CUBA: días 4 y 5 Contra la violencia contra las mujeres y el racismo

 

 



 

Las violencias machistas y el racismo se encuentran, reproducen y alían para acentuar mucho más la opresión. Asumir una postura interseccional no escapa de complejidades y miradas críticas, más en escenarios complejos como las redes sociales y en medio de la pandemia causada por la Covid-19.
Para la activista e investigadora Aracely Rodríguez Malagón, las redes sociales ofrecen un espacio de denuncia y naturalización de las violencias machistas y racistas, por lo que unir voluntades desde el activismo en redes y la responsabilidad institucional puede ser un camino útil.

¿Cómo las violencias machistas se entrecruzan con otras discriminaciones, por ejemplo, el racismo, en Cuba?
A pesar de apostar por un sistema socialista, Cuba no escapa a las violencias machistas y al racismo; pues son dos males que han venido reinventándose y materializándose, a través de los siglos, en las cuerpas y la karma de las mujeres negras.
Nuestra sociedad es el resultado de una historia colonial y este sistema tuvo dos elementos básicos de dominación para su desarrollo: patriarcado y racismo. Ambos responden a un ejercicio del poder masculino y sirven como herramientas para perpetuar otros poderes como el político, el económico y el social.
Ninguna problemática de la vida actual se puede analizar sin tener en cuenta el contexto y las particularidades para poder erradicar estas dominaciones y formas de discriminación, a mediano, corto o largo plazo, pues el machismo es tan antiguo en nuestra sociedad como el racismo. Ambos están enraizados en el subconsciente de sujetos masculinos, no importa si blancos o negros, que además les imponen la carga racial a su violencia.
Cuando se trata de una mujer negra, por ejemplo, el discurso amenazante no es: “mira mujer, que te voy a dar una…” sino: “mira so negra, que te voy a dar una…”. Dentro de la propia violencia de género ya viene incorporada la carga racista, por eso afirmo que estas violencias no vienen solas, hay que agregarles también los aderezos que extraen del lenguaje como herramientas para la violencia. Algunos ejemplos de humillaciones y vejaciones contra las mujeres negras y mestizas que están naturalizadas en refranes y la cosmovisión social son: “so fea, bembona, negra tenía que ser, mona”; “ni palo ni piedra, maní para cogerla/o viva”, etc.
Estos ejemplos nos demuestran que, cuando las violencias machistas son ejercidas hacia una mujer negra o mestiza, la violencia racial forma parte de ella, es intrínseca, corpórea a esa violencia de género.

¿Internet y las redes sociales agregan manifestaciones particulares a esas intersecciones de las violencias? ¿Cuáles? 
Creo que sí, por las características propias del espacio virtual. Son varias, pero voy a detenerme en uno de los ejemplos que más se encuentran en las redes. Se trata de los memes, estos materiales circulan muchas veces de manera inadvertida, pasan de un muro de Facebook a otro, forman parte de largas cadenas de WhatsApp. Y son verdaderos actos machistas y racistas que se comparten, muchas veces de manera acrítica. Han llegado a formar parte del humor de redes sociales y eso da horror.
Muchas personas ni cuenta se dan de la carga racista y la misoginia que contienen memes e incluso stickers de redes sociales. Pasan como un chiste, un choteo de mal gusto, aunque para algunos puede ser de buen gusto. Esto es algo muy grave que está pasando en las redes sociales.
A esta situación le agregamos que las y los comunicadores se suman a estos actos con discursos banales y superficiales, sin antes tener una base de información que les pueda ayudar a decodificarlos, a partir de las propias herramientas que adquieren en su profesión. Entonces el problema es mucho más grave, pues se naturalizan estos discursos violentos y degradantes.

¿Crees que la covid-19 ha marcado alguna diferencia o particularidad en ese complejo escenario? ¿Cuál?
A mi entender, la pandemia ha acentuado mucho más los escenarios de violencia machista y racial en las redes sociales. Un ejemplo son las imágenes que circulan por las redes sociales y que establecen un estado de opinión de que las mujeres negras son las culpables de las largas colas y que son además “las coleras” (personas que revenden productos y artículos de las tiendas). Esto es reforzado, además, por los medios de comunicación, dando como resultado una visión estereotipada que se ha reproducido incluso desde los medios oficiales y forma parte de las violencias simbólicas con el plus racista que pasa como algo natural.

¿Qué hacer para promover una mirada interseccional de las violencias machistas en el país y, en particular, en las redes sociales?
Se puede hacer mucho, pero para mí es importante sumar todo el activismo que desde las redes está haciendo un trabajo meritorio contra todo tipo de violencia e integrarlo a las instituciones. Hay que dejar de mirar con recelo al activismo de las redes y tomar lo importante, o los puntos en común de las luchas contra las distintas discriminaciones.
Así podremos visibilizar las problemáticas particulares de todos los grupos de mujeres en sus diversos contextos. Esto ayudará a denunciar las problemáticas particulares más allá de las redes sociales, puede contribuir a encaminar y encausarlas para que no queden en la nube y sean canalizadas por las instituciones, que son las responsables de hacer que cada una de esas problemáticas tenga solución.

Por Lirians Gordillo Piña / Foto: Cortesía de la entrevistada, SEMIAC, 30 de nov, OXFAM.

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