ARGENTINA: niños en cautiverio y violencia genérica en la ESMA.
EL ALEGATO DEL CELS Y DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO, EN LA CAUSA ESMA
La maternidad clandestina
Carolina Varsky, del Centro de Estudios Legales y Sociales, pidió que el fallo reconozca por primera vez que en la Escuela de la Armada funcionó una maternidad clandestina. Hicieron eje en el abuso a las mujeres secuestradas.
Por Alejandra Dandan
Carolina vasky dio por acreditada la identidad de los 18 condenados a cadena perpeptua.
Niños en cautiverio
El alegato se detuvo especialmente en los niños secuestrados con sus padres. Utilizados como “objeto de coerción durante las sesiones de tortura a las que fueron sometidos sus padres”, dijo Carolina Varsky. Entre otros recordó a Ana María Martí, secuestrada con sus hijos de 6 y 8 años: “Me decían que era una mala madre, que era mi culpa. Prácticamente perdí la razón, mis compañeros de la pecera trataban de controlarme”. Ella fue quien pidió por ellos al coronel Roualdes: “¡Le imploré que no mataran a mis hijos!” Cuando volvió a verlos: “Estaban muy mal, flaquitos, desesperados”. Otro caso simbólico es de Carlos Gregorio Lorkipanidse. Durante la tortura, Azic le arrancó el bebé a su mujer que estaba en el cuarto de al lado. Entró a la habitación donde estaba él y le dijo: “Si no cantás, le vamos a reventar la cabeza contra el piso”. Puso al niño sobre el pecho y pasaron corriente eléctrica: “El bebé llora y dura varios minutos. Y escucho que Liliana grita: ‘Con el bebé no, hijos de puta’”.
Violencia de género
Como en otros juicios orales y como lo hicieron otras querellas en la ESMA, el CELS pidió que se separen las declaraciones de violencia de género para impulsar una investigación como delito autónomo. “Los delitos contra la integridad sexual configuraron una más de las prácticas aberrantes a las que fueron sometidos la gran mayoría de los detenidos y detenidas”, dijo Varsky. En la ESMA, las agresiones de índole sexual fueron sistemáticas, dijo. Pese a que ninguna de las víctimas de este tramo del juicio denunció ser sexualmente abusada, lo hicieron las y los sobrevivientes que declararon como testigos. Varsky habló de las particularidades de ser mujer en la ESMA: la esclavitud sexual; las obligadas a mantener relaciones sexuales estables con los oficiales de la UT 3.3.2; los abusos sexuales sobre la vulnerabilidad psíquica y mental de la víctima y la idea de “feminizar a las víctimas como señoras” en el proceso de resocialización. “Siguiendo a Catherine McKinnon en Are Women Human? –explicó–, podemos decir que la violencia sexual y su máxima expresión, la violación sexual sistemática, no sólo inflige un daño físico y mental severo sino que, por ser sistemática e impuesta como una condición de vida, es destructiva.”
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