ARGENTINA: sobre la trata y la dura lucha de una madre
ANTICIPO DEL LIBRO TRIMARCO. LA MUJER QUE LUCHA POR TODAS LAS MUJERES, DE SOLEDAD VALLEJOS
Que Marita se fue de su casa, abandonando pareja e hija, porque quería otra vida. Buscaba ser libre, seguir con su vida sin lastres. Que había llegado a comentar a algunas otras chicas de la noche que quizá viajara para prostituirse lejos.
Que Trimarco siempre lo supo, pero calló por conveniencia. Que denunciar, hablar de trata, acusar a inocentes, embarrar con mentiras fue siempre parte de un negocio.
Que la Fundación recibe millones de euros, de dólares, de pesos. Y que Trimarco vive en una mansión; tiene camioneta con chofer; tiene todo el tiempo, todos los días, línea directa con la Presidencia de la Nación.
Que las víctimas rescatadas de redes de trata no fueron, en realidad, víctimas. Que algunas ni siquiera fueron rescatadas. Que, de hecho, está en duda que Trimarco alguna vez haya rescatado a alguna mujer. Que muchas de esas presuntas víctimas dicen lo que dicen porque viven gracias al dinero que les da la Fundación. Que son palabras interesadas, corruptas.
Quienes dudan de Trimarco sostienen algunos de esos argumentos. A veces, todos.
La luchadora
A fuerza de buscar a su hija desaparecida, Susana
Trimarco se convirtió en símbolo de lucha contra la trata. Trimarco, de
la periodista de Página/12 Soledad Vallejos, el libro que Aguilar
distribuye en estos días, la retrata en ese camino: la vida cotidiana,
con sus angustias, ilusiones, agallas y transformaciones. Aquí, un
extracto del capítulo sobre las sospechas y los rumores con que
se intenta desacreditar su lucha.
Por Soledad Vallejos
Dicen que el caso es una fabulación. Que Marita Verón era prostituta.
Que Susana Trimarco lo había sido en su juventud, pero con los años
se había reconvertido en proxeneta. Que estaba grande ya para el trajín
de poner el cuerpo ella misma cada día. Que Daniel Verón sabía todo esto
y no le molestaba, porque de algún modo debía pagar sus deudas de juego
millonarias.Que Marita se fue de su casa, abandonando pareja e hija, porque quería otra vida. Buscaba ser libre, seguir con su vida sin lastres. Que había llegado a comentar a algunas otras chicas de la noche que quizá viajara para prostituirse lejos.
Que Trimarco siempre lo supo, pero calló por conveniencia. Que denunciar, hablar de trata, acusar a inocentes, embarrar con mentiras fue siempre parte de un negocio.
Que la Fundación recibe millones de euros, de dólares, de pesos. Y que Trimarco vive en una mansión; tiene camioneta con chofer; tiene todo el tiempo, todos los días, línea directa con la Presidencia de la Nación.
Que las víctimas rescatadas de redes de trata no fueron, en realidad, víctimas. Que algunas ni siquiera fueron rescatadas. Que, de hecho, está en duda que Trimarco alguna vez haya rescatado a alguna mujer. Que muchas de esas presuntas víctimas dicen lo que dicen porque viven gracias al dinero que les da la Fundación. Que son palabras interesadas, corruptas.
Quienes dudan de Trimarco sostienen algunos de esos argumentos. A veces, todos.
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