VENEZUELA: poesía en la resistencia



Daniela Saidman (DIARIO DE GUAYANA)

La Antología de la Poesía en la Resistencia, publicada por Ediciones Centauro, Caracas 1982, da cobijo a las voces que se pronunciaron durante la dictadura de Pérez Jiménez. Allí convergen Alarico Gómez, José Vicente Abreu, Arnaldo Acosta Bello, Juan Liscano, Guillermo Sucre Figarella y Lucila Velásquez, entre otros poetas del compromiso.

José Vicente Abreu supo recobrar la memoria de Guasina, uno de los campos de concentración y tortura de esos años, escribió bajo el seudónimo de Máximo Miliciano…

“Si estallan las guerrillas del sur, si estallan… Yo soy el guerrillero: Búscame entre las sombras, en el humo, en el polvo, en el camino, en un grano de pólvora encendida… Búscame entre los gritos, en el saqueo, entre las horcas, en las huellas del canto y en la sangre del latifundio derramada…! Porque yo vivo en los ojos de los fusilados…! Ya te digo: si estallan las guerrillas del sur…”. (fragmento)

Lucila Velásquez germinó en el papel el beso que supo decir hasta siempre.

“Te mueres en la cárcel, donde se niega todo,
donde tu pueblo es patria enterrada sin lápida, donde la sangre lleva cadenas en sus huesos, donde la libertad perdió los ojos y anda tocando en las paredes la frente de los hombres”.

(Plegaria por las horas de su vida, fragmento)

Y alguien dijo:

“Al hombre, sólo al hombre le dedico la letra de mi mano, a él le doy mis voces, la sangre de mis brazos, el hilo de mi frente, mi costado. Al hombre, sólo al hombre este inmenso sentir venezolano…!”

(Helí Colombani, escrito en la cárcel de “El Obispo”, en Caracas)

Ni los poetas ni los libertarios gritos mueren. Están presentes en el presente. Vivos en nosotros, que leyendo sus versos inauguramos el sol y nos bebemos la vida. A ellos que se sembraron irremediablemente jóvenes debemos el futuro, porque su sangre no puede ser en vano. Demasiado dolor y demasiada lucha para que la Patria sea una hoja en blanco.

Tú has resuelto vivir, yo fui testigo de tu juramento. De nuestra sangre, y de otras, y de otras, viene naciendo el alba. Entremos con sonrisa hacia la vida, hacia la hoja del árbol, hacia el agua y la luz, y hacia toda la tierra”.

(En Guasina nace el hombre, fragmento. Artemio Yupanquí, seudónimo de Arnaldo Acosta Bello).

A ellas y a ellos, poetas de la vida y de los sueños, de las esperanzas y los anhelos, debemos la utopía que edificaremos realidad, desde lo más hondo y lo más claro de nuestro pueblo.

Fuente; ARGENPRES CULTURAL

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