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ARGENTINA: más sobre los crímenes de la dictadura de VIDELA

Nueva jornada en el juicio de Quilmes, Banfield y de Avellaneda 

La historia de la propaganda que le permitió a un grupo de detenides saber dónde estaban secuestradas

Patricia Pozzo, Juan Carlos Stremi y Mario Colonna contaron su experiencia como sobrevivientes del Pozo de Quilmes, donde estuvieron detenides en agosto de 1976, después de pasar por el Pozo de Arana y antes de transitar cárceles como “presos blanqueados”.
Sigue el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en esos "chupaderos".
Sigue el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en esos "chupaderos". 


El circuito de “blanqueo” fue, a partir de allí, distinto para unos y otras. A Juan Carlos, por ejemplo, lo trasladaron a la Unidad Penal número 9, que “fue un infierno”, y posteriormente pasó un tiempo de libertad vigilada. A Patricia le tocó Olmos, Devoto y de allí, el exilio. “Me verduguearon hasta el último minuto”, contó. La llevaron esposada todo el camino desde Devoto hasta Ezeiza y se las retiraron en la puerta del avión, por pedido del comandante de vuelo. La dejaron ver a sus padres “solo diez minutos” en un salón del Aeropuerto, y la dejaron al pie de la escalera de abordo. “Me dijeron date vuelta y saludá a tus padres porque es la última vez que los vas a ver. Tuvieron razón, porque mi papá murió muy pronto y no pude volver a verlo”, resumió.
Cuando las familias supieron, empezaron a insistir hasta que lograron el reconocimiento de parte de les represores de que ese grupo, al menos, estaba en Lanús. “Recién ahí me llevaron unas zapatillas. Porque estuve descalzo desde que me habían secuestrado”, aclaró Stremi.

Aterrizó en Suecia. Se estableció finalmente en Francia. Tuvo cuatro hijos, a quienes identificó como su “revancha”, y aseguró que hizo “todo lo posible por seguir viviendo”. Le costó cargar con consecuencias del terrorismo de Estado físicas --problemas de columna y en su dentadura-- y psicológicas y nunca superó la ausencia de su hermana, a quien extraña “siempre”. Para Juan Carlos tampoco fue fácil. Aún hoy, 45 años después, sigue sin celebrar Navidad. 

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