Yanina Hinrichsen(c)Epping, 2010 Esta lengua es mía* A Luisa Valenzuela Me la donaron. Nací en su mar. Me incubaron de horror, de asco, de pasión, de placer, de risa, sus palabras. También me la gané, desagregando de todos los textos y las charlas, las que quedaron en mi y me representan. Ahora, estoy en los zapatos de mi lengua como si fuera a bailar un tango que está por comenzar. Estoy con los compañeros del alma de mi lengua diciendo en voz alta un discurso de justicia, de verdad. Abriéndome a la ternura de la palabra quechua que nombra a mi nieta, una brisa que junta. Los sonidos del italiano, del iddish, del gallego, del árabe, resplandecen, suenan y se abren. Acá tan chiquita para tanta historia, una mujer saborea en su boca, con su lengua, el lenguaje sin el que no sentiría lo que siente, ni pensaría lo que piensa. Su cuerpo no sería el que es, sin sus palabras propias, las de su placer, las de ...