PROSA de Analia Pascaner
Buenos Aires, 1975
..............…………………….………Hay algo peor que la angustia de la página en blanco
.……………………………Algo peor que no tener ninguna historia que contar:
……………………….……es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.
…………………....……………………………………………………Fabián Polosecki
Era adolescente, regresaba despreocupada a mi casa cuando cerca de la entrada vi a un grupo de uniformados, algo usual por aquella época. Imprevistamente, un fusil me señaló la puerta y un soldado me ordenó:
-Entrá, pendeja, que la cosa no es con vos.
El miedo me apuró aunque no me impidió ver al hombre acostado boca abajo en la vereda, sus manos cruzadas sobre la nuca, rodeado por varios soldados apuntándole con sus armas.
Traspasé el umbral de mi casa sin comprender qué sucedía. No lo hablé con nadie, no se lo conté a nadie, ni siquiera esperé el desenlace espiando por la ventana.
El miedo se convirtió en cobardía y luego en indiferencia: ignoré esa situación y la guardé bajo llave.
Recordé ese hecho algún tiempo después, cuando la palabra “desaparecidos” comenzó a tener para mí un significado real, palpable, desgarrador. Cuando los desaparecidos comenzaron a golpear en las personas que llevábamos años de retraso respecto al dolor de quienes sufrieron la ferocidad y la omnipotencia de la dictadura.
Durante muchos años me sentí culpable por no reaccionar esa tarde. El rostro del hombre tirado en la vereda -un rostro que no alcancé a ver- se aparecía en mis noches tomando la forma de miles de rostros hasta finalizar en mis propias facciones, siempre formando mis propios rasgos, envueltos en culpa, indiferencia, cobardía.
Recién entonces tomé conciencia: la cosa sí era conmigo, era con todos.
Comprendí la necesidad de involucrarme con el dolor de las personas. Aprendí a no ser complaciente ante ciertas situaciones. Comencé a observar aquello que ocurre a mi alrededor.
Y fundamentalmente reconocí que no debo olvidar porque -según las palabras de Joan Manuel Serrat- “si uno no se acuerda exactamente de lo que pasó, es muy difícil que pueda valorar lo que tiene”.
Hasta el día de hoy me estremezco al pensar que ese hombre tirado en la vereda fue uno de los tantos…
Jamás olvidé a ese hombre sin rostro. Y jamás lo olvidaré.
Aunque era una pendeja, la cosa sí era conmigo.
…………………………………....……………………………………………Marzo 2006
Publicado en la revista literaria con voz propia nº 38
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© Analía Pascaner
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Este relato está basado en un hecho real, presenciado en la puerta de mi domicilio, cuando "era adolescente y regresaba a mi casa". A.P.
Qué grata sorpresa, mi querida Marta.
ResponderBorrarMuchas gracias por publicar ese relato, una historia real en mis sentimientos, la situación, cómo no comprendí antes!
Muy agradecida por incluir mis fotos recientes. Estoy a 4.220 metros sobre el nivel del mar, emocionada y movilizada.
Muchas gracias querida amiga, por pensar y ocupar tu tiempo en mí, gracias. Realmente me sorprendiste, gracias!
Mi abrazo y mis deseos que tengas una espléndida semana, tan hermosa como la mujer que sos
Con profundo cariño y admiración
Analía