ARGENTINA: ES LA GORDURA UN PECADO?
"Me amo. Tapate vos imbécil k gastas una picture en mi", contestó Moria y aclaró que “el tajo que se me ve arriba de mi pelvis es mi tatoo predilecto, mi cesárea y la playa es LA BRISTOL. -Grasa + celulitis + cesárea =libertad".
Las redes estallaron, con su mecánica habitual, por la que todo el mundo se sintió impelido a opinar al respecto. En medio del ardor despertado por la canción de Shakira se puede decir que en algún sentido los dos eventos mediáticos se tocan.
En los dos casos hay gente que se cree con derecho a levantar el dedo acusador y de decirle a otra qué tiene que hacer de su vida, cómo y qué debe cantar o qué ropa ponerse.
Moria da en clavo cuando dice que, además, está en la Bristol, pisando milanesas, desbordando grasa, celulitis (la tuitera, por lo que se ve en su cuenta, es seguidora de Juntos por el Cambio), y luciendo la cicatriz que la cesárea le dejó en su panza; lo que se parece bastante a la libertad.
Hace tiempo que el paradigma patriarcal está crujiendo, pero la belleza hegemónica todavía está en su pedestal y las mujeres seguimos atrapadas en mandatos que, incluso sabiéndolos opresivos, reproducimos. Como ha estudiado muy bien Pierre Bourdieu, el gran logro de la violencia simbólica, de la cual la violencia masculina o patriarcal es la más representativa, es que es reproducida por sus propias víctimas. Por eso no sorprende que sea una mujer la que manda a taparse a Moria. Lo que tampoco sorprende es que sea una mujer joven y bien encuadrada en los cánones de belleza que supimos conseguir para los que la mujer es joven o no es. Es flaca o no es. Etc.
¿Es un problema encajar en esos cánones? No. Lo que es un problema es juzgar el cuerpo de otres sin que te lo pidan. Opinar de lo que otras personas deben hacer, hablar sobre su cuerpo, su color, su género o cualquier cualidad que la constituya a esta altura de la revolución feminista, por decirlo con suavidad, atrasa. Es una actitud que parece venir del pasado, pero como se ocupan de recordarnos estos “debates” que se generan en las redes y luego saltan a los medios, sigue vigente.
Vamos y venimos. En algún aspecto retrocedemos pero al mismo tiempo el momento histórico que vivimos nos encuentra con muchas herramientas que antes no teníamos para desarmar y visibilizar los prejuicios.
Lo que hubiera dado cuando era chica y soñaba con despertarme flaca, porque eso solucionaría todos los males de mi vida, por que una Moria de 76 años luciera su cuerpo real en bikini.
Estaba rodeada de gente acostumbrada a criticar a los demás. Estaba atravesada por mandatos, por los “hay que”. Había que vestir de negro porque el negro es elegante y afina. Nunca usar rayas horizontales, siempre verticales, por el mismo motivo. Taparse la cola con la remera, disimular las imperfecciones del cuerpo. Meterse en jeans tan apretados que había que tirarse en la cama para abrocharlos y no comer jamás más que el varón de la cita. Taparse la panza en la playa, usar remeras o pareos para ese fin, cubrirse la cola si usabas calzas, vigilar la dureza de las piernas, contar los rollos, hundir la panza una y mil veces, más cuando había varones cerca.
Y todos esos “había que” tenían consecuencias que luego sorprendían a un entorno que se mostraba amnésico sobre sus responsabilidades: vomitar a escondidas en el baño, no comer por temporadas, no salir por no sentirse cómoda con lo que una era. Porque, como también ha dicho Bourdieu, la violencia simbólica no es algo abstracto, tiene consecuencias bien concretas sobre las mentes y los cuerpos.
Una cosa más. Por supuesto que Moria no necesita que la defiendan, como ella misma se ocupó de aclarar. Esta no es una defensa de una mujer que hace rato demostró que hace lo que quiere y no rinde cuentas a nadie, sino un llamado para que todas aquellas que todavía estamos entrampadas en los mandatos que comprimen cuerpos y vidas empecemos a verlos y aprendamos a decir, como Moria, #tapatevos.
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