CHILE y el femenicidio - según Ignacia Godoy.


La crueldad del femicida y cómo 

en Chile se invisibiliza la 

negligencia histórica de los gobiernos 

por  29 abril, 2022, EL MOSTRADOR

La crueldad del femicida y cómo en Chile se invisibiliza la negligencia histórica de los gobiernos 
Ante la insensibilización de las personas sobre la gravedad de la peor expresión de violencia de género: el femicidio; la escritora y comunicadora Ignacia Godoy, en su reciente libro titulado “Cuerpos Invisibles”, decide reconectar con la ciudadanía la emocionalidad de estas tragedias. Esto, a través de la poesía y el arte gráfico. En conversación con El Mostrador Braga, narra cómo el libro une estos elementos en un análisis intencionado sobre la violencia, disputando y modificando con un verdadero “espíritu docente”, las formas en que se abordan los casos donde las vidas de mujeres fueron arrebatadas.

"Ella era hermosa, valiente, inocente. Como el único brazo encontrado en la orilla del río. Como sus calzones blancos manchados. Como su nombre Catalina. Como los ojos que la soñaban a cada rato”.

Con estos versos, la escritora Ignacia Godoy, a través de su libro: “Cuerpos Invisibles” publicado por la editorial independiente Queltehue, expresa lo que fue uno de los 527 femicidios perpetrados en nuestro país, hacia finales de 2020. Para la comunicadora, existen muchas más formas mediante las cuales “volvemos invisibles” tanto las vidas, como los femicidios a mujeres, que el trabajo efectivo contra la violencia de género.

Poner en el ojo público este problema es una de sus inquietudes como periodista y docente, por ello, en conversación con El Mostrador Braga, reflexiona sobre el dolor ante la invisibilización de la negligencia histórica en la gestión estatal, la sobreexposición de las víctimas, la protección de los datos de los asesinos y cómo se abusa de la presunción de inocencia.

“Cuando yo estaba escribiendo este libro, alguien me comentó, ‘que bacán el proyecto’ y pregunta con curiosidad, ¿Cuál es el número de mujeres muertas? En el momento en que lo escribí eran 527, y me responde ‘aah súper pocas, yo pensé que eran más’. Quedé helada. ¿Cómo alguien puede normalizar tanto la muerte de una mujer que crea que 527 es poco?”, comenta.

Este nivel de insensibilidad, inspiró a la escritora a trabajar la necesidad de reconectar la emocionalidad de estas tragedias, y decidió hacerlo a través de la poesía y el arte gráfico. El libro une estos elementos en un análisis intencionado sobre la violencia, disputando y modificando con un verdadero “espíritu docente”, las formas de presentar la crueldad en los casos donde las vidas de mujeres fueron arrebatadas.

Normalización de la muerte 

Cada año, los registros de femicidios se hacen más robustos, Ignacia, al leer sobre aquellos casos, veía que algo estaba mal: “presunto, perdió la vida, cuerpo hallado sin signos vitales”, son conceptos que, para la autora, borran el hecho de que un asesinato fue cometido por un hombre, contra una mujer, por el mero hecho de ser mujer. “El lenguaje crea realidades, y, si uno lee tanto una palabra, tiendes a repetirla”, explica.

Otro aspecto relevante para la escritora, es que muy pocas veces se pone el nombre del agresor, comúnmente son solo iniciales, “me parece una falta de respeto”, puntualiza. El problema adyacente radica en que a diferencia de la información personal de los femicidas, sí se suelen divulgar todos los datos de la mujer, incluso de su familia. “De alguna manera también es súper peligroso, porque si alguien quiere hacerle algo a ellos, está ahí todo lo que necesitan saber, incluso dónde viven”, analiza. 

Mezclar el concepto de amor con estos asesinatos, también son un punto de mucho conflicto a la hora de cambiar la cultura de naturalización de la violencia de género. Godoy comenta que se repite mucho en los discursos públicos, incluso desde las autoridades, las palabras “amor, pasión y crimen”.

“La mató por amor o la mató por pasión, al final se están creando estas verdades, estos significados de que si tú matas por pasión, de alguna manera es ‘comprensible’ que lo hicieras”, reflexiona. El abuso de las suposiciones es también un importante eje de críticas. “Entiendo la supuesta inocencia de una persona, pero muchas veces también se habla de un supuesto crimen. Y no, el crimen es un hecho”. 

Cambia el mando pero no el discurso

Al mirar en una línea de tiempo los diferentes femicidios que han ocurrido en nuestro país, han cambiado los Ministerios, las Subsecretarías, los encargados (as), investigadores, presidentes (as), sin embargo, según Godoy, el discurso es calcado. 

Ante cada muerte se repite que la institucionalidad rechaza la violencia, que se trabajarán en medidas y que se dará apoyo a las familias, sin embargo, la autora considera que más allá de las promesas, históricamente los gobiernos de turno “han demostrado que no hay voluntad política, ninguna ministra anterior ha tenido intención de cambiar las cosas”. A pesar de ello, comenta que su confianza y esperanzas de que hayan cambios resurgen con la ministra Orellana, “porque es feminista y lo ha mostrado en su trayectoria política”. 

Visibilizar a través del arte y poesía

La autora de “Cuerpos Invisibles” estudió toda su adolescencia en “un colegio de puras mujeres”, cuenta. Siempre le gustó la escritura y tras un breve paso por los medios de comunicación, descubrió su vocación en la docencia. Ahora, trabaja en la Fundación Elige Educar, hace clases en la Universidad Católica e imparte talleres en Balmaceda Arte Joven.

Entró de lleno al camino del feminismo y la visibilización de la violencia de género cuando vivió por primera vez una situación de acoso callejero. “Iba camino a la graduación de mi hermana, de repente, un auto me para y pide una dirección. Me acerqué a ayudar, fue allí cuando noté que el hombre estaba masturbándose. El auto no se iba, yo avanzaba y él avanzaba conmigo. Para mí fue como un choque de realidad. Nunca me había pasado nada tan fuerte, tenía normalizadas este tipo de cosas, y eso es súper malo”, relata.

Tras esta experiencia, la autora comenzó a estudiar más sobre feminismo, y conoció los textos de la escritora Sarah Amer, “ella habla del momento en el que uno descubre ser feminista como una ‘revelación’. También habla de que las feministas somos súper aguafiestas porque no dejamos disfrutar nada, porque nos damos cuenta de que todo es terrible -por ejemplo, ‘pequeñas’ acciones como bromas sexistas-, y tenemos que decirlo en voz alta”, cuenta.

Esta inquietud interna se profundizó al ver cómo distintas formas de violencia de género se normalizaban, un sentimiento de rabia creció en su interior y necesitaba alternativas para expresarlo. 

“Hice un curso sobre cómo visualizar la poesía desde un modo un poco más concreto, pensé 'tengo que hacer algo con toda esta rabia que me está carcomiendo y siento que a nadie, a nadie le importa'. Hay noticias de femicidios todos los días, en todas las regiones de Chile y a nadie le importan las mujeres”. narra. 

Lo anterior, sumado a que las resoluciones de la policía eran que el asesino está prófugo y que nadie lo ha encontrado, dieron el puntapié al primer poema: “fue sobre una noticia de la joven que decían que se ‘cayó’ de un edificio. La familia del victimario decía que ella se había caído, y la familia de la niña, que la habían empujado. Entonces, la noticia en sí informaba que fue suicidio. Y a mí me chocó mucho, porque todo indicaba que la habían empujado. Tenía rasguños en la cara, había pedazos de pelo en el suelo, se veía que hubo una pelea antes”, recuerda.

Entre más casos de femicidios ocurrieron, más poemas escribió Ignacia sobre ellos, hasta que se topó con una convocatoria de la editorial Queltehue, “Dani y Joaquín, que son los dos editores, me guiaron a lo que es hoy día la publicación, a ellos se les ocurrió tomar las noticias que yo estaba usando en los poemas, para hacer este contraste entre publicación y poesía, con rayones y correcciones estilo docente”.

En este sentido, la intención de Queltehue como editorial independiente, es que la poesía “sea accesible para todos, todas y todes”, explica Godoy. 

Finalmente, respecto de la  necesidad de un cambio cultural abordado a lo largo de toda la obra “Cuerpos Invisibles”, Ignacia hace un llamado a que los hombres también lean sobre feminismo literario. “He recibido algunas experiencias de hombres que lo han leído y me han dejado mensajes como que les pareció “fuerte". Lo que sucede es que no tenían esa conciencia y, eso es lo que intento generar, conciencia”. 

 

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