ESPANA/URUGUAY: PREMIO CERVANTES Cristina Peri Rossi

 EL PAÍS, Edición Nacional, del 23 de abril

Cristina Peri Rossi agradece el Premio Cervantes con un discurso feminista y antibelicista

La actriz Cecilia Roth lee las palabras de la escritora uruguaya, que no pudo acudir a recoger el galardón por razones de salud, que volvió a celebrarse en el Paraninfo de Alcalá

Cecilia Roth sonríe tras recoger el Premio Cervantes en nombre de la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi de manos de los reyes y en presencia de Miquel Iceta, Pedro Sánchez, Isabel Díaz Ayuso, y el rector de la Universidad de Alcalá de Henares, José Vicente Saz.Foto: BALLESTEROS (EFE) | Vídeo: EUROPA PRESS
Sergio C. Fanjul
Alcalá de Henares - 

Lo bueno de que el discurso de un premio literario lo lea una actriz es que hay una cadencia, un matiz, un brillo, alejados del habitual ritmo monocorde de los escritores que, por lo general, están hechos para escribir y no para hablar. El discurso del Premio Cervantes lo dio la actriz Cecilia Roth, esta mañana, víspera del Día del Libro. La galardonada, la uruguaya Cristina Peri Rossi (Montevideo, 80 años), afincada en Barcelona desde hace casi medio siglo, no pudo acudir al evento por motivos de salud. Así que Peri Rossi puso la letra, pero Roth, con un acento argentino vecino del de la poeta, puso la música.

“Los motivos de las guerras son siempre los mismos: el ansia de poder y la ambición económica. Algo típicamente masculino”. Peri Rossi, a través de Roth, comenzó su discurso hablando de la guerra, en referencia velada a las que ahora tienen lugar en Ucrania y otros lugares del mundo. Recordó a los exiliados españoles que conoció cuando era niña, que huían de una guerra lejana y de “una terrible dictadura que había matado a miles y miles de personas y hecho huir a otras miles”. Luego destacó algunos libros fundamentales de su infancia: El diario de Ana FrankLa madre, de Máximo Gorki y El Quijote. Sobre El Quijote se extendió, que para eso el premio lleva el nombre de su autor: a la joven Peri Rossi le irritaba la locura de Alonso Quijano, porque pensaba que “Cervantes ridiculizaba a su personaje para probarnos que la empresa de cambiar el mundo y establecer justicia era un delirio”.

Fue un discurso decididamente feminista, antibelicista y comprometido. “Tuve claro que en una sociedad patriarcal ser mujer e independiente era raro y sospechoso”, dijo, al recordar cuando su tío le advertía que las mujeres no escribían, y que si lo hacían, se acababan suicidando, como Safo, Virginia Woolf o Alfonsina Storni. Aunque, el compromiso, para la uruguaya, es algo muy amplio. “¿No es compromiso satirizar, por ejemplo, los excesos de la técnica, el morbo de los platós de televisión o los tiros festivos de los fanáticos del fútbol? Tan compromiso como escribir un poema lírico que exalta el deseo entre dos mujeres o entre un hombre y una mujer”.

El premio gordo de las letras en español, que el Ministerio de Cultura y Deporte otorga desde 1976, volvió a entregarse en su escenario habitual después del parón de la pandemia, el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, sitio solemne para una ceremonia solemne con invitados solemnes. Asistieron el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y una variopinta representación del mundillo literario. Esta vez no solo ha podido celebrarse la ceremonia, sino que las mascarillas se batieron en retirada, volvieron las narices y las bocas, y los rostros de los asistentes se mostraron en toda su extensión.

El rey Felipe, la reina Letizia y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la Universidad de Alcalá de Henares.
El rey Felipe, la reina Letizia y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la Universidad de Alcalá de Henares.KIKE PARA
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El ministro Iceta hizo un repaso por la biografía de la premiada, desde su nacimiento en Montevideo, en el seno de una familia de emigrantes genoveses, a su nutrida producción literaria y su amistad con Julio Cortázar, pasando por su decisión, a los siete años, de ser escritora, o su exilio a España, en 1971. Escapaba de la dictadura uruguaya, que perseguía sus libros y su nombre, dejando atrás sus conversaciones de café con Juan Carlos Onetti (que recibió el Cervantes en 1980), las clases en la cátedra de literatura comparada y un perro llamado Jack, en honor a Jack London. “En Peri Rossi se encuentran ambas orillas”, dijo el ministro, “y lo hacen en una lengua compartida desde la que hablará en clara incomodidad identitaria: exiliada, mujer, lesbiana”. Antes, el premio había sido otorgado solo a cinco mujeres: María Zambrano (1988), Dulce María Loynaz (1992), Ana María Matute (2010), Elena Poniatowska (2013) e Ida Vitale (2018), también uruguaya.

En el tradicional almuerzo celebrado el día previo en el Palacio Real, el Rey había lamentado (y comprendido) la ausencia de la galardonada, en un acto que reunió a gentes de la literatura (y a otros personajes públicos como la cómica Paz Padilla). Lo mismo hizo en la ceremonia de entrega, en una elogiosa intervención. “Peri Rossi se ha considerado a sí misma ‘una trapecista que salta sin red’. Comprometida con su obra, con la condición de mujer, ha sido -y sigue siendo- una voz en defensa de los vulnerables y a favor de la igualdad, la justicia, la libertad y la democracia”, añadió el monarca, que en su intervención hizo un comentario literario no menor sobre la obra de la uruguaya, considerando su predilección por las formas breves (como el poema, el relato o el microrrelato), su mezcla de ironía y lucidez, su tendencia a la intertextualidad o su preocupación por los títulos de las obras. Cosa curiosa en un Rey, cuya figura representa el orden, Felipe VI también le agradeció “haberse mostrado a menudo rebelde, insumisa y transgresora”.

Corrillos y canapés

Tras las palabras reales sonaron las notas del Gaudeamus igitur, “alegrémonos pues”. Tal vez esa alegría que expresa en latín el célebre himno estudiantil venía porque era la hora del aperitivo y porque, una vez finalizado el acto, era el momento del tradicional cóctel y los fluidos corrillos. Fuera llovía lánguidamente, como si fueran versos. Ahí, además de figuras de la cultura y miembros del jurado, se pudo ver a otros representantes de la política, como el socialista Javier Solana, la líder de la oposición madrileña Mónica García, de Más Madrid, o la diputada regional de Vox, Rocío Monasterio. Había consenso en torno al éxito del evento: rápido (alrededor de una hora), suficientemente interesante y sin dolor. Entre los canapés, brochetas de pulpo, embutidos ibéricos o primorosas hamburguesitas: comer también es cultura, a veces su fin último.

No es la primera vez que el premiado no puede leer su discurso: en 1996, el poeta asturiano José García Nieto, asistió a la gala en silla de ruedas y debido a su estado debilitado, leyó el discurso su amigo, el también poeta Joaquín Benito de Lucas. Y no es la primera vez que un galardonado no puede asistir a recoger el premio de manos del Rey de España. En 2012, el poeta chileno Nicanor Parra, enfermo al otro lado del charco, envió a su sobrino, mientras que más recientemente, el año pasado, los reyes se acercaron a la localidad valenciana de Oliva, Valencia, a entregar el premio en mano al casi nonagenario Francisco Brines, cual majestuosos repartidores de Amazon.

Cristina Peri Rossi, premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2021, acabó su discurso con unos versos: “El futuro es la sombra del pasado / en los rojos rescoldos de un fuego / venido de lejos, / no se sabe de dónde”

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