CUBA-sobre brechas por color de la piel
Alertan especialistas sobre brechas por color de la piel
De la redacción de SEMIAC CUBA [24-07-2018]
Las vulnerabilidades que afectan hoy a la población
afrodescendiente en Cuba se expresan en ámbitos como la salud, la
educación, la cultura, e incluso la representación social en los medios
de comunicación, coincidieron especialistas de la isla caribeña.
Esas desigualdades persisten en una sociedad como la cubana,
enfrascada en construir un proyecto inclusivo, alertaron durante un
intercambio convocado por la Asociación Cubana de las Naciones Unidas,
el Programa Cuba de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO) y el Sistema de las Naciones Unidas, con motivo del 25 de
julio, Día de la Mujer Afrodescendiente, Afrolatinoamericana y
Afrocaribeña, y del Día Naranja.
Para Zoe Díaz Bernal, profesora e investigadora de la Escuela Nacional de Salud Pública, estas fisuras son palpables en los propios desafíos de salud y las condicionantes sociales.
El color de la piel contiene en sí todos los ingredientes de una larga historia de desigualdades, discriminaciones, desventajas, vulneraciones y exclusiones, señaló la también coordinadora de la Red Latinoamericana de Género y Salud Colectiva de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Alames), y su nodo en Cuba.
De acuerdo con investigaciones citadas por la experta, el color de la piel es un diferencial de la capacidad de supervivencia de la población cubana.
"Si bien este diferencial no se debe a la exclusión del acceso a la salud por el color de la piel, sí parece estar influido por los contenidos de los programas de salud disponibles y la inexistencia de algunos que contribuyan a la prevención y tratamiento diferenciado de las enfermedades que provocan sobre mortalidad, según la edad y el sexo, en la población no blanca", explicó.
No todos los grupos presentan igualdad para los llamados factores protectores para la salud, precisó la profesora.
Por ejemplo, entre las cubanas son mayoría las no blancas que fuman y consumen alcohol, para todos los grupos de edades y con un predominio para aquellas en situación económica desfavorable. Entre las personas involucradas en hechos violentos, ya sea como víctimas o victimarios, la proporción de personas no blancas es superior, dijo Díaz Bernal.
La investigadora mencionó que la población no blanca presenta una situación más favorable respecto al sedentarismo, con niveles ligeramente inferiores a los de la población blanca.
Sin embargo, insistió, esa mayor actividad física podría ocultar condiciones de vida no tan favorables, que obligan a mayor uso de caminatas y bicicleta como medios de transportación, así como labores cotidianas de vida que conllevan mayor esfuerzo físico. La población no blanca es mayoría en la categoría ocupacional de obreros y personal de servicio.
Para Díaz Bernal, resulta urgente incorporar la perspectiva de género en los análisis de la situación de salud desde el primer nivel de atención y evitar pensar en la población como un monolito homogéneo al que le sirve todo programa o protocolo por igual.
"Tenemos que reconocer que diversos elementos económicos, culturales y sociales condicionaron la aparición de contrastes en el desarrollo histórico entre diversos grupos dentro de la sociedad cubana y esas discrepancias también se registran en el comportamiento de la salud", dijo.
No obstante, vale destacar que el color de la piel, por sí solo, no explica diferenciales ni es causa directa de determinado comportamiento en salud, aclaró. En su opinión, la noción de devenir histórico funciona mejor.
La profesora subrayó que los diferenciales en salud no son atribuibles en sí mismos al diseño deficitario de políticas y programas, pero denotan dinámicas sociales en que la población no blanca queda rezagada.
Abogó entonces por estrategias que involucren a diversos sectores y políticas sociales y de salud que, bajo el principio vigente de la universalidad de la atención médica, incluyan acciones para distintos grupos y transformen los espacios donde estas personas viven su cotidianidad.
En el campo de la educación también persisten inequidades por color de la piel y género, particularmente en el acceso a la educación superior, alertaron asistentes al encuentro.
Hoy se evidencian mayores desventajas para los varones negros y para las personas de menos recursos económicos, dijo señaló Yulexis Almeida, doctora en ciencias sociológicas y vicedecana de la facultad de sociología de la Universidad de La Habana.
Para Almeida, las políticas de acceso que representan vías alternativas permiten aumentar las matrículas del grupo de estudiantes históricamente poco representados en la educación superior, pero no llevan implícitas los mismos esfuerzos en lograr la permanencia de estos en los cursos.
Asimismo, consideró como una de las mayores limitantes, el manejo de la información estadística sobre estos procesos, pues no permite constatar el impacto de estas políticas ni desarrollar acciones para hacer ajustes pertinentes en función de la inclusión, un mayor egreso y acceso al ámbito laboral.
Iguales fisuras pueden identificarse desde los medios, explicó la investigadora Lisandra Torres Carnegie, del Centro de investigaciones Sociales del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), quien analizó la construcción de las historias de vida de los personajes negros y mestizos en cuatro telefilmes cubanos.
Si bien el ICRT cuenta con una política de programación que establece "un adecuado balance étnico", representativo de la sociedad, basado en valores políticos, éticos y estéticos, y sin discriminación; las historias que se construyen sobre hombres y mujeres negras y mestizas son muy diferentes a la de personas blancas, refirió la especialista.
El estudio citado por Torres Carnegie arrojó criterios y estereotipos racistas que guardan relación con los roles históricamente asignados a las personas negras y mestizas, y que los medios de comunicación aún refuerzan en sus productos comunicativos.
"Las personas negras muestran la parte negativa de la sociedad; son las de mayores problemas en las subtramas; destacan las peores cualidades, como es el caso de las prostitutas, que en su mayoría negras y mestizas. Hombres y mujeres negros asumen papeles que, en la mayoría de los casos, denigran su condición como seres humanos y los encasillan", agregó la especialista.
Asimismo, se ven representados en el ámbito laboral como obreros, en espacios menos remunerados y en actividades de mayor esfuerzo físico.
"Ello nos demuestra la responsabilidad que tiene la televisión en transformar los saberes y opiniones sobre determinados grupos raciales, en la deconstrucción y reconstrucción de historias de vida que contribuyan a cambiar ideas anquilosadas", sostuvo.
Para Zoe Díaz Bernal, profesora e investigadora de la Escuela Nacional de Salud Pública, estas fisuras son palpables en los propios desafíos de salud y las condicionantes sociales.
El color de la piel contiene en sí todos los ingredientes de una larga historia de desigualdades, discriminaciones, desventajas, vulneraciones y exclusiones, señaló la también coordinadora de la Red Latinoamericana de Género y Salud Colectiva de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Alames), y su nodo en Cuba.
De acuerdo con investigaciones citadas por la experta, el color de la piel es un diferencial de la capacidad de supervivencia de la población cubana.
"Si bien este diferencial no se debe a la exclusión del acceso a la salud por el color de la piel, sí parece estar influido por los contenidos de los programas de salud disponibles y la inexistencia de algunos que contribuyan a la prevención y tratamiento diferenciado de las enfermedades que provocan sobre mortalidad, según la edad y el sexo, en la población no blanca", explicó.
No todos los grupos presentan igualdad para los llamados factores protectores para la salud, precisó la profesora.
Por ejemplo, entre las cubanas son mayoría las no blancas que fuman y consumen alcohol, para todos los grupos de edades y con un predominio para aquellas en situación económica desfavorable. Entre las personas involucradas en hechos violentos, ya sea como víctimas o victimarios, la proporción de personas no blancas es superior, dijo Díaz Bernal.
La investigadora mencionó que la población no blanca presenta una situación más favorable respecto al sedentarismo, con niveles ligeramente inferiores a los de la población blanca.
Sin embargo, insistió, esa mayor actividad física podría ocultar condiciones de vida no tan favorables, que obligan a mayor uso de caminatas y bicicleta como medios de transportación, así como labores cotidianas de vida que conllevan mayor esfuerzo físico. La población no blanca es mayoría en la categoría ocupacional de obreros y personal de servicio.
Para Díaz Bernal, resulta urgente incorporar la perspectiva de género en los análisis de la situación de salud desde el primer nivel de atención y evitar pensar en la población como un monolito homogéneo al que le sirve todo programa o protocolo por igual.
"Tenemos que reconocer que diversos elementos económicos, culturales y sociales condicionaron la aparición de contrastes en el desarrollo histórico entre diversos grupos dentro de la sociedad cubana y esas discrepancias también se registran en el comportamiento de la salud", dijo.
No obstante, vale destacar que el color de la piel, por sí solo, no explica diferenciales ni es causa directa de determinado comportamiento en salud, aclaró. En su opinión, la noción de devenir histórico funciona mejor.
La profesora subrayó que los diferenciales en salud no son atribuibles en sí mismos al diseño deficitario de políticas y programas, pero denotan dinámicas sociales en que la población no blanca queda rezagada.
Abogó entonces por estrategias que involucren a diversos sectores y políticas sociales y de salud que, bajo el principio vigente de la universalidad de la atención médica, incluyan acciones para distintos grupos y transformen los espacios donde estas personas viven su cotidianidad.
En el campo de la educación también persisten inequidades por color de la piel y género, particularmente en el acceso a la educación superior, alertaron asistentes al encuentro.
Hoy se evidencian mayores desventajas para los varones negros y para las personas de menos recursos económicos, dijo señaló Yulexis Almeida, doctora en ciencias sociológicas y vicedecana de la facultad de sociología de la Universidad de La Habana.
Para Almeida, las políticas de acceso que representan vías alternativas permiten aumentar las matrículas del grupo de estudiantes históricamente poco representados en la educación superior, pero no llevan implícitas los mismos esfuerzos en lograr la permanencia de estos en los cursos.
Asimismo, consideró como una de las mayores limitantes, el manejo de la información estadística sobre estos procesos, pues no permite constatar el impacto de estas políticas ni desarrollar acciones para hacer ajustes pertinentes en función de la inclusión, un mayor egreso y acceso al ámbito laboral.
Iguales fisuras pueden identificarse desde los medios, explicó la investigadora Lisandra Torres Carnegie, del Centro de investigaciones Sociales del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), quien analizó la construcción de las historias de vida de los personajes negros y mestizos en cuatro telefilmes cubanos.
Si bien el ICRT cuenta con una política de programación que establece "un adecuado balance étnico", representativo de la sociedad, basado en valores políticos, éticos y estéticos, y sin discriminación; las historias que se construyen sobre hombres y mujeres negras y mestizas son muy diferentes a la de personas blancas, refirió la especialista.
El estudio citado por Torres Carnegie arrojó criterios y estereotipos racistas que guardan relación con los roles históricamente asignados a las personas negras y mestizas, y que los medios de comunicación aún refuerzan en sus productos comunicativos.
"Las personas negras muestran la parte negativa de la sociedad; son las de mayores problemas en las subtramas; destacan las peores cualidades, como es el caso de las prostitutas, que en su mayoría negras y mestizas. Hombres y mujeres negros asumen papeles que, en la mayoría de los casos, denigran su condición como seres humanos y los encasillan", agregó la especialista.
Asimismo, se ven representados en el ámbito laboral como obreros, en espacios menos remunerados y en actividades de mayor esfuerzo físico.
"Ello nos demuestra la responsabilidad que tiene la televisión en transformar los saberes y opiniones sobre determinados grupos raciales, en la deconstrucción y reconstrucción de historias de vida que contribuyan a cambiar ideas anquilosadas", sostuvo.
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