CUBA: la persecución contra los disidentes negros continúa: el caso Fariña
Fariñas, detenido y liberado por tercer día consecutivo
EL disidente cubano ha tenido que ser hospitalizado durante unas horas por sufrir un fuerte dolor en el pecho
AGENCIAS 29/01/2011
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"Él está inmunodeprimido, tiene acefalea, está afónico, y está deshidratado porque los últimos días rompió su disciplina de tratamiento", ha explicado su madre.
En las últimas 48 horas, Guillermo Fariñas, psicólogo y periodista independiente de 49 años, ha sido detenido tres veces por la policía cubana junto a tros disidentes de Santa Clara. Todo comenzó el miércoles, cuando elganador del Premio Sájarov 2010 permaneció detenido seis horas por participar en una protesta contra el desalojo de una mujer embarazada que ocupaba un inmueble sanitario en desuso. Finalmente quedó libre sin cargos.
Pero sólo un día después, el jueves, la policía volvió a arrestarlo, esta vez durante 18 horas, cuando se dirigía con otros opositores a una estación policial para interesarse por la situación de un disidente arrestado. Cuando volvió a casa tras esta detención, Fariñas contó a Efe que un responsable policial le había advertido de que volverían a arrestarlo si salía a la calle con otros disidentes. "Me dijo que mientras siguiéramos saliendo a la calle íbamos a ser detenidos porque desde la protesta del día anterior había una situación política operativa especial en Santa Clara y no iban a permitir que hubiese un estallido social", aseguró.
La tercera detención llegó el viernes (madrugada de sábado en España), cuando el periodista participaba en un homenaje al poeta José Martí.
El 23 de febrero del pasado año, Guillermo "Coco" Fariñas se declaró en huelga de hambre y sed para exigir la liberación de los prisioneros políticos más enfermos, después de la muerte del opositor preso Orlando Zapata Tamayo a causa de un ayuno de 85 días. Aguantó 135 días y la dejó después de que el régimen cubano anunciara su compromiso de liberar a 52 disidentes del Grupo de los 75, condenados en 2003.
El País, 29 de enero
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