Una solución transitoria para evitar más guerras comerciales. según una mujer búlgara, doña KRISTALINA, al menos de nombre
gravar a las multinacionales
La directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, señala que es urgente encontrar un consenso para evitar “una espiral caótica de impuestos o guerras comerciales en las que todos pierden” Laura Delle Femmine,El Pais,Madrid - 04 may 2021 - 18:07 GMT+1
“Es una oportunidad única”. “Tenemos que estar a la altura”. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, se ha referido con estas palabras a la necesidad de aprovechar este momento histórico, marcado por una pandemia sin precedentes y la peor crisis económica en décadas, para “repensar y arreglar el sistema tributario internacional y crear un sistema que sea verdaderamente adecuado para el siglo XXI”. La economista ha hecho hincapié en la fiscalidad de las multinacionales y ha respaldado la reciente propuesta de Estados Unidos de imponer un tipo mínimo del impuesto de sociedades a nivel global, mostrándose confiada en que este mismo año pueda alcanzarse un acuerdo internacional en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), encargada de coordinar las negociaciones para reformar las reglas fiscales mundiales.
“Los impuestos son tan antiguos como la civilización... al igual que los esfuerzos por escapar de ellos”, ha dicho Georgieva este martes con ocasión de la presentación del informe del Fondo Impuesto de sociedades bajo presión. Por qué una reforma es necesaria y cómo podría ser diseñada. “Pon un impuesto a las ventanas y la gente las tapiará. Grava demasiado las importaciones y tendrás contrabandistas. Grava los ingresos corporativos, y las empresas trasladarán las ganancias, invertirán o harán planes para evitar pagar. Pero los impuestos bien diseñados pueden minimizar este comportamiento”, ha ejemplificado.
Con esta premisa clara, queda establecer cómo hacerlo. Las grandes corporaciones, al calor de la digitalización y la globalización, llevan años desviando beneficios a territorios de baja tributación para rebajar su factura fiscal. Las artimañas que emplean para mover sus ganancias y reducir sus bases imponibles han impulsado una carrera a la baja en el tipo del impuesto de sociedades en todo el mundo, y han mermado la recaudación de los Estados por este tributo. Encontrar una solución a este desafío, que pone de manifiesto la obsolescencia de unas reglas fiscales diseñadas en los años veinte del siglo pasado, se ha hecho aún más urgente con la actual crisis, que ha tenido una virulencia comparable solo con los conflictos bélicos y ha generado un enorme agujero en las cuentas públicas.
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“Mirando hacia atrás, el mayor impulsor histórico de la innovación de la política fiscal ha sido la guerra”, ha apuntado Georgieva. “El coste de la Primera Guerra Mundial y la reconstrucción de la posguerra ayudaron a crear impuestos corporativos modernos. Ahora, nos enfrentamos a dos crisis desastrosas y muy costosas: la covid y el cambio climático. Estas necesidades urgentes, combinadas con un espíritu renovado de multilateralismo, nos brindan una oportunidad única para repensar y arreglar el sistema tributario internacional”.
Georgieva ha subrayado que encontrar una solución a la tributación de las grandes corporaciones “es especialmente importante” para los países en desarrollo de bajos ingresos, y ha añadido que el FMI respalda “plenamente las negociaciones de la OCDE”, en la que participan 139 países. Estas se congelaron el año pasado después de que Donald Trump decidiera abandonarlas. El nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, ha cambiado radicalmente la postura de Washington, y ha permitido reactivar las conversaciones multilaterales.
Impuesto mínimo global
A ese giro en la Administración de EE UU se ha referido la directora del FMI, al mencionar que la propuesta de establecer un impuesto mínimo de sociedades a nivel global “ha dinamizado la conversación” sobre la reforma de las reglas fiscales. “Este tipo de enfoque multilateral es la única forma de garantizar que las multinacionales altamente rentables paguen impuestos suficientes, y los paguen en los países en los que tienen una participación significativa”, ha dicho Georgieva. “Somos particularmente optimistas con respecto a un acuerdo global sobre el impuesto de sociedades en 2021, este año. Y se necesita urgentemente para evitar, en el futuro, el riesgo de caer en una espiral caótica de impuestos o guerras comerciales en las que todos pierden”.
La economista jefa del Fondo, Gita Gopinath, ya había afirmado el mes pasado que el FMI está a favor de la propuesta estadounidense, en la enésima señal de que el organismo pretende alejarse de la imagen de austeridad y recortes que la caracterizó tras la anterior crisis financiera. Al inicio de la pandemia, Georgieva pidió a los Gobiernos abrir al máximo el grifo del gasto; después, recomendó elevar los impuestos a los más ricos y las empresas más rentables para costear los servicios públicos y crear un impuesto temporal a las rentas más altas y las multinacionales.
“¿Qué está mal en el sistema actual y por qué?”, se ha preguntado Georgieva. “¿Cómo deberíamos tratar a las empresas digitalizadas que operan a nivel internacional y que están entre las más valiosas y rentables del mundo? A muchas de ellas les ha ido muy bien durante la pandemia, haciendo negocio en casi todos los países. Pero las reglas [fiscales] centenarias otorgan derechos impositivos solo a los países donde las empresas tienen presencia física. Los gigantes de internet, y muchas otras sociedades, también eluden impuestos moviendo activos intangibles valiosos y desviando beneficios a territorios con impuestos bajos. ¿Cómo solucionamos esto?”.
El informe publicado este martes por el FMI analiza la estructura fiscal internacional y pone sobre la mesa posibles reformas para gravar a las multinacionales. Entre ellas, modificar el concepto de “establecimiento permanente” y las reglas para asignar los beneficios de las grandes corporaciones, elementos que deben combinarse con una mejor cooperación internacional y transparencia.
Georgieva ha cerrado su intervención con una anécdota relativa al impuesto sobre las ventanas, instaurado en el siglo XVIII en el Reino Unido. “Se ideó como una innovación: aumentar la privacidad, al permitir que los inspectores fiscales hicieran su trabajo sin entrar a los hogares. Pero cuando la gente empezó a tapiar las ventanas, se distorsionó: se transformó en un tributo odiado sobre la luz y el aire fresco”, ha dicho. “El sistema internacional de impuestos corporativos se ha vuelto igualmente oscuro y distorsionado. Pero tenemos una oportunidad especial este año para traerle la luz de la simplicidad y la justicia. Debemos estar a la altura de las circunstancias”.
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