MESSI CANCHERO Y REALISTA
07 de julio de 2019, Pag 12
Messi en modo Maradona
Messi, incrédulo ante la terna arbitral de Argentina-Chile.
Esta
Copa América habrá marcado un antes y un después, sobre todo para el
futuro próximo de la Selección Argentina. Los ecos del controversial uso
del VAR y el papel que jugaron los árbitros sembraron una semilla.
Sin Neymar, lesionado, Messi surgía como la única figura excluyente del certamen. Con 32 años y como caudillo de un plantel en transición, su nivel futbolístico no apareció en el máximo esplendor, pero las polémicas que perjudicaron al equipo de Lionel Scaloni alimentaron un fuego interno que hasta el momento no existía.
En los últimos años Messi construyó un liderazgo por capacidad y no desde la faceta emocional. En Brasil, no obstante, todo cambió. La versión de Messi que apila rivales y define como nadie le dejó espacio a un nuevo conductor, de esos que contagian por su personalidad. Cantó el Himno con fervor, se mostró enérgico con sus compañeros, se plantó en los micrófonos ante la Conmebol, exhibió su furia como nunca, aunque no dejó de jugar a la pelota.
Contra Brasil sintió que le robaron algo y desnudó la injerencia dirigencial del pentacampeón en la cúpula de la Conmebol. Y lo pagó caro, como si la injusta eliminación no hubiese sido suficiente costo. En el choque por el tercer puesto vio la roja tras una avivada de Medel, una expulsión inexplicable que surge como un pase de factura por aquello que denunció. Aunque la devolución de gentilezas no se hizo esperar. La foto de Argentina en el podio continental no tuvo la imagen de Messi, quien no fue por su medalla en clara señal de protesta: “Nosotros no podemos ser parte de esta corrupción, nos faltaron el respeto en esta copa”.
La AFA, por su parte, redobló la apuesta y se encolumnó detrás del flamante líder tras la polémica de las semifinales: envió dos duras cartas dirigidas al ente rector del fútbol sudamericano y exigió las escuchas de lo ocurrido en la sala de VAR por aquellos dos penales no revisados.
El nuevo Messi tiene banca. Vestido de Maradona, aquel emblema que supo pagar suculentos costos por su irreverencia ante el poder, el astro de Barcelona comenzó a escribir una historia diferente en la Selección.
pamalfitano@pagina12.com.ar
Sin Neymar, lesionado, Messi surgía como la única figura excluyente del certamen. Con 32 años y como caudillo de un plantel en transición, su nivel futbolístico no apareció en el máximo esplendor, pero las polémicas que perjudicaron al equipo de Lionel Scaloni alimentaron un fuego interno que hasta el momento no existía.
En los últimos años Messi construyó un liderazgo por capacidad y no desde la faceta emocional. En Brasil, no obstante, todo cambió. La versión de Messi que apila rivales y define como nadie le dejó espacio a un nuevo conductor, de esos que contagian por su personalidad. Cantó el Himno con fervor, se mostró enérgico con sus compañeros, se plantó en los micrófonos ante la Conmebol, exhibió su furia como nunca, aunque no dejó de jugar a la pelota.
Contra Brasil sintió que le robaron algo y desnudó la injerencia dirigencial del pentacampeón en la cúpula de la Conmebol. Y lo pagó caro, como si la injusta eliminación no hubiese sido suficiente costo. En el choque por el tercer puesto vio la roja tras una avivada de Medel, una expulsión inexplicable que surge como un pase de factura por aquello que denunció. Aunque la devolución de gentilezas no se hizo esperar. La foto de Argentina en el podio continental no tuvo la imagen de Messi, quien no fue por su medalla en clara señal de protesta: “Nosotros no podemos ser parte de esta corrupción, nos faltaron el respeto en esta copa”.
La AFA, por su parte, redobló la apuesta y se encolumnó detrás del flamante líder tras la polémica de las semifinales: envió dos duras cartas dirigidas al ente rector del fútbol sudamericano y exigió las escuchas de lo ocurrido en la sala de VAR por aquellos dos penales no revisados.
El nuevo Messi tiene banca. Vestido de Maradona, aquel emblema que supo pagar suculentos costos por su irreverencia ante el poder, el astro de Barcelona comenzó a escribir una historia diferente en la Selección.
pamalfitano@pagina12.com.ar
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