Bauchi
BAUTISTA van Schouwen Vassey, 30 años, casado, médico cirujano, miembro de la comisión política del MIR, asesinado en diciembre de 1973.
Bordado por Cecilia Nunez, Toronto 2018
Silencioso,
con silencio de piedra submarina,
con la conciencia sometida al hierro,
con la muerte trenzando sus cuchillos,
sintió que se quedaba desvestido de sangre, de cabellos y de uñas,
de ojo y de piel,
como si fueran un violento equipaje,
el único equipaje,o un dosel, un visillo, una terca ventana
que atajaran el ojo a los verdugos
de Bautista van Schouwen, compañeros
¡Tan callado!
¿quién hubiera pensado que pudiera
coronar con silencio su conducta?
¿recordar a la especie la decencia?
¿y juntar sobre el cuerpo luminoso
los golpes propinados a su pueblo,
la espina y la cadena?
Ha crecido Bautista van Schouwen
para siempre,elevado a semilla frutal, que
desde ahora
nos da la dignidad para hacerla
costumbre,
para escribirla en todos los presidios
del mundo.
Secando la memoria,
clausurando la boca,
no dijo una palabra,
ni una fecha, ni un nombre,
ni un país, ni un río, ni una flor,
ni un bosque,
ni una abeja que sirvieran
de mapa a los verdugos de su pueblo
Patricio Manns
de su muro de FACEBOOK su viuda, Astrid
Hoy hace muchos años me estaba casando con Bautista van Schouwen Vasey. Llegó tempranito y feliz en su viejo y chico MG azul a buscarme a casa de mi madre que después fue nuestra casa. No teníamos dinero para vivir solos, aunque lo soñábamos . Tenía dinero a penas para vivir sin lujos. Nuestra única propiedad era un colchón de lana que había mandado a hacer a una pobladora . Y un catre de madera rústica donde lo pusimos.
Disfrutamos mucho a pesar de nuestra escasez, con esa cama mullida no necesitábamos más. Yo me había recibido y trabajaba pero aún no me pagaban.
Lo recuerdo tirado en la cama siempre leyendo , siempre escribiendo, siempre amándonos.
Después de la ceremonia nos fuimos en su pequeño auto al norte. Rumbo a las salitreras. Era su sueño recorrer esos lugares en que vivió cuando era niño. Lugares llenos de sangre y dolor de los obreros. Recuerdo las noches en el desierto, muy abrigados y yo tapada con una frazada porque el auto no tenía calefacción. El amor me entibiaba mi cuerpo.
Como no teníamos dinero para ir de Luna de Miel su papá, Don Bautista, nos costeó el viaje. Visitamos Pica y lo recorrimos comiendo guayabas, fruto desconocido para mi y conocido para Bauchi, recuerdo de su niñez.
He vuelto a amar, sería mentira decir que no lo hice. Tuve dos hijas maravillosas y las adoro.
Siempre tendré en mi corazón a Camila van Schouwen Heitmann junto a su padre Bautista
Les mando todo mi amor.
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