MEMORIAS: El reloj cadena del abuelo vasco, por Marta Zabaleta


El reloj cadena del abuelo vasco*

Era una noche tibia, de luna.
En el email desde Buenos Aires, él me decía:
‘cariños y ocupate con tranquilidad de las cosas, no te hagas malasangre
por pequeñas adversidades.
 Abrazo
Eduardo’
Y yo, mirando la luna entre los árboles, lo sentí muy, muy cerca y entonces, le dije:
No sabría cómo hacerlo.Soy una artista del drama y del expiante. Y esta anécdota te lo dice todo:
Ese día fui al almacén a comprarle cigarrillos negros a mi viejo, como todos los días.
Vi al chico, le di uno de esos caramelos que tenían un papelito con un mensaje adentro, ¿te acordás? ¿No? Bueno, no importa. No te aflijas. Podés  pensar entonces en un chupetín, rojo, da lo mismo.

Y ese día, le pedí: Esperame, que voy y vuelvo.
Mi papá unos días después se cansó de buscar el reloj de oro, con cadena y todo, del abuelo José, un vasco importado de Guipuzcoa. El que usaba cuando se sacó la foto aquella  adonde salía  parado al lado del mapamundi. ¿Qué? No, no, sin boina, claro.
Al final se lo dije:
Mirá, papi, me dio pena, y...se lo di a un pibe de la calle. No tenía zapatos ¿viste?
Y qué quería, ¿que le diera cigarrillos?
Mi papá  entonces y a raíz de eso, aunque yo ya era grande, tenía como cinco años, empezó a decirme, día por medio: Martita, no debes mentir tanto.
Yo no miento, exagero…. ¿cémo que por qué?
Porque la realidad es muy fea, ¿no te das cuenta?

Extraido de  INVENTIVA SOCIAL

(de mis memorias, Marta Zabaleta)

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