Efeméridesa.Maria Remedios del Valle y el día de lxs afrodescendientes

El continente americano cobijó a millones de africanxs hombres, mujeres y niños, que fueron arrancados de su África natal entre los siglos XVI y XIX aproximadamente, para ser incorporados como mano de obra esclava en el sistema de plantaciones que impusieron los colonizadores europeos a lo largo de nuestro continente.

Lxs esclavxs no eran consideradxs humanxs sino cosas, por tanto no tenían nombre, pasado, familia, identidad, nada. De muchxs esclavxs de origen africano (porque no hay que olvidar que nuestros pueblos originarios también lo fueron) ni siquiera sabremos su nombre o en qué lugar y que era obligadx a hacer. A veces les daban el apellido de sus dueños como marca de propiedad mas no de identidad. Fue y es una ardua tarea el rastreo de alguna huella de esxs millones de esclavxs. Varios países de América Latina, en un intento por visibilizar el racismo y la historia de estás poblaciones sometidas, tienen diferentes fechas para celebrar el día de lxs afrodescendientes.

El Estado Argentino optó por el 8 de noviembre como día de celebración y visibilización de las comunidades afro residentes en nuestro país, en honor al día en que falleciera María Remedios del Valle, quien por su tenaz lucha no pudo ser invisibilizada y rompió el veto de la historia oficial, el veto de la historia blanca y europea que dice que algunos venimos de los barcos y otros de la selva. Aquí su historia, la que intentaron esconder.

Una vida de película

Maria Remedios del Valle nació en Buenos Aires aproximadamente en el año 1766. Decimos aproximadamente porque a lxs esclavx sy a lxs pardxs, como María, muchas veces no les anotaban con la fecha exacta de nacimiento, y a veces ni leos anotaban. Los pardxs, eran una de las castas creadas por la Corona española para dividir a la sociedad. Ser pardx significaba ser descendiente de africanxs.

Fue testiga y protagonista de eventos históricos como las Invasiones Inglesas al Río de la Plata en 1807, donde auxilióo a los combatientes que resistieron la invasión. Es un aspecto poco estudiado aún pero las mujeres en épocas coloniales participaban de las guerras, no necesariamente como combatientes sino más bien como auxiliares que se ocupaban de la logística, rol clave en épocas de guerras. A esta figura se la conocía como rabonas y es un fenómeno que se extendió sobre todo en el periodo de las guerras latinoamericanas del siglo XIX incluida la nefasta guerra de la Triple Alianza.

Cuando estalló la revolución de mayo de 1810, María se sumó al Ejército del Norte junto a su marido y sus dos hijos. Más precisamente a la 6.ª Compañía de artillería volante al mando del capitán Bernardo Joaquín de Anzoátegui. La compañía combatió en Potosí donde fue derrotada junto a todo el ejército revolucionario y donde perdieron la vida su esposo y sus dos hijos.

La parda María a pesar del dolor, continuó sirviendo como auxiliar durante el exitoso avance sobre el Alto Perú, en la derrota de Huaqui y en la retirada que le siguió. En vísperas de la batalla de Tucumán se presentó ante el general Manuel Belgrano para pedirle que le permitiera atender a los heridos en las primeras líneas de combate. El general Belgrano era muy reacio a la presencia de mujeres entre sus tropas, ya que consideraba que su presencia distraía a los soldados. Le negó el permiso, pero al iniciarse la lucha a Del Valle no le importó y llegó al frente alentando y asistiendo a los soldados, quienes comenzaron a llamarla la «Madre de la Patria». Tras la decisiva victoria, Belgrano terminó nombrandolá capitana de su ejército, la primer capitana mujer. Pero las buenas noticias duraron poco y en la Batalla de Ayohuma en noviembre de 1813, María fue herida de bala y tomada como prisionera por el ejército realista. Por ser revolucionaria, mujer y parda los realistas decidieron dar un mensaje a otras mujeres a través del cuerpo de María: fue condenada a 9 días de azotes públicos.

Las huellas de María se pierden luego de aquel escarmiento público. Algunos estudiosos dicen que logró escapar y ayudó a huir a otros del campo de prisioneros. Lo cierto según expedientes de los años 1826 a 1830, es que María Remedios del Valle cayó en la mendicidad y fue precisamente en 1826 cuando acudió a la Honorable Junta de Representantes en búsqueda de una pensión por los servicios prestados a la causa revolucionaria. María con sus 60 años y heridas de guerra, pedía limosnas en iglesias para poder comer. Juan Jose Viamonte fue uno de los que la reconoció, acompañó y apoyó la gestión iniciada por María Remedios. Dado que no había documentos y varios de los combatientes a que ella hacía referencia en las audiencias ya no estaban en este mundo, sus heridas de guerra y las feroces cicatrices que los realistas dejaron en su espalda como marcas indelebles del dolor y la guerra, fueron tomadas como evidencia de que María era quien decía, la capitana del ejército revolucionario.

En 1828 el general Viamonte declaró en una sesión de la Junta de Representantes: “Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al ejército de la patria desde el año 1810. No hay acción en que no se haya encontrado en el Perú. Era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas, y lleno además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos y no se la debe dejar pedir limosna como lo hace.”

El pedido de María finalmente fue hecho realidad en el año 1830. Se le otorgó un sueldo, el cargo de Sargento Mayor de Caballería y Juan Manuel de Rosas la incluyó en la Plana Mayor. De sus últimos años, se conoce bastante menos. Adoptó el nombre de María Remedios del Valle Rosas, con el que luego continuaría apareciendo en las listas hasta la fecha de su muerte, ocurrida el 8 de noviembre de 1847.

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