POESIA: Homenaje de Gustavo Tisocco y Marta Zabaleta a Ernesto Goldar / Hoverfly, por Yanina Hinrichsen
HOVERFLY, Foto de Yanina Hinrichsen (c) Summer 2011
Homenaje a Ernesto Goldar
Ernesto no participaba de mispoetas pues no sabía enviarme su material y ya no tengo tiempo de ticlear a poetas si estos no me envían sus trabajos. Pero Ernesto siempre estará en mi corazón, gran poeta, gran amigo y gran ser humano. Nos estamos quedando sin grandes seres, éste es mi humilde homenaje a él que seguramente estará recorriendo las calles del cielo de arriba, abrazos Gus...
POETA NATURAL
La mano, la mano enferma,
la mano enferma escribe.
Imposición ineludible de decir,
o de ocultarlo, que viene a ser lo mismo,
para inventar otra vez un espacio
en la línea de papeles,
de todo olvidar en el descenso.
Afuera el mundo tiembla,
y no puedo detener la mano mortal y maniática
que dibuja palabras, frases y finales,
como si se tratase de una extraña.
No es de mi cuerpo, para nada,
tampoco de mi alma,
generadora de almas.
ESCUCHAR ACONTECE
El poeta no es en nada un escribiente,
quiero decir,
no usa de las palabras que hablan y se escriben,
y las palabras gastan.
Nombra el poeta, y el sentimiento escucha
que dentro de sí mismo se devela,
no es dueño de palabras,
y menos las dispone para poner la voluntad.
El poeta origina, vuelvo a decir,
obedece,
a la palabra oye,
la dice con la boca cerrada
y le devuelve la retenida dulzura de su corazón.
AHORA
Sucede que gusta oír silbar a la gente.
El silbido es personal, anónimo,
viene como un mensajero atravesando las celosías y las puertas.
Se supone que el hombre que silba está contento,
hace un trabajo agradablemente monótono,
piensa algo ocurrente para contarle a la mujer,
siente aproximarse la hora del vino y la comida.
Los hombres soplan con delicadeza la alegría
cuando echan aire caliente al hueco de la mano
o aire frío a la sopa,
cerrando así los ojos,
creadores de esa melodía trivial que se les metió
entre los labios estirándolos para el beso
que dura el tiempo exacto de la melodía.
Silbadores de todos los países
no paren de silbar,
únanse por lo menos
en los compases cortitos de una canción.
ERNESTO GOLDAR
Ernesto Goldar nació en Buenos Aires en 1940. fue poeta y ensayista, ejerció el periodismo y la docencia universitaria, además de coordinar talleres literarios de novela, ensayo y poesía.
Fue asesor cinematográfico, candidato a senador, jurado por el Fondo Nacional de las Artes, el Congreso de la Nación y el gobierno de la ciudad.
Participó de antologías sobre la historia y la sociología de Buenos Aires, y de las antologías Poetas argentinos del siglo XXI, 2005; Legado de poetas, poesía social argentina, 2007; Poesía argentina contemporánea, 2007; etc.
Fue socio honorario de la Sociedad Argentina de Escritores y de la Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina.
Obtuvo el premio Oesterheld. Publicó ensayos de investigación histórica, pensamiento político y crítica literaria; dictó conferencias en universidades nacionales e instituciones culturales públicas y privadas, y es citado por numerosos autores argentinos y extranjeros.
Publicó más de veinte libros, con varias reediciones; entre ellas destacan: El peronismo en la literatura argentina; La mala vida; Jauretche; Proceso a Roberto Arlt; Buenos Aires: vida cotidiana en la década del ’50; John William Cooke y el peronismo revolucionario; Los argentinos y la guerra civil española; La clase media en el ’83; ¿Qué hacer con Perón muerto? Y tres poemarios: Feria en San Telmo; Instinto de conversación; y En voz desmayada y baja.
POETA NATURAL
La mano, la mano enferma,
la mano enferma escribe.
Imposición ineludible de decir,
o de ocultarlo, que viene a ser lo mismo,
para inventar otra vez un espacio
en la línea de papeles,
de todo olvidar en el descenso.
Afuera el mundo tiembla,
y no puedo detener la mano mortal y maniática
que dibuja palabras, frases y finales,
como si se tratase de una extraña.
No es de mi cuerpo, para nada,
tampoco de mi alma,
generadora de almas.
ESCUCHAR ACONTECE
El poeta no es en nada un escribiente,
quiero decir,
no usa de las palabras que hablan y se escriben,
y las palabras gastan.
Nombra el poeta, y el sentimiento escucha
que dentro de sí mismo se devela,
no es dueño de palabras,
y menos las dispone para poner la voluntad.
El poeta origina, vuelvo a decir,
obedece,
a la palabra oye,
la dice con la boca cerrada
y le devuelve la retenida dulzura de su corazón.
AHORA
Sucede que gusta oír silbar a la gente.
El silbido es personal, anónimo,
viene como un mensajero atravesando las celosías y las puertas.
Se supone que el hombre que silba está contento,
hace un trabajo agradablemente monótono,
piensa algo ocurrente para contarle a la mujer,
siente aproximarse la hora del vino y la comida.
Los hombres soplan con delicadeza la alegría
cuando echan aire caliente al hueco de la mano
o aire frío a la sopa,
cerrando así los ojos,
creadores de esa melodía trivial que se les metió
entre los labios estirándolos para el beso
que dura el tiempo exacto de la melodía.
Silbadores de todos los países
no paren de silbar,
únanse por lo menos
en los compases cortitos de una canción.
ERNESTO GOLDAR
Ernesto Goldar nació en Buenos Aires en 1940. fue poeta y ensayista, ejerció el periodismo y la docencia universitaria, además de coordinar talleres literarios de novela, ensayo y poesía.
Fue asesor cinematográfico, candidato a senador, jurado por el Fondo Nacional de las Artes, el Congreso de la Nación y el gobierno de la ciudad.
Participó de antologías sobre la historia y la sociología de Buenos Aires, y de las antologías Poetas argentinos del siglo XXI, 2005; Legado de poetas, poesía social argentina, 2007; Poesía argentina contemporánea, 2007; etc.
Fue socio honorario de la Sociedad Argentina de Escritores y de la Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina.
Obtuvo el premio Oesterheld. Publicó ensayos de investigación histórica, pensamiento político y crítica literaria; dictó conferencias en universidades nacionales e instituciones culturales públicas y privadas, y es citado por numerosos autores argentinos y extranjeros.
Publicó más de veinte libros, con varias reediciones; entre ellas destacan: El peronismo en la literatura argentina; La mala vida; Jauretche; Proceso a Roberto Arlt; Buenos Aires: vida cotidiana en la década del ’50; John William Cooke y el peronismo revolucionario; Los argentinos y la guerra civil española; La clase media en el ’83; ¿Qué hacer con Perón muerto? Y tres poemarios: Feria en San Telmo; Instinto de conversación; y En voz desmayada y baja.
posted by Gustavo Tisocco at 08:25
Extraido del blog del Dr. Tisocco, Mis poetas contemporáneos, Argentina.
Gracias querida Marta por visitar y acompañarme en el modesto homenaje, que dedico al querido Ernesto, amigo entrañable y muy querido!
ResponderBorrargracias por adherir,
un gran cariño
Elisa Dejistani