CHILE: memorial del MIR en Villa Grimaldi;580 revolucinarias/os desaapercidas/os
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Lucía Sepúlveda Ruiz (PUNTO FINAL) tomado de ARGENPRESS
Caía la noche cuando padres, hijos y nietos presentes en el rescate de la memoria de la militancia mirista arrojaron claveles rojos sobre el sobrio monumento, desfilando unidos indeleblemente por la memoria, el dolor y el amor por los ausentes. En el memorial están grabados en placas de cobre los nombres de 580 militantes del MIR caídos durante la dictadura cuyos casos se han documentado por sus compañeros hasta ahora. Allí están los detenidos desaparecidos, los ejecutados, los internacionalistas, los explosionados; los conocidos y los desconocidos; los que eran de la ciudad y los campesinos; los pobladores, los obreros, los estudiantes y los profesionales.
En el acto inaugural también estuvieron todos. Ex militantes de base, familiares de los caídos, ex dirigentes de todos los sectores, y amigos del MIR corearon las consignas y cantaron a media voz el himno “Trabajadores al Poder” cuando se exhibió un video con distintos momentos de la historia de la organización.
Forjadores de sueños
En el acto –que presentó la actriz Gloria Laso- la oradora fue la periodista Gladys Díaz Armijo, ex presa política, torturada en Villa Grimaldi y dirigente histórica del MIR y del Frente de Trabajadores Revolucionarios de los Medios de Comunicación. Su discurso respondía a las nuevas generaciones que se preguntan si los miristas fueron héroes, altruistas o idealistas o ingenuos: “Fuimos todo eso y mucho más, fuimos parte de una camada continental, de una casta de mujeres y hombres, encantadores de ideales e idearios, ajenos a toda autorrealización, dispuestos a esfumarse en el colectivo, y a dar la vida si era necesario, por la coherencia política. Nadie les puede quitar a nuestros hermanos desaparecidos y asesinados, la memoria de lo que fueron, y a ellos y a nosotros mismos, nada ni nadie nos puede quitar el inmenso orgullo de haber sido los revolucionarios de nuestro tiempo, forjadores de futuro, de sueños inconclusos que aún esperan ser retomados por las nuevas generaciones.”
En su intervención Gladys Díaz señaló que era necesario traer a los caídos “desde más allá del infinito, para volver a sentir sus risas, su canto, su grito libertario… Que en este recinto cada uno pueda encontrarse con los más cercanos, con los más queridos, con los nunca olvidados …Construyamos en este día, una realidad que los contenga a todos, que no falte ninguno, que vengan de todos los espacios en que se les arrancó la vida, a juntarse con nosotros y sintiéndonos nuevamente jóvenes, compartir con ellos la asamblea decisiva, el congreso aún pendiente. Y que el tema central de esta gran reunión que nos convoca a todos, sobrevivientes y muertos, sea el reconocimiento a nuestros héroes y mártires, a su compromiso ejemplar, a su sacrificio en la plenitud de su quehacer, a su legado de honor y dignidad. Ellos como los héroes de las mil leyendas eternizaron su juventud y se quedaron para siempre fuertes, poderosos, bellos. Y quienes estamos aquí y muchos otros que nos acompañan desde la distancia, continuamos la brega y ya no somos los mismos. Y sería dramático que fuéramos los mismos. Sería lamentable que no fuéramos más conscientes, más tolerantes, más reflexivos, más experimentados, más inteligentes, más viejos y más sabios.”
Interpretando el espíritu unitario y fraterno que se vivía en ese atardecer, ella afirmó más adelante que desde distintos abordajes “todos deseamos poner nuestro grano de arena en la construcción de una sociedad mejor, más hermana, más justa, sin explotadores y explotados. Porque los sesgos, la táctica, y los matices pueden no ser los mismos. Pero nadie ha perdido el norte. Nuestros hermanos héroes y mártires, hoy entre nosotros, nos saludan, porque saben que para rendir tributo a su memoria, nos reunimos hoy tal vez, por última vez sin ponernos apellidos odiosos, sin descalificaciones, sin culpabilizarnos mutuamente, solamente unidos por un abrazo invisible que viene del pasado, que se hace hoy presente para compartir este justo homenaje que debíamos a los nuestros. Ya no somos los mismos, y tampoco el planeta, ni Chile son lo mismo, por lo tanto las preguntas y las respuestas a este momento histórico ya no nos parecen tan claras y absolutas, como lo sentimos en ese viejo ayer.”
Llamó finalmente a “crear esperanzas nuevamente, desde el desapego por lo material, desde el compromiso, desde la honestidad, desde el amor por los pobres del campo y la ciudad. Para tal vez, llegar al límite al que llegan los físicos atómicos, a trabajar desde la probabilidad, donde nada es absoluto. Encontrar el wou wei de los chinos, “la acción justa”.
Y concluyó que el ejemplo de los caídos “está presente, en los buscadores de respuestas, en los que indagan y cuestionan, en los que no se conforman, en los alternativos al sistema, en los constructores de tiempos mejores. Su ejemplo seguirá vivo en los sostenedores de la memoria y en las generaciones presentes y futuras que recorriendo caminos de sauces, cipreses o alamedas, producirán el cambio hasta levantar la sociedad sin explotados.”
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