Si mis palabras pudieran tener alguna relevancia, creo que seria básicamente porque existen otras personas que se unen o unieron en los caminos de sus vidas con la mía.
BRASIL: Los ‘sin tierra’ de Brasil afrontan la embestida de Bolsonaro-Y más
El brasileño Sadi Gomes, de 64 años, ocupó hace más de veinte años las tierras con las que ahora, legalmente, su familia y otras 73 se ganan la vida. Con los años crearon una cooperativa que abastece de alimentos orgánicos a escuelas públicas. “Todos aquí tienen su coche y una buena calidad de vida”, cuenta Gomes, activista del Movimiento de los Sin Tierra (MST). Cada familia gana de media 3.000 reales mensuales (700 euros. El movimiento, que vivió su auge a finales del siglo pasado, está en la mira del presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que ha prometido declararlo “organización terrorista”.
Uno de los movimientos sociales más importantes de Latinoamérica, MST nació para presionar a favor de una reforma agraria en un país donde la propiedad de la tierra ha estado históricamente muy concentrada. Apoyan sus reivindicaciones en un apartado de la Constitución que establece que las tierras improductivas no cumplen su función social. Sus asociados, estimados en medio millón de familia, reprueban oficialmente la lucha armada y no han promovido atentados contra autoridades o civiles. Matar y robar tampoco forma parte de la doctrina la organización, que sí ocupa tierras que considera improductivas, algo que quita el sueño de los grandes ruralistas brasileños. Acampan en los terrenos, cultivan para su propia subsistencia y comercializan lo que les sobra. Los agricultores del MST están en la actualidad entre los principales productores de productos orgánicos de Brasil –en el caso del arroz, ya son los mayores de Latinoamérica– y sus productos llegan tanto en escuelas públicas como a los mercados europeos.
Una niña camina en dirección el aula, en la escuela itinerante Herederos del Saber.Henry Milleo
Aun así las amenazas de Bolsonaro han sido claras. “Activistas del MST, vuestra hora está llegando. Vuestra actividad es criminal y entiendo que también es terrorista”, proclamó cuando aún estaba en campaña. Sus aliados en el Congreso han presentado un proyecto para reformar la ley antiterrorista de modo que incluyera la ocupación de tierras. El nuevo ministro del Medio Ambiente, Ricardo Salles, también proclamó en campaña que las invasiones de tierras deberían ser respondidas a balazos. La semana en que Salles, líder de un movimiento ultraconservador denominado Endireita (Endereza), fue anunciado como futuro ministro dos agricultores del MST en Paraíba, en el noreste de Brasil, fueron asesinados por hombres enmascarados. Con Bolsonaro en el poder, la acción de estos lobos solitarios puede aumentar, advierte João Stédile, dirigente nacional del Movimiento de los Sin Tierra. “Cuando la disputa entra en este nivel, ¿quién va a perder? Nosotros”, dice. Aunque entre los grupos de seguidores de Bolsonaro proliferan las imágenes de activistas de MST cortando carreteras, la vida cotiana del movimiento es más serena. En Laranjeiras do Sul, un municipio de 30.000 habitantes en el sur de Brasil, un inmenso mar verde de plantaciones se extiende por cinco localidades. Allí viven más de 5.600 familias que ya están en tierras distribuidas por el Gobierno o aún movilizados a la espera de sus propiedades en acampamentos del MST. Gomes explica que participó en aquella ocupación de tierras con el MST en 1997 porque, según relata, compartía una pequeña granja con las familias de sus seis hermanos y de su padre. No era suficiente. “Tenía 43 años y estaba desesperado”, recalca. Cuatro años después, el Gobierno cedió y convirtió aquel terreno en un asentamiento para las 74 familias acampadas. Cada una de ellas adquirió un trozo de 12 hectáreas para cultivar leche, arroz, frijoles y hortalizas para su consumo. Poco a poco la vida fue mejorando. La organización calcula que la reforma agraria debe llegar a otros cuatro millones de familias. “Muchas viven en las periferias y trabajan en las granjas, o más bien son aparceros”, dice Stédile. El Gobierno brasileño no ofrece datos, pero admite que existe una fuerte demanda por tierras en el noreste. Heredero de organizaciones campesinas vinculadas a partidos de izquierdas y a la Iglesia católica, el MST nació en plena transición democrática a finales de los setenta. Aun hoy en Brasil cerca del 1% del total de propiedades rurales ocupan cerca del 50% del área rural. Y la concentración se ha incrementado, empujada por un sector cada vez más pujante: la industria agropecuaria supone el 23,5% del PIB de Brasil en 2017, según entidades del sector. La élite agropecuaria siempre tuvo influencia en el Congreso e incluso en los Gobiernos del Partido de los Trabajadores, a quien el MST apoyaba. Ahora, sin embargo, cambiaron de patamar de poder con Bolsonaro. Mientras el MST califica sus acciones de “ocupaciones”, sus críticos prefieren el término “invasiones”. Pero estos embates no son solo retóricos. La Comisión Pastoral de la Tierra, vinculada a la Iglesia católica, contabilizó 71 asesinatos de indígenas, activistas y agricultores en 2017, la mayor cifra de los últimos 14 años. En los últimos 30 años fueron asesinados más de 1.600. “No creo que MST sea un grupo terrorista, como dice Bolsonaro, pero actúa en la ilegalidad”, opina el profesor Antônio Márcio Buainain, experto en cuestiones agrarias. “Es legítimo presionar por una demanda, pero el límite de esa legitimidad es la ley”, argumenta. Stédile, el líder del movimiento MST, le rebate: “El Código Penal dice que una invasión se produce cuando una persona invade propiedad de otra para sacar provecho propio. (Nosotros lo) hacemos por presión política”. A las familias solo puede expulsarlas un juez, algo que el MST teme que pueda ocurrir con más frecuencia, por influencia del nuevo presidente. El especialista en temas agrarios cuestiona también si, a estas alturas, la reforma agraria del MST es el instrumento más adecuado para los problemas del campo en Brasil. Con la mecanización, hay cada vez menos trabajadores rurales. En 1985 eran 23 millones, hoy son 15 millones. “Muchos asalariados en el campo ya perdieron el vínculo con la tierra”, dice. También explica que las tierras improductivas de hoy no reflejan necesariamente especulación. “Son improductivas porque las inversiones necesarias superarían los beneficios”, argumenta. “Lo importante no es la tierra, sino la capacitación técnica, la conexión con los mercados, la capacidad de emprender”. De alguna manera, el MST intenta reflejar esos cambios y emprender por lo menos el reposicionamiento de su imagen y su marca. Hace algunos años pasó a conectar con sectores progresistas de las clases medias urbanas para militar a favor de la agroecología –técnicas para producir sin pesticidas– en oposición al modelo de la industria agropecuaria exportadora de materias primas.
Una aula de la escuela itinerante Herederos del Saber.Henry Milleo
Estelas en la mar 7 · Estoy hecha de retazo S Estoy hecha de retazos, pedacitos coloridos de cada vida que pasa por la mía y que voy cosiendo en el alma. No siempre son bonitos, ni siempre felices, pero me agregan y me hacen ser quien soy. En cada encuentro, en cada contacto, voy quedando mayor. En cada retazo una vida, una lección, un cariño, una nostalgia... Que me hacen más persona, más humana, más completa. Y pienso que es así como la vida se hace: de pedazos de otras gentes que se van convirtiendo en parte de uno también. Y la mejor parte es que nunca estaremos listos, finalizados. Siempre habrá un retazo para añadir al alma. Por lo tanto, gracias a cada uno de ustedes, que forman parte de mi vida y que me permiten engrandecer mi historia con los retazos dejados en mí. Que yo también pueda dejar pedacitos de mí por los caminos y que puedan ser parte de sus historias. Y que así, de retazo en...
http://www.archivohistoricoconcepcion.cl/biblioteca-digital/autores/rolando-saavedra/ He leido con no pocas emociones este magnífico recuento de la historia de la querida familia de la cual heredé dos hijxs maravillosos, Yanina Andrea Hinrichsen Zabaleta, nacida en Concepción, y Tomás Alejo Hinrichsen Zabaleta, nacido durante nuestro exilio con Ricardo Alberto Hinrichsen Ramírez en Glasgow, Escocia. Como casi todo ya está dicho por el autor, no me faltaría tal vez más que agregar algunas fotos de las decenas que atesoro. Mientras decido cual/es, saludo al autor, Don Rolando, y le reitero mi agradecimiento por su esmerado y logrado esfuerzo de investigación para llevar a su conclusión a este valioso nuevo libro suyo que, con su acostumbrada g enerosidad, nos ha compartido. Foto de la fiesta de nuestro matrimonio el 17 de julio de 1969, en la casa de mi marido, de izquierda a derecha, Tomás Benjamín Hinrichsen Ramírez, Cristián, Juan Carlos, Sra. María Victoria Ramírez de Hin...
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