CHILE: los crímenes de la dictadura de Pinochet segunsu par, el Gral.Lagos Osorio
Recibido por memoriaviva el 18-5-2011
El general responsable del
Campo de Concentración, Joaquín Lagos se vanagloriaba de darnos trato
decente y alimentación adecuada. En estricto rigor, cabe señalar que en
verdad nos dieron hasta leche…, pero descubrimos que tenía vencimiento
de más de seis meses. ¿Quiénes se percataron del hecho? : los mismos
compañeros prisioneros que cumplían labores en el rancho donde se
cocinaba, no solo para los prisioneros políticos, sino para la tropa y
la oficialidad. Este hecho provocó una disentería generalizada entre
todos los compañeros, que causó una gran alarma entre nuestros médicos
que atendían el Policlínico.
Este benévolo general, olvidó de contar
que las casas, en un principio carecían de puertas, estas estaban
reemplazadas por trozos de arpilleras, que de nada servían para detener
el horrible frío que entraba colado hacia las habitaciones. En el día la
temperatura subía, fácil, por sobre los 35° y en las noches eran de
-20°.
Los “conteos”, incluyendo el desnudarnos para la revisión, eran
rutinas que cumplían todas las guardias que se relevaban cada 15 días y
por supuesto eran realizadas en los horarios de mayor calor en el día y
durante las madrugadas, con la temperatura extrema, más baja. Mientras
esto sucedía en la cancha de fútbol, nuestras casas eran saqueadas por
los militares de turno cualquiera fuera su vestimenta (azul de la fach,
grises del ejército (milicos) y verde de carabineros (pacos)).
Toque de queda al interior del campo
El valiente general nunca
narró, que en determinada guardia, sus comandos boinas negras,
decretaron toque de queda al interior del recinto enrejado ¿?, y que
para ir al baño colectivo, mejor dicho a las inmundas letrinas, dado que
las casas no estaban acondicionadas con baños individuales, debíamos
solicitar permiso (alzando un pañuelo o trapo blanco) para realizar
nuestras necesidades fisiológicas. Baste agregar que esto iba acompañado
de pateaduras y agresiones verbales; por supuesto esto duró un par de
días, hasta que decidimos realizar “nuestros actos de salubridad”, al
interior de nuestras casas por una cuestión de seguridad personal y
colectiva.
Guillermo Orrego Valdebenito
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