo».
Sea Sorrow no analiza la situación de los refugiados con profundidad informativa sino desde el asombro de la Redgrave activista, que se enfrentó a abandonar su ciudad natal siendo apenas una niña por culpa de la guerra. «Vi Londres en mi infancia destrozado y es algo que no he podido olvidar. Me refugié en el norte con mi familia y pensaba que los nazis iban a ocupar Inglaterra. No pasó», relata quien no lo vivió «con ojos de cineasta» sino desde la «protección» de sus progenitores. «Ellos, sin embargo, no pudieron impedir que viera el cielo en llamas», proveniente de un fuego a más de 60 kilómetros de distancia. «Me dejó en shock durante años», confiesa sobre una imagen que ha marcado su compromiso político y social con quienes se ven forzados a abandonar su hogar por culpa de los conflictos.
«Después del final de la guerra, la gente bailaba y celebraba que el fascismo había sido derrotado y los marines y los soldados incluso gente de mi familia volvía a sus lugares de origen. Eso quizá ayuda a entender por qué he hecho esta película», prosigue antes de recordar que «la victoria costó millones de vida». Eso y que el peligro sigue existiendo. «Nunca olvido que el fascismo puede volver. Tengo miedo y por eso denuncio la situación. Quiero proteger a la gente de la guerra, de la persecución, de la violencia», asegura.
¿Cómo puede condicionar el compromiso del Reino Unido con los refugiados si el país abandona la Unión Europea? Redgrave no termina de considerar una realidad el resultado del referéndum ni se adentra en la raíz xenófoba y de cierre de fronteras presente durante la campaña. «No sabes qué significa el Brexit. Yo tampoco», espeta al periodista. «No puedes hablar del Brexit como si fuera inamovible porque no lo es. No lo ha dicho siquiera la primera ministra aunque tiende a hablar de la Unión Europea como un enemigo que quiere destruir el Reino Unido, algo que es, por supuesto, absurdo. Deja el Brexit a un lado, eso es solo lenguaje de periódicos. Y no es que quiera decir nada sobre el periodismo porque no sería una buena periodista, pero soy una buena investigadora», ataja sin ahondar más en la cuestión, aunque todavía queda un reproche a los informadores. «Ningún periódico habla del gran factor ahora mismo en la política: cómo los jóvenes están influyendo en los mayores a la hora de votar. Los conservadores no han llegado al resultado que esperaban porque los jóvenes habían influido en las elecciones por su voto y en los mayores», explica en referencia a las recientes elecciones, que precisan un análisis distinto al del referéndum sobre el Brexit.
Sea Sorrow cuenta con la colaboración de Emma Thompson y de Ralph Fiennes, que interpreta un fragmento de La tempestad de Shakespeare. Redgrave conecta el texto del dramaturgo británico con el problema de los refugiados una vez que ha mostrado imágenes sobre la jungla de Calais en el norte de Francia o ha denunciado que hay 95.000 niños solos en Europa. La actriz admira «la lección de humanidad» que ha ofrecido Grecia frente a, por ejemplo, Hungría, que no ha acogido a ningún refugiado en esta crisis con especial protagonismo de Siria a pesar de que 200.000 de sus ciudadanos fueron recibidos por otros países europeos durante la Segunda Guerra Mundial. Redgrave recuerda la importancia de cualquier gesto por pequeño que sea: «Hay una cita hebrea que dice: 'Quien salva una vida, salva la humanidad'. Todo el mundo puede ayudar. Yo me preguntó cada día cómo hacerlo y cómo no dejarme corromper por el sistema».
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