POEMA de Norma Segades-Manias.
Señor jefe:
escrito a doble espacio,
con copia a personal,
según sus directivas
tan estrictas
y exactas,
atentamente quiero explicitarle
mi ausencia en su reloj
cuando sonaron las siete campanadas.
Porque el día nació,
tímidamente,
como nacen los días,
sin palabras,
con los ojos sedientos de temblores
y el horario sentándose en la cama.
Pero,
esta lluvia audaz
fue desflorando
las matas de azaleas, las acacias,
las hiedras adheridas a los muros
con sus uñas de cal, enamoradas...
y me exigió que no,
que no cediera a la rutina gris y cotidiana,
que arrebatara el fuego en sus pupilas
con mis besos de urgencias y fogatas,
que arrancara a sus sueños los susurros
donde se encienden todas las palabras,
que escanciara en su copa
las oblicuas
lloviznas de mi sangre derramada
desde el racimo azul,
desde el estambre de mi espiga compacta
en una nueva génesis poética
de esta greda descalza
que erige las almenas de la vida
cuando no hay asideros, ni ilusiones,
y el salario no alcanza para nada.
Por eso señor jefe,
con franqueza,
disculpe este retraso de planillas,
y el desorden de peines y corbatas.
La lluvia,
perentoria,
me detuvo
a encender el amor,
esta mañana.
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