POESIA de la Dra.LOURDES URANGA,Universidad Autónoma de Chapingo, Michoacón, México



Quedo en deuda


Naufrago entre emociones
sensaciones, pensamientos
que me causa tu ausencia
definitiva, total
tremenda ausencia
...fin inmenso


Mi raíz, mi tronco
el lazo sustituto
de aquel original
cordón umbilical
hoy sí queda
...definitivamente roto


Tú la eterna
la que pensabas que ser madre
era como pertenecer a una clase social
"Nosotras las madres..." decías
y maldecías el que yo no fuera
cómo tu hubieras querido


Tu sufrimiento enorme
por mi suerte, por mi vida
por mi felicidad,
te hacía saltar de la comprensión
al enjuiciamiento, al enojo puntual
que hacía brillar tus ojos
por mis fallas


al código filial
mismo que heredaste
y le agregaste artículos y normas
según éste
había que compensar tu sufrimiento
tu inconmensurable y constante
solidaridad
¡Y no pagué!


Cómo pagar tanto
sin cercenarme yo misma, sin reducirme a polvo
a poco polvo
apenas suficiente para abultar
un sobre del mismo tamaño
de las tantas cartas
que nos escribimos.
Y así me guardarías, en el lugar preciso
exacto, que me correspondería
en el perfecto orden de tus cosas.



II


Tú, Carmen López
enfermera E
pensionada, 65 años
cabeza cana y hermosa
cabeza apasionada,
abuela de Pavel...
Pero elegí vivir
incomprensible, criticable
para ti
necesario, ineludible
para mí
Recorrías la lista de tus amores
siempre la misma línea
Oxtul, David...
hijos y nietos confundidos en tu delirio
anunciador de la muerte.


La muerte entraba y salía
sin decidirse, pienso que te preguntaba
¿Será este el momento oportuno
...cuando apenas tocas la vejez?
¡Qué dices! ¿Tus hijos podrán cuidarte
...quince años más?
¿Estás segura de esto?
¿...o crees poderlo soportar sola?


Y contestabas semidormida, delirando,
semiviva...
Yo, sin comprender el diálogo fatal
regresabas gritando
Hijo, Lourdes! Auxilio!
Y ya no eras más la madre sino la niña
pequeñísima
que no quería avisar para orinar,
y ensuciaba la cama con sus excrementos
y no le importaba más


Debí entender
que esto era posible en tí
la víspera alargada y dolorosa
del momento en que todo deja
de tener importancia.


Querías morir tranquila
sin bañarte, sin curarte,
sin limpiarte, sin ser molestada
en el cada vez más frecuente diálogo


Los papeles no eran lo mismo
tu la niña, la dependiente
caprichosa, desordenada
y yo la que con el mismo amor
que a un hijo mío
limpiaba tu cuerpo
regañándote por tu reticencia.


Humedecía el amor
la mirada
palidecía mi cara
como testimonio de los dos meses
de entrega
cuando para ti importantes
sólo eran los tres últimos prohibidos caramelos
que pediste el mismo día
en que te pusiste de acuerdo con la muerte
y saliste…
en energía, en eco
por los pasillos del hospital
dejándonos maldiciendo y razonando
si tiene algún valor la oportunidad
de tan fatal encuentro.


Naufrago entre emociones
sensaciones...
cansada de historias
de muertos, desaparecidos, presos
amores perdidos.


Ciudad de México, Lourdes Uranga

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