CUBA: Cuidados y violencias machistas, nudos del patriarcado

 

Cuidados y violencias machistas,
nudos del patriarcado

Por Lirians Gordillo Piña / liriansgp@gmail.com / Foto: SEMlac-Cuba

El patriarcado genera, retoca y ajusta nuevos y viejos nudos que asfixian a las mujeres. En tiempos de crisis se recrudecen sus formas de control, se incrementa la sobrecarga, la dependencia y la anulación del trabajo femenino.
No siempre se reconoce y comprende ese entretejido de las violencias machistas, por eso la necesidad de miradas complejas que vayan a sus causas y vínculos “ocultos”.
SEMlac conversó sobre cuidados y violencias machistas con Mely González, profesora y coordinadora del Grupo de Género y Feminismo de la Universidad Marta Abreu, a 281 kilómetros de La Habana.

La covid-19 puso en evidencia la crisis de cuidados y el incremento de las violencias machistas. Independientemente del contexto pandémico, ¿cómo se conectan ambas problemáticas?
Ante todo, hay que especificar que la violencia de género, y en especial la que sufren las mujeres, es una violencia histórica y social que está influenciada por la cultura y mediada por valores y normas sociales. Puede manifestarse desde lo más visible, la violencia física, hasta lo más imperceptible, la violencia psicológica.
De esta forma, las repercusiones nocivas de la violencia van desde el ámbito personal y familiar hasta el social, con consecuencias de deterioro de la salud y de las relaciones interpersonales.
Es obvio que, en condiciones tan adversas como las que enfrentamos durante la pandemia, los sucesos vinculados a la violencia de género se incrementasen. Para nadie es un secreto el hacinamiento de las viviendas, la disfuncionalidad que sufren muchas familias cubanas, los efectos de las carencias materiales y, en muchos casos, la ausencia de herramientas psicológicas para paliar las dificultades. Estas cuestiones convierten a muchos hogares cubanos en una pesadilla. Tampoco es un secreto que fueron las mujeres quienes más expuestas estuvieron a los rigores del confinamiento, por su condición de cuidadoras de niñas, niños, personas ancianas y con discapacidad.
En la actualidad, diferentes análisis desde las ciencias sociales muestran que la sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidados, la violencia, el acoso, la subestimación, el irrespeto sobre las mujeres se agudizaron bajo los efectos de la covid -19. Así que, en efecto, ambas problemáticas estuvieron muy conectadas.

No siempre se relacionan, pero ¿cree que la feminización de los cuidados es una forma de violencia de género? ¿Por qué?
Por supuesto. La feminización de los cuidados es de las formas de violencia que se han naturalizado a partir del arraigo de la cultura patriarcal sostenida históricamente. Se reproduce una interiorización de los roles de sexo, conforme a la división sexual del trabajo tradicional, reforzada por el hecho de que, al ser la mujer quien continúa atendiendo principalmente las tareas domésticas, queda automáticamente excluida de trabajos que requieren jornadas prolongadas o una total dedicación. Las oportunidades de empleo de las mujeres están limitadas por los estereotipos y normas sociales, que orientan mayoritariamente a las mujeres hacia los sectores tradicionales feminizados.
Por tanto, la mayoría de los puestos de responsabilidad elevada siguen ocupados
de manera desproporcionada por hombres. Esto es una expresión de violencia. Al
naturalizar el patriarcdo que sea la figura femenina quien se encargue de los
menesteres de la casa, el trabajo en el hogar constituye la mayor parte del
“trabajo invisible” realizado por ellas, quienes además no son consideradas
económicamente activas.
Los trabajos de cuidados han sido el sostén de la humanidad a través de los siglos; sin embargo, no son reconocidos debidamente desde el punto de vista social. Es esta una de las aspiraciones del feminismo, que se comprenda la interrelación entre la esfera productiva y reproductiva de la vida.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que las mujeres que se han incorporado a la vida pública y social no han dejado de asumir el trabajo de cuidados, y esto impone una sobrecarga de trabajo, con los costos psicológicos y sociales que ello conlleva. Muchas veces la violencia psicológica y emocional cobra vidas y sentimientos femeninos en estos espacios, donde las mujeres están desbordadas de trabajo.

¿Cuáles enfoques considera imprescindibles para abordar los cuidados como una cuestión de justicia de género y derecho de las mujeres?
El enfoque que el feminismo crítico otorga a esta compleja problemática me parece fundamental. Se trata, en este caso, de una nueva lógica para comprender el bienestar humano. El feminismo ha insistido históricamente en la subversión del orden patriarcal, apostando por una nueva forma de organizar la economía, articulando programas alternativos que se caracterizan por una visión más justa de la sociedad. Es precisamente la economía feminista la que aporta una visión diferente, para subvertir la economía en claves más humanas, sacando a la luz lo que de forma invisible explota a las mujeres, construyendo una lógica económica que pone la sostenibilidad de la vida en el centro.
Su primer objetivo es hacerse cargo de cuidar la vida, desprivatizar y desfeminizar esta responsabilidad. Construir, además, otra idea de la vida que merece ser vivida, con una noción del buen convivir que haga rupturas centrales con la noción del bienestar y el éxito que se tiene actualmente.
En Cuba adquiere mucha importancia la potenciación de una economía del cuidado, dado el envejecimiento poblacional que tiene la sociedad cubana, con una esperanza de vida alta, pero no así con una calidad acorde a ella.
Es común y habitual este tipo de violencia en nuestra sociedad, que emana de la cultura patriarcal, presente en nuestro imaginario.
Muchas mujeres han conseguido establecer redes de apoyos para los cuidados (madres-hijas-abuelas; nueras-suegras-cuñadas; amigas-vecinas; madres de escuela, otras…) y participar en los distintos espacios de la sociedad cubana, a la vez que realizan actividades de cuidados necesarias para que la vida cotidiana continúe. Pero aún hay una deuda muy grande en este sentido desde las políticas públicas, que no reconocen debidamente la importancia de la esfera reproductiva de la vida, para integrarla en el diseño, ejecución y evaluación de las acciones y programas como parte del modelo económico.

oles de sexo, conforme a la división sexual del trabajo tradicional, reforzada por el hecho de que, al ser la mujer quien continúa atendiendo principalmente las tareas domésticas, queda automáticamente excluida de trabajos que requieren jornadas prolongadas o una total dedicación. Las oportunidades de empleo de las mujeres están limitadas por los estereotipos y normas sociales, que orientan mayoritariamente a las mujeres hacia los sectores tradicionales feminizados.
Por tanto, la mayoría de los puestos de responsabilidad elevada siguen ocupados
de manera desproporcionada por hombres. Esto es una expresión de violencia. Al
naturalizar el patriarcdo que sea la figura femenina quien se encargue de los
menesteres de la casa, el trabajo en el hogar constituye la mayor parte del
“trabajo invisible” realizado por ellas, quienes además no son consideradas
económicamente activas.
Los trabajos de cuidados han sido el sostén de la humanidad a través de los siglos; sin embargo, no son reconocidos debidamente desde el punto de vista social. Es esta una de las aspiraciones del feminismo, que se comprenda la interrelación entre la esfera productiva y reproductiva de la vida.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que las mujeres que se han incorporado a la vida pública y social no han dejado de asumir el trabajo de cuidados, y esto impone una sobrecarga de trabajo, con los costos psicológicos y sociales que ello conlleva. Muchas veces la violencia psicológica y emocional cobra vidas y sentimientos femeninos en estos espacios, donde las mujeres están desbordadas de trabajo.

¿Cuáles enfoques considera imprescindibles para abordar los cuidados como una cuestión de justicia de género y derecho de las mujeres?
El enfoque que el feminismo crítico otorga a esta compleja problemática me parece fundamental. Se trata, en este caso, de una nueva lógica para comprender el bienestar humano. El feminismo ha insistido históricamente en la subversión del orden patriarcal, apostando por una nueva forma de organizar la economía, articulando programas alternativos que se caracterizan por una visión más justa de la sociedad. Es precisamente la economía feminista la que aporta una visión diferente, para subvertir la economía en claves más humanas, sacando a la luz lo que de forma invisible explota a las mujeres, construyendo una lógica económica que pone la sostenibilidad de la vida en el centro.
Su primer objetivo es hacerse cargo de cuidar la vida, desprivatizar y desfeminizar esta responsabilidad. Construir, además, otra idea de la vida que merece ser vivida, con una noción del buen convivir que haga rupturas centrales con la noción del bienestar y el éxito que se tiene actualmente.
En Cuba adquiere mucha importancia la potenciación de una economía del cuidado, dado el envejecimiento poblacional que tiene la sociedad cubana, con una esperanza de vida alta, pero no así con una calidad acorde a ella.
Es común y habitual este tipo de violencia en nuestra sociedad, que emana de la cultura patriarcal, presente en nuestro imaginario.
Muchas mujeres han conseguido establecer redes de apoyos para los cuidados (madres-hijas-abuelas; nueras-suegras-cuñadas; amigas-vecinas; madres de escuela, otras…) y participar en los distintos espacios de la sociedad cubana, a la vez que realizan actividades de cuidados necesarias para que la vida cotidiana continúe. Pero aún hay una deuda muy grande en este sentido desde las políticas públicas, que no reconocen debidamente la importancia de la esfera reproductiva de la vida, para integrarla en el diseño, ejecución y evaluación de las acciones y programas como parte del modelo económico.

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