Opiniones sobre el mito del MATRAIRCADO



En general, este escrito es correcto. No obstante, quien lo escribió parece ignorar que hubo un lugar en el mundo adonde hubo matriarcado, y fue precisiamente en el Sur de lo que ahora son Chile y Argentina, en el Canal del Beagle, cuyas aguas muy peligrosas asustaban a los varones de las tribus aposentadas en las vecindades.Las mujeres en cambio las desafiaban, proveyendo así a sus comunidades de comida, mientras los hombre cuidaban del fuego,los menores, mayores, y de ellos mismos, y atendían a las mujeres a la vuelta de su trabajo.. Esto lo estudiaron y explicaron muy bien dos muy distinguidas, brillantes y bien conocidas antropólogas inglesas feministas,las Dras Olivia Harris y Kate Young. Tanto lo impresiono su descubrimiento que Galeano lo mencionó en su libro 'Todos los fuegos el fuego'. Olivia ya ha fallecido, desgraciadamente, pero la profesora Young está viva y vive la mayor parte del año en Londres, en donde creó, creo que en 1989, la important ONG 'Womenkind Working Worlwide', de la cuales todavía unx de sus TRUSTEES.Adriana Goñi Godoy.SALUD!


Dra. Marta R. Zabaleta 


El mito del matriarcado es exactamente eso. Un mito. ¿De dónde arranca? Pues bien, en el seno de las ciencias sociales, el concepto arrancó con la antropología evolucionista en el siglo XIX. El paradigma científico social del evolucionismo pensaba que todos los grupos humanos del planeta seguían una única línea de evolución social. Y la etapa más evolucionada era, claro está, sus propias sociedades occidentales industrializadas. Qué casualidad. El caso es que realmente creían que currar 16 horas en una fábrica era formar parte de una sociedad mucho más avanzada respecto de aquellos salvajes que dedicaban unas pocas horas al día a satisfacer sus necesidades básicas y luego se repanchingaban tranquilamente sin pensar en producir para subsistir, y mucho menos en vender o acumular riquezas. Para qué.
Aquellos antropólogos, que solían estar en una biblioteca interpretando datos etnográficos recogidos por otras personas, se dieron cuenta de que había sociedades en las que, encontrándose en estadios supuestamente inferiores de evolución, las mujeres ostentaban cierto poder, incluso la posesión y transmisión de la tierra, y era a través de ellas que se transmitía la calidad de miembro del grupo – es decir, que una criatura forma parte del grupo de parentesco de su madre, y no del de su padre -. Así, pensaron que en algún momento del pasado las mujeres habrían ostentado un gran poder, y que poco a poco y a medida que la sociedad en cuestión evolucionaba, se había transferido a los hombres. Johann Jakob Bachofen (1815-1887) fue uno de los que más se ocupó de la cuestión.
También lo hizo Lewis Henry Morgan (1818-1881), quien es de especial importancia, ya que su obra célebre Ancient Society (1881) fue la base que Marx y Engels utilizaron para que este último escribiera El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado (1884). Engels, como no podía ser de otro modo, asumió las tesis evolucionistas sobre una supuesta transferencia del poder desde las mujeres a los hombres, relacionando la opresión de las primeras con la aparición de la propiedad privada. Como señalaría casi un siglo después la antropóloga Karen Sacks, las tesis de Engels tienen el mérito de haber supuesto el primer intento de dar una explicación materialista a la subordinación de las mujeres.
En la década de los 70 del siglo XX, Sacks y otras antropólogas feministas y socialistas retomarían la voluntad de encontrar explicaciones materialistas a la subordinación de las mujeres. Sus hallazgos pusieron encima de la mesa dos cuestiones de gran relevancia. En primer lugar, según los datos de los que disponían, muchos más que en época de Morgan y Engels, no pudieron afirmar que la aparición de la propiedad privada estuviera siempre y en todos los casos relacionada con la subordinación de las mujeres. En segundo lugar, siendo lo que aquí nos interesa, llegaron a la conclusión de que jamás había existido un matriarcado. Es decir, que no había pruebas de que hubiese existido alguna sociedad en algún periodo de la Historia en que las mujeres ostentaran el poder absoluto, en la que los hombres estuvieran subordinados a las mujeres, o que los consideraran propiedad suya. No hay nada que haga pensar que una sociedad así haya existido, y les aseguro que las antropólogas feministas somos las primeras interesadas, porque sería realmente digno de estudio.
Una de los principales errores de los antropólogos evolucionistas fue creer que la matrilinealidad – cuando es la madre la que transmite la calidad de miembro del grupo, y no el padre – era sinónimo de matriarcado. Sin embargo, se demostró que la matrilinealidad no era incompatible con la supremacía masculina, ya que en las sociedades matrilineales quien tiene el poder suele ser el hermano de la madre. Sin embargo, esta confusión y todas las confusiones que veían una sociedad matriarcal en cualquier sitio donde las mujeres ostentaran algún tipo de poder ha perdurado hasta nuestros días, a pesar de que hace 40 años que la existencia del matriarcado fue descartada. Es habitual que periódicos y otras publicaciones de divulgación científica social a menudo nos presenten titulares como “Los mosuo, una tribu matriarcal”. Como ya hemos dicho, ni los mosuo ni ninguna otra sociedad conocida por la etnografía mantienen al hombre en una posición subalterna a la mujer. Otra cosa es que mujeres y hombres ejerzan poder en distintos ámbitos de la vida, o que hablemos de sociedades muy igualitarias. Parece que cualquier sociedad que no maltrate y discrimine a sus mujeres ya parece matriarcal, y que cualquier indicio de poder femenino es elevado a la categoría de poder femenino absoluto, de matriarcado.https://ladyaguafiestington.blogspot.com/2020/02/el-resurgir-del-mito-del-matriarcado.html
REPRODUCIDO POR ADRIANA GONI GODOY en el muro de FACEBOOK de la Red de Historiadoras feministas, Chile, el 30 de  mayo 2020. y en su propio muro.


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