Nueva profesión de fe: «un hombre es una mujer»

 

Nueva profesión de fe: «un hombre es una mujer»

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En España caló profundamente la Contrarreforma, esa reacción furibunda de la Iglesia Católica contra la osadía de la Reforma que sostenía, via tesis de Lutero en 1517 según la historia oficial, que se podía dialogar íntimamente con Dios sin mediación alguna y sin el mercadeo del clero con las indulgencias, entre otras cuestiones que abrían una rendija al pensamiento moderno, aunque todavía dentro del marco mental teocrático. Es interesante la duda de Lutero ante el sentimiento profundo de arrepentimiento, que lo consideraba un asunto privado entre el creyente y Dios, no certificable por la Iglesia ni sus ministros. En esa misma línea, también se acabó cuestionando la transubstanciación del cuerpo de Cristo en una galleta, ¡y quién nos iba a decir que añoraríamos semejante atrevimiento de hace siglos, mientras nos reíamos de la peregrina idea según la cual un hombre es una mujer!

De la reacción de la Iglesia católica viene, en parte, esa exhibición de expiar penas mortificando la carne y de comer cerdo en todas sus formas y productos por parte de los sospechosos de herejía -llámense judíos, moriscos, o seres libre-pensantes de ambos sexos- como prueba definitiva de adhesión al régimen nacionalcatólico del Barroco. Muchos terminaron mal, muy mal, lo relató con precisión y dolor Delibes en El hereje. Disimular era muy difícil; ocultar la lucidez y las preguntas que se desbordaban a través de todo su ser, una tarea heroica, mientras se imponía por doquier la profesión pública de fe. Ahí tienen todavía, cada Semana Santa, desfiles de penitentes extravagantes que salen a expiar sus culpas lacerándose las carnes, sin que sepamos qué habrán hecho para merecer, en su universo mental, semejantes castigos.

Pues bien, nos hallamos enfrascados en una espiral de estupidez semejante, nada inocente y sí muy dañina. El próximo 22 de diciembre, los partidos supuestamente progresistas que nos gobiernan impondrán por ley que todas hagamos lo que ya hacen decenas de acólitos, falsos o instrumentales -siguiendo la prevención de Lutero-, que se declaran creyentes en la nueva verdad trans. Una nueva verdad revelada, no por un libro sagrado, sino por las corporaciones farmacéuticas de la industria de la identidad de género. Una industria que hace tiempo que se frota las manos en España con las leyes autonómicas que se ceban en la población menor habiendo entrado a predicar transgenerismo, reclutar e inducir supuestas salidas del armario trans a cualquier edad en los centros educativos, también por ley, desde 2014. La nueva verdad no admite dudas, tal como propagan machaconamente los medios de comunicación, parece que compartiendo gran parte de su accionariado con las empresas que reclutan nuevos pacientes de por vida, según informa Ameco/Kaosenlared.

El Proyecto de Ley Trans, para resumir lo más esencial, obliga a creer que un hombre es una mujer si así lo declara, y reintroduce el delito de herejía y de doble-pensar, tan apreciados por los totalitarismos, de la Contrarreforma a las dictaduras del siglo XX. El nuevo Tribunal de la Santa Inquisición o la persecución por “tener ideas” -el franquismo, siempre devaluando la cultura, incluso la más carca- se instalará en la Dirección General de Diversidad o cómo se llame en adelante, y esa instancia, fuera del ámbito judicial, decidirá, invirtiendo la carga de la prueba en lo que ya no será realmente un Estado de derecho. A ver cómo demuestras que eres inocente después de haber escrito libros, informes y artículos contra el transgenerismo durante años afirmando que la infancia trans no existe y que el transgenerismo es una ficción ultraconservadora que sirve a los fines espurios del mercado de la vida. Todo eso será considerado delito de odio hacia un colectivo oprimido, vamos, contra los mismísimos Derechos Humanos, aunque estos no digan nada del asunto -ya están el lobby presionando para que los derechos de la infancia incluyan en breve el derecho a la hormonación según la identidad de género sentida. Otro éxito de la estrategia mercadotécnica transhumanista bien expuesta por el bufete Dentons.

Ignoro si los castigos por herejía van a aplicarse de forma retrospectiva. Si es así, me despido de mis lectoras y lectores, esperando que me lleven un bocata con lima a la cárcelno sin antes hacer uso de la palabra en el Congreso de los Diputados el próximo 16 de diciembre, esa palabra secuestrada por la Comisión de Igualdad, para decir que las leyes trans contribuyen a destruir la vida de cada vez más mujeres y más menores y que un incremento del 5700% de niñas de 10 a 14 años -por dar una cifra entre tantas- entre los casos tratados por el Servei Trànsit entre 2015 y 2021 es un indicador alarmante e inaceptable, más que suficiente para abrir una investigación y dar marcha atrás en el delirante “modelo afirmativo”. No sin antes interpelar a aquellas voces acomodaticias que, desde la responsabilidad política, se atreven a decir que tampoco son tantas como para tomarse la molestia.

Por suerte seremos muchas para reorganizar la resistencia y derrocar, finalmente, a este nuevo régimen contra las mujeres, la infancia, la salud y la razón. En peores circunstancias se ha visto el movimiento feminista y hemos regresado para vencer. No os quepa ninguna duda.

El común, España.

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