CHILE: Nancy Guzmán, autora del libro que inspiró cortometraje ‘Bestia’:
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Nancy Guzmán, autora del libro que inspiró cortometraje ‘Bestia’: “No podemos construir sociedades sin tener estas verdades presentes en nuestra memoria”
La periodista que investigó la vida de la brutal ex agente de la DINA recordó el inicio de este proceso y sostuvo que la adaptación de la obra basada en su trabajo es un acto necesario para “tener una memoria activa, viva, que nos haga ser una sociedad mejor, menos segregada, menos segmentada y más justa”.
Lorena Moreno Berroeta
Este martes se conocieron las nominaciones a los Premios Oscar 2022 y el cortometraje chileno ‘Bestia’ del realizador Hugo Covarrubias fue nominado en la categoría de Mejor Corto Animado, cuya ceremonia se realizará el próximo domingo 27 de marzo.
‘Bestia’ está basado en la historia de Íngrid Olderöck, ex agente de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) y conocida como “la mujer de los perros”, por el entrenamiento al que sometía a estos animales para violar a prisioneras y prisioneros políticos en el centro de tortura “Venda Sexy”, así denominado por la práctica sistemática de violencia sexual, principalmente ejercida en contra de mujeres. Fallecida en 2001, Olderöck alcanzó el rango de Mayor de Carabineros y, hasta este día, es recordada como una de la cruentas violadoras de derechos humanos que murió en la absoluta impunidad.
En conversación exclusiva con Diario y Radio Universidad de Chile, la periodista Nancy Guzmán, autora del libro “Íngrid Olderöck: La mujer de los perros” que relata la vida como torturadora de esta ex agente de la DINA, afirma sentirse “muy feliz por quienes han hecho que este libro, que es una investigación periodística, pase a una plataforma audiovisual de un corto y que eso amplifique esta memoria que necesita tanto nuestra sociedad”.
El primer encuentro
Aunque han pasado años, la investigadora Nancy Guzmán aún recuerda cuando conoció a Íngrid Olderöck, visitándola en la puerta de su casa luego que la BBC de Londres la comisionara para realizar entrevistas sobre torturas a los propios torturadores en Chile como material para un trabajo a nivel global sobre la tortura en el mundo, luego de la detención de Augusto Pinochet ocurrida el 16 de octubre de 1998 debido a la orden del juez español Bastasar Garzón, quien buscaba enjuiciarlo por los asesinatos de ciudadanos españoles durante la dictadura militar.
“En ese momento me piden que busque a gente y que hagamos las entrevistas, y le pido a Nelson Caucoto que me dé datos de dónde encontrar a los agentes, porque en esa época todavía era muy difícil conseguir o tener acceso a los procesos judiciales. Lo que hizo Nelson Caucoto fue darme una lista donde estaban los agentes y sus direcciones, y entre ellos estaba Íngrid Olderöck. Así que un día, simplemente fui y me presenté en la puerta de su casa, y apareció Íngrid Olderöck preguntándome quién era yo y qué quería. Le dije que era periodista y que, lo que yo quería, era hacerle una entrevista. Ella me respondió que eso no lo iba a hacer porque odiaba a los periodistas, porque los periodistas éramos todos mentirosos y a ella le habían hecho mucho daño”, relata Guzmán, y desde su experiencia agrega que “es la típica respuesta que hacen los culpables respecto a los periodistas. Pero de alguna manera, ella aceptó hablar y me invitó a su casa, me sirvió té y comenzamos la primera entrevista”.
Imagen del cortometraje animado ‘Bestia’.
De ese encuentro inicial, resultaron una serie de conversaciones que terminaron abruptamente cuando, explica Guzmán, aparentemente Íngrid Olderöck habría recibido mensajes por parte de la organización de ex agentes de la DINA, quienes le dijeron que no siguiera dando entrevistas.
“Ese día habíamos quedado en tener una entrevista y me recibió muy mal. Empezó a agredirme verbalmente, de manera muy violenta y terminamos. Ahí puse fin porque había sido un proceso muy desgastante de todas esas sesiones con una mujer que era muy violenta. Además, la entrevista era como un juego permanente del gato y el ratón donde, de repente, yo no sabía si era el ratón o si era el gato. Pero tenía que estar permanentemente atenta a las provocaciones que esta mujer hacía”, recuerda Guzmán, y agrega que “en el libro yo cuento sobre la vez que me puso una pistola en la mesa y yo no hallaba qué hacer. No sabía si tomar la pistola y, si tomaba la pistola, ella me agarraba con sus manos enormes, gigantes, y me mataba. Y podía acusarme de estar en su casa, de haber entrado. Podía matarme tranquilamente. Eran situaciones permanentes que ella ponía para jugar y, en el fondo, para provocar y atemorizar”.
En esa línea, Nancy Guzmán recuerda que “las entrevistas fueron muy complejas, muy difíciles”, y profundiza en que “requirió de mucho, mucho esfuerzo personal”. Y al preguntarle cómo describiría a la mujer protagonista de la investigación en que se basa el cortometraje ‘Bestia’, la investigadora no duda en responder que Íngrid Olderöck “era una mujer violenta, en esencia muy violenta. Ante cualquier cosa, ella se violentaba y expresaba la violencia”.
“Era muy seria de ánimo, muy rígida de pensamiento. Su lógica era el orden. A ella le parecía que la sociedad era un caos, que faltaba orden y que este país estaba lleno de indios. Tenía una mentalidad muy, muy fascista, muy nazi. Ella era nazi en el fondo. Había sido educada por sus padres, su mejor época en Alemania había sido para la Segunda Guerra Mundial cuando estuvo Adolf Hitler. Entonces, ella defendía el nazismo”, recalca Guzmán, y añade que “tenía toda esa cultura muy fascista del orden, de la rigidez, del castigo, de la sanción, de atemorizar, de la inferioridad de los otros que eran diferentes a ella. Eso lo tenía muy, muy claro”.
Imagen del cortometraje animado ‘Bestia’.
“Murió completamente impune”
En el año 1981, Íngrid Olderöck sufrió un atentado por parte del MIR cuando recibió un balazo en la cabeza y, a juicio de Guzmán, esta situación provocó que muriera en la impunidad, ya que nunca fue juzgada por los Tribunales de Justicia porque “cada vez que le hacían preguntas y le costaba responder, decía ‘lo que pasa es que yo no me acuerdo porque tengo una bala en la cabeza’”, relata la periodista.
“Ella usaba la bala en la cabeza para esconder ciertas cosas y cuando iba a Tribunales se hacía la loca, porque aseguraba tener esta bala en la cabeza –que sí la tenía– y que le había provocado amnesia, y decía que ella no se acordaba. Ella jugaba mucho con eso y los jueces tampoco tenían interés. Decían ‘esta mujer no tiene información, está loca’. Pero no estaba loca. Estaba completamente cuerda”, lamenta Guzmán, y añade que “ella tenía recuerdos perfectamente claros de toda su vida. Tenía recuerdos perfectos de la DINA, recuerdos perfectos de cuando ella creó la Escuela Femenina de la DINA, un destacamento tan terrible de mujeres”.
En ese sentido y a la distancia, Nancy Guzmán observa que la actitud de Íngrid Olderöck se convirtió en una especie de juego que le permitió burlar a la justicia, ya que si bien ante los Tribunales aseguraba no recordar su cooperación con el régimen de Augusto Pinochet, en las conversaciones durante su investigación sí relataba hechos que generaban dudas sobre su real condición mental.
“Ella decía ‘yo no me acuerdo, yo nunca torturé’, y de repente te contaba una historia donde decía que había entrado a la sala de tortura a dejar unos papeles y había visto que estaban torturando a unos bebés, a unos niños pequeñitos, pero decía que ella sólo había entrado a dejar unos papeles. Y estaban torturando a unos bebés que estaban detenidos ahí. Entonces, ella tenía recuerdos porque yo hablé con un psiquiatra que era neurólogo para preguntarle justamente que si lo que ella me estaba diciendo respecto a su condición era cierto o no era cierto. Le relaté todo lo que ella me había relatado y él dijo ‘no, no tiene problemas de memoria. No tiene amnesia, tiene recuerdos claros y nítidos. Por lo tanto, si recuerda eso, tiene que recordar lo otro’”, asegura Guzmán, y lamenta que “los jueces nunca hicieron esa consulta ni les interesó. Y la dejaron en la absoluta impunidad”.
Y sobre la valoración de que un corto con una temática relativa a la brutalidad de una dictadura militar basado en su investigación esté postulado a los Premios de la Academia, la periodista Nancy Guzmán expresa que “a mí me parece que, a veces, la humanidad y todo nuestro territorio no es memoria de lo que existe en nuestro propio país”, y destaca que “un corto basado en un personaje tan terrible como fue Íngrid Olderöck hoy día sea seleccionado y nominado para un Oscar, me parece que es la memoria que persiste en la humanidad”.
Imagen del cortometraje animado ‘Bestia’.
Un acto necesario para mantener viva la memoria
Sin embargo, más allá de destacar la nominación de ‘Bestia’ por el ejercicio de una memoria viva, Nancy Guzmán también es aguda al criticar el accionar de las políticas que siguen en deuda con la memoria del país. Y destaca los 30 años de Gobierno de la ex Concertación luego del retorno a la democracia, donde “nunca se incluyó en los textos de estudios, desde pequeños, lo que había sucedido en este país a contar del 11 de septiembre de 1973”.
“Entonces, ¿cómo esperamos que la memoria esté presente? Aquí se han hecho muy buenas películas, pero no se ha hecho ninguna película seria como la historia oficial, y existen cineastas magníficos que pueden hacer cine que nos lleve a entender y a memorizar una etapa que fue muy difícil y muy terrible donde hay desaparecidos. Una etapa de genocidio, donde se extermina a un segmento político social de este país y, de paso, se aterroriza a la sociedad en función de crear una sociedad adaptada a la obediencia. ¿Y por qué está adaptada a la obediencia? Porque así lo requiere el sistema. El sistema requiere una sociedad obediente que resista todas las vulneraciones a los derechos, que no reclame y que genere los recursos para un segmento de la población. Que nadie piense más allá de lo cotidiano, que nadie piense que lo que se vive en este país es una injusticia”, señala.
En la misma línea, Guzmán añade que “eso es lo que hace la memoria. La memoria lo que hace es decir ‘bueno, aquí existió un país distinto, muestra por qué ocurrió esta violencia, qué resultado tuvo y qué es lo que somos ahora’. Ese efecto es el que tiene la memoria. Y ese efecto es el que nadie quiere, porque políticamente no conviene. Nadie quiere terminar con un sistema que da tantas ganancias a tan pocos”.
Y sobre la importancia de que su investigación se haya transformado en este cortometraje que, eventualmente, podría convertirse en ganador de una estatuilla dorada, la periodista asegura que “el amplificar el conocimiento de esta memoria terrible que es de nuestro pasado reciente y que, hoy día, tiene todavía sus efectos en la sociedad, es muy importante. Es importante no solamente para este presente, también es importante para el futuro”, y recalca que “no podemos construir sociedades sin tener estas verdades y esta historia presente en nuestra memoria”. Además, la investigadora asegura que las personas que no hayan leído su libro, pero que sí vean el cortometraje, “sí van a entender lo necesario que es el tener una memoria activa, viva, que nos haga ser una sociedad mejor, menos segregada, menos segmentada y más justa”, profundiza Nancy Guzmán.
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