CHRISTINE DE PIZAN
Christine de Pizan (1364-1430)
Con una infancia privilegiada, Christine era hija del médico y astrólogo Thomas de Pizan que fue llamado para ser consejero del rey Carlos V. Con cuatro años llegó a Paris con su familia, donde la cercanía con la corte hizo que Christine fuera educada en diferentes temas científicos y artísticos, a la vez que aprendió idiomas como latín y francés.
A los quince años se casó con Etienne Castel, de quien enviuda casi 10 años después, por lo que Christine se vió en una situación económica desesperada para mantener a sus tres hijos. Gracias a los favores de sus amigos de la corte logró que la reina Isabela de Baviera se convirtiera en su mecenas y le dispuso un estudio en la Biblioteca Real. Ahí Christine comenzó a escribir baladas de amores perdidos, poemas que son motivados por la tristeza de la muerte de su marido, de los que compuso 300 entre 1393 y 1412 y que fueron un éxito popular.
Con el tiempo Christine comenzó a profundizar en temas más filosóficos, políticos y mitológicos, entre los que destacan “Epístola del Dios del Amor” (1399) donde aborda los falsos amores; “Epístola a la reina Isabel” sobre la política de la época; “Las epístolas de Otea a Héctor “ una colección de 90 cuentos alegóricos.
Su gran legado en el feminismo lo hace con “La ciudad de damas” (1405), una alegoría que denuncia la sociedad misógina de la época y que plantea una ciudad utópica gobernada por mujeres. Este libro es el inicio de la “Querella de las mujeres” un debate histórico que abarcó varios siglos, donde diferentes intelectuales mujeres comienzan a defender de forma pública, en tertulias y escritos, la capacidad intelectual y el derecho de las mujeres a acceder al conocimiento.
En 1412 debido a la guerra civil, Christine abandona París para recluirse en el convento de Poissy, donde escribe sus últimas obras, entre ellas la dedicada a su contemporánea Juana de Arco, “Canción en honor de Juana de Arco” (1429).
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